El Mencho, ¿sucesor del Chapo y Pablo Escobar?  

Nemesio Oseguera, líder del Cartel Jalisco Nueva Generación, ocupa hoy el lugar que otrora correspondiera al colombiano Pablo Escobar y al mexicano Joaquín Guzmán Loera, el primero ya muerto y el segundo encarcelado de por vida. Su especialidad, transportar droga desde Colombia a México en submarinos, y de aquí en barcos a los Estados Unidos

El nombre de Nemesio Oseguera, líder del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), es más conocido que su fisonomía: sólo una fotografía se conoce de él, inexpresivo y duro su rostro. Su mayor habilidad es la discreción, se asegura, pues cuando el Estado mexicano se ha dado a la tarea de aprehenderlo El Mencho, como le llaman, se desvanece como una sombra fantasmática.

Este violento capo del narcotráfico es oriundo del estado de Michoacán, cuna de capos que revolucionaron el narcotráfico en los años noventa con la pujanza de las drogas sintéticas. Algunos aseguran que El Mencho nació en Uruapan, pero otras fuentes sostienen que vio por primera vez la luz en la demarcación de Aguililla, territorios donde todo huele a delito y a muerte.

En su tierra natal se ocupó de la siembra y cosecha de aguacate, pero como a muchos campesinos a él también le dio por la aventura y emigró a Estados Unidos. Se fue en busca de un mejor porvenir, una ilusión perdida para él: cuando corría el año de 1994 fue detenido con una porción de heroína que no era para el autoconsumo sino para la distribución.

La Corte estadunidense de California lo condenó a tres años de cárcel. En ese tiempo Nemesio Oseguera era un desconocido en el mundo del hampa. Tras abandonar la prisión fue deportado a México y se metió de policía. Estuvo adscrito a los municipios de Cabo Corrientes y Tomatlán, en Jalisco.

Al poco tiempo abandonó su trabajo y regresó a Michoacán, donde se enganchó en el negocio del narcotráfico con sus paisanos, los hermanos Valencia Cornelio, nada menos que los fundadores del cartel del Milenio, entonces en plena expansión.

Este grupo criminal, de acuerdo con datos oficiales, comenzó a introducir droga a Estados Unidos en cargamentos de aguacate que movían a través de barcos atuneros. Gino Brunetti, un Brokers del narco conectado con grupos colombianos, era su distribuidor: traía la droga desde Colombia en lanchas rápidas y hasta en submarinos –se asegura –, descargaban en las costas de Michoacán y de ahí transportaban el alcaloide hacia Estados Unidos.

Estas operaciones pasaron desapercibidas durante mucho tiempo para las autoridades mexicanas hasta que Brunetti fue detenido y confesó todo lo que sabía sobre el cártel del Milenio: en realidad era toda una familia –Los Valencia –metidos en el negocio del narcotráfico; habían conquistado más de quince estados y se expandieron hacia Europa y Asia. Fueron pioneros, junto con los hermanos Amezcua, oriundos de Colima, en poner en jauja la distribución y consumo de drogas de diseño, hoy uno de los mercados más boyantes que existen.

El líder del cártel del Milenio, Armando Valencia Cornelio, empleó a El Mencho como sicario. Y entre finales de los años noventa y durante el primer lustro del nuevo milenio Nemesio Oseguera se hizo cargo de la seguridad personal de quien más tarde sería su primo político, pues terminó casado con Rosalinda González Valencia, prima de Armando, y desde entonces comenzó a escalar en el escalafón criminal del cártel del Milenio.

Con el paso del tiempo, Oseguera tuvo a su cargo el trasiego de droga, era pasador; luego le encomendaron los arreglos con la Policía Federal, la ejecución de rivales y la conquista de nuevos territorios. En nada falló y de esa forma, sin proponérselo, construía su propio futuro.

Pero el destino lo colocaría en la antesala de una expansión descomunal: en el año 2005 fue capturado Armando Valencia y cinco años después, en 2010, caía abatido por el Ejército Ignacio Nacho Coronel, pieza del cártel de Sinaloa y aliado de Los Valencia.

