Extinción del tiburón, daño colateral de una técnica de pesca “limpia”

Un equipo Internacional de investigadores dirigido por el doctor Ramón Bonfil (segundo de izquierda a derecha) coloca una marca satelital de tiempo real en la aleta dorsal de una hembra de tiburón blanco en la Isla de Guadalupe, México. Foto: Stephan Swanson.

Tras 20 años de rastreo, 100 científicos crean mapa de rutas de 23 especies pelágicas; el proyecto languidece por falta de recursos.

Ciudad de México.- Considerada en sus inicios como una técnica diseñada para la captura limpia y precisa de atún y pez espada, la pesca con palangre se ha convertido en la peor pesadilla de los tiburones, sobre todo para las especies pelágicas, al grado de que varias de ellas se encuentran en peligro de extinción debido a la explotación industrial e indiscriminada.

De acuerdo con el artículo “Evaluación global del riesgo espacial de los tiburones bajo la huella de la pesca”, recientemente publicado en Nature, la excesiva presencia de barcos atuneros en mar abierto amenaza el hábitat de los tiburones pelágicos.

El artículo de la prestigiada revista es en realidad un meta análisis que recopila los movimientos de 23 especies de tiburones registrados vía satélite por científicos alrededor del mundo durante un par de décadas y los intercala con las trayectorias de las flotas pesqueras en altamar, gracias al rastreador satelital que ambos grupos poseen: el hallazgo es que los buques atuneros con palangres pescan preferentemente justo en las mismas zonas donde habitan estas especies de tiburón.

El doctor Juan Ramón Bonfil, uno de los científicos mexicanos especialista en tiburones que aporta datos a este meta análisis, explicó en entrevista para el Foro Consultivo Científico y Tecnológico que la revisión sistemática de los datos provistos por el rastreo satelital ha permitido crear un mapa que muestra el desplazamiento de 23 especies de tiburones pelágicos en el mundo.

Advierte Bonfil que esta tecnología, usada desde hace 20 años, ha revolucionado las ciencias marinas, en especial las que estudian la fauna y su comportamiento y se espera que el análisis de datos que arroja el mapa “sea usado para generar estrategias de conservación, pues de las 23 especies que se analizan hay un subgrupo de especies más afectadas porque ya están catalogadas en peligro de extinción, como lo son los tiburones: blanco, sedoso, ballena, de puntas blancas y zorro”, dijo el experto en ciencias medioambientales y manejo de recursos naturales.

Existen más de 500 especies de tiburones en el mundo; que se han dispersado creando hábitat principalmente en el mar y otros en agua dulce, por lo que su extensión territorial hoy en día es mayor. Sin embargo, el artículo de Nature solo se refiere a las especies pelágicas, es decir, que habitan en mares abiertos y profundos.

Los humanos han cazado la mega fauna en mar abierto durante al menos 42 mil años, pero las flotas pesqueras internacionales que se dirigen a grandes peces en alta mar, cerca de la superficie, no se extendieron hasta mediados del siglo pasado.

La pesca industrializada es una fuente importante de mortalidad para los grandes animales marinos y la jurisdicción es complicada en aguas internacionales —advierte el doctor Bonfil—, ya que se necesita un acuerdo entre varios países para vigilar el cumplimiento de las medidas de protección a la fauna marina. Hasta ahora no existe un tratado de esta naturaleza; las medidas de regulación pesquera son muy pocas y las que hay son débiles, por lo que los tiburones están poco protegidos.

El estudio publicado en Nature es un ejemplo de colaboración científica a nivel mundial que muestra la construcción de la ciencia que se hace en conjunto y, por otro lado, la necesidad de seguir investigando. “En el país cada vez hay menos recursos para la investigación. México, tiene un retraso ya de años de apoyo a la ciencia, lo que ha derivado en un estancamiento en las plazas para investigadores.

“Yo soy un ejemplo de que, a pesar de publicar en Nature, una de las revistas más prestigiadas en el campo de la investigación científica, llevo 5 años desempleado porque no se generan plazas a la misma tasa de crecimiento que se titulan los nuevos doctores, y realmente es un hecho lamentable”, concluyó el científico en Medio Ambiente. (FORO CONSULTIVO CIENTÍFICO Y TECNOLÓGICO, A.C)