El cártel del Milenio reemplazó a Armando Valencia en la jefatura del cártel: el liderazgo lo asumió Óscar Orlando Nava Valencia, El Lobo, pero no duró mucho tiempo: pronto fue capturado y, como consecuencia de las luchas de poder, el cártel del Milenio se fracturó: de la división surgieron dos cárteles: “Los Torcidos” y “La Resistencia”, pero la alianza fue efímera y terminaron enfrentados. El segundo grupo se convirtió en el Cártel de Jalisco Nueva Generación, la organización criminal que más ha crecido en la última década.

Su base es el estado de Jalisco, desde donde operan el tráfico de drogas a gran escala; su expansión no ha tenido límites: en diez años han alcanzado el dominio en una decena de entidades –Jalisco, Michoacán, Estado de México, Hidalgo, Colima, Guanajuato, Nayarit, Veracruz y Tabasco –y tan fulgurante parece su crecimiento que, se asegura, muy pronto podrían irrumpir en el Caribe mexicano.

Tras la caía de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, el CJNG irrumpió en Sinaloa: El Mencho quiso arrebatarle sus territorios a este cártel, incluso, estuvo a punto de fulminar a los hijos de El Chapo y también a Ismael El Mayo Zambada, el 16 de agosto de 2016, cuando un grupo de sicarios presuntamente del CJNG irrumpieron en el restaurante “La Leche”, en Puerto Vallarta, y secuestraron a quince personas no ajenas al crimen organizado.

Las autoridades federales confirmaron que entre los secuestrados figuraban los hijos de El Chapo –Iván Archivaldo  y Jesús Alfredo Guzmán Salazar –, herederos de quien fue el máximo jefe del cártel de Sinaloa. Sobre El Mayo, se dijo que huyó y se perdió entre las sombras de aquella agitada noche.

En otros puntos geográficos –en medio de su fulgurante carrera ascendente –el líder del CJNG está enfrentado a Los Zetas y también a Los Caballeros templarios, dos cárteles no extinguidos.

La batalla la libran desde Jalisco, donde el CJNG fincó su hegemonía con violencia y corrupción. Fue durante el gobierno de Aristóteles Sandoval la etapa de mayor crecimiento para el cártel que dirige Nemesio Oseguera. Cuando el CJNG estaba aliado con el de Sinaloa Sandoval fue lanzado por el PRI como candidato al gobierno de Jalisco.

A través de un empresario conocido como Tony Duarte –presunto lavador de dinero del cártel de Sinaloa –Sandoval habría recibido financiamiento para su campaña política. Esto le permitió al CJNG sentar sus reales en Jalisco y desde ahí comenzar una de las expansiones más rápidas que se conocen en los últimos tiempos.

En Jalisco el CJNG lo controla todo: disponen de una amplia red de sicarios dispuestos a matar; cuentan con operadores y administradores de al menos unas diez mil tienditas en todo el estado donde se vende cocaína, mariguana, crack, Ice (también conocido como hielo), drogas sintéticas y hasta heroína que, directamente, inyectan en la vena a los adictos a esa sustancia.

Forman parte del cártel una amplia red de abogados, siempre dispuestos a trabajar para liberar a los miembros del cártel que caen en prisión accidentalmente. Otra estructura se encarga de las negociaciones políticas, del intercambio de algunos detenidos por personas desconocidas a las que convencen con una suma de dinero.

Se asegura que el cártel de Jalisco introduce mensualmente unas seis toneladas de cocaína a Estados Unidos, pero también han abierto nuevos mercados en Europa, particularmente en Italia y Reino Unido, desde donde se han ido extendiendo.

Así, de manera discreta, Nemesio Oseguera se posiciona como el segundo capo más poderoso de México, después de El Mayo Zambada, “capo de capos”, como se le llama, quien hoy es el máximo jefe del cártel de Sinaloa.

 

“EL MENCHO”: LOS SUBMARINOS Y LA CONEXIÓN COLOMBIA

Tan pronto se entronizó como jefe del CJNG, Nemesio Oseguera se desprendió del cártel de Sinaloa –no sin entrar en guerra con ese grupo criminal –y selló una alianza con su cuñado, Abigael González Valencia, El Cuinis, líder del cártel del mismo nombre, quien ayudó a El Mencho introducir cuantiosos cargamentos de cocaína a México y Estados Unidos a bordo de submarinos.

De hecho, fue el primer capo que se dio a conocer en el mundo criminal utilizando naves sumergibles que eran enviadas desde Colombia hacia México y que lo mismo eran descargadas en costas del Caribe que en las del Pacífico. Luego, en lanchas rápidas, ponían el cargamento a salvo para después enviarlo al mercado estadunidense en barcos portacontenedores, según ellos, el medio más seguro.

El poder que ha acumulado el CJNG y El Mencho se debe, en buena medida, a la capacidad que mostró a partir del año 2008 y hasta el 2015 el cártel de Los Cuines, pues para el gobierno de Estados Unidos este grupo criminal tuvo en ese momento más poder que el propio cártel de Sinaloa.

Abigael González Valencia –según los informes de la DEA –fue el responsable de traer a México a guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para entrenar al equipo de sicarios del CJNG.

Lo anterior fue confirmado por uno de los socios de El Mencho, Óscar Nava Valencia, El Lobo, tras ser capturado en 2009. Ante las autoridades estadunidense declaró que integrantes de la guerrilla colombiana proporcionaron adiestramiento militar a sicarios del CNJG entre 2010 y 2012, antes de que las FARC aceptaran las conversaciones de paz y cese al fuego en Colombia.

Tras la captura de “El Cuinis”, Nemesio Oseguera se quedó con el negocio y no sólo eso: con el control total del CJNG. Hoy es el amo y señor del narcotráfico y conoce como nadie las rutas por donde introducir drogas de Sudamérica a México y a Estados Unidos.

 

            ES EL MÁS PELIGROSO

Si algo caracteriza al CJNG es su alto poder de fuego y su nivel de saña. Por ejemplo, en mayo de 2015, el Ejército Mexicano instrumentó un operativo para detenerlo en Jalisco. El Mencho estaba preparado con otro ejército, conformado por unos 500 hombres, entre gatilleros y francotiradores. Estaban armados con granadas, bazucas, rifles AR-15, ametralladoras y hasta con un lanzacohetes soviético impulsado por granadas que fue utilizado para derribar un helicóptero militar en la ciudad de Guadalajara.

Aquel episodio, donde se observa como le disparan al helicóptero y el impacto hizo que estallara y se desplomara envuelto en llamas fue algo inédito en México. Ningún grupo criminal en la historia del crimen organizado mexicano había utilizado tal aparato bélico para enfrentarse al Ejército Mexicano que, sin ninguna duda, se vio superado por la artillería pesada del cártel de Jalisco.

Este hecho era la evidencia más clara de que la guerra contra el narcotráfico había alcanzado niveles de narcoterrorismo, como ocurrió en Colombia en la etapa más convulsa que vivió ese país sudamericano.

El experto en temas de seguridad y crimen organizado internacional, Edgardo Buscaglia, dijo entonces que México ya había entrado a una etapa de narcoterror.

“Sólo falta ver cómo los cárteles empezarán a derribar aviones comerciales en la ciudad de México o en otras ciudades importantes del país. También veremos –dijo –cómo son dinamitados los clubes de empresarios y políticos que aún no quieren ver que el país se les desmorona en las manos mientras ellos se la pasan tomando champagne y comiendo caviar en sus centros nocturnos de lujo.”

Dentro del escenario del crimen organizado, el cártel de Jalisco es el segundo más poderoso, después del de Sinaloa, actualmente dividido en cuatro bloques y con presencia en cincuenta países. Es la organización criminal considerada como la más poderosa del mundo.

El Mencho y su cártel de Jalisco es ya un verdadero desafío para el Estado Mexicano, pero hay dos razones por las que no se le ha podido detener: o hay políticos coludidos con ese grupo criminal o bien el gobierno carece de una estrategia para capturarlo. (Ricardo Revelo/ El Sol de Quintana Roo)

 

Nota: este reportaje de Ricardo Ravelo se publicó originalmente en el periódico El Sol de Quintana Roo con el título: “el Mencho: la expansión de un narcoimperio” y puede ser leído íntegramente en https://solqr.com.mx/2019/08/09/el-mencho-la-expansion-de-un-narcoimperio/