CINEMATÓGRAFO

La UNAM y el IPN vistas por el cine mexicano

Un sinfín de ejemplos pueden atiborrar este texto si cuando hablamos de cómo ha retratado el cine nacional a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y al Instituto Politécnico Nacional (IPN), las dos instituciones públicas más importantes del país, ante lo cual trataré de indagar en los aspectos más representativos y de manera lo más escueta posible, sin olvidar los puntos importantes.

La famosa rivalidad que se ha dado entre ambas instituciones no es ni con mucho un asunto de creatividad, educación, contenidos o algún otro aspecto académico, se remonta a un absurdo duelo deportivo de Futbol Americano, actividad asumida por los dos organismos educativos, siguiendo con los patrones conductuales de las Universidades estadounidenses, que a mediados de la década de los cuarenta se volvieron sumamente populares entre las comunidades universitarias.

Esta rivalidad se gestó en las gradas de los estadios, aunque algunos filmes que retrataban la vida universitaria en la UNAM y en el IPN la hicieron más palpable, como a continuación lo podremos observar.

La primera cinta que habla al respecto es una cinta de ficción llamada «Viva la juventud» (1956), la cual fue dirigida por Fernando Cortés y protagonizada por Adalberto Martínez ‘Resortes’ con el apoyo histriónico de María Victoria.

Esta comedia musical, que pretendía establecer un nuevo estilo de realización cinematográfica, como respuesta a una sustancial baja en el consumo de cine mexicano que tuvo lugar en la década de los cincuenta,  precisamente está basada en los clásicos estudiantiles de futbol americano entre los Pumas de la UNAM y los Burros blancos del IPN, sumamente populares desde aquellos años.

El argumento nos narra el momento en que un mecánico es confundido con el mejor jugador del Politécnico, mientras en los Pumas, un estudiante descubre una fórmula que le permitirá jugar con súper poderes. Los dos alumnos se juegan en el partido, algo más que la victoria en el llamado clásico estudiantil, pues está de por medio el amor de una estudiante de la que se encuentran fascinados.

El guión de Carlos León pone especial énfasis en la recalcar la importancia del deporte en la vida universitaria, sin embargo, en los 88 minutos que dura la cinta, apenas se llega a capturar de manera muy velada las instalaciones universitarias de las dos casas de estudio.

Siguiendo con la fiebre del futbol americano y la competitividad deportiva entre instituciones, «Paso al a juventud» es estrenada en 1957, dirigida por Gilberto Martínez Solares y protagonizada por su actor más taquillero, el cómico Germán Valdez ‘Tin Tán’.

La base argumental es esencialmente la misma, una leve disputa deportiva entre la UNAM y el IPN, con la gran diferencia de que en esta cinta se unen los alumnos de las casas de estudio para apoyar al deportista que representa a México y a las dos instituciones.

La secuencia inicial, la de los créditos, muestra la Torre de Rectoría de la UNAM en un plano fijo, después al clavadista Joaquín Capilla ejecutando un salto al agua y luego la entrada de la Facultad de Arquitectura y finalmente las instalaciones deportivas de la Máxima Casa de Estudios de nuestro país.

Una secuencia importante la protagoniza el gran Tin Tán con Wolfs Rubinsky discutiendo, en las instalaciones de la UNAM, con el cómico ataviado de un suéter blanco con la «P» de Politécnico.

Las referencias al Instituto Politécnico Nacional son constantes a lo largo del filme, sobre todo en la vestimenta de muchos de los personajes que aparecen a cuadro, sin embargo, es una película mayormente enfocada a la UNAM pues fue filmada en la Ciudad Universitaria.

El cortometraje «Paty Chula, besos satánicos» (1991), dirigido por Francisco Murguía, analiza desde la óptica de la antropológica social, la división de clases entre una estudiante de la Universidad Iberoamericana y un empresario cincuentón, egresado del Instituto Politécnico Nacional.

A lo largo de 38 minutos, el cortometraje protagonizado por Vanessa Ciangherotti y Ernesto Gómez Cruz, marca algunas pautas conductuales que, según la ficción y el guión cómico, basado en un cuento de Guadalupe Loaeza, tratan de resaltar.

La imagen del I.P.N. queda apenas reducida a una institución de clase trabajadora, expresado en un discurso del personaje de Paty, quien se expresa cierto recelo e burla por la formación académica.

En la cinta «Novia que te vea» (1993) dirigida por Guita Schyfter, la institución de la que se hace mención, al menos en el plano visual es la U.N.A.M., cuando al principio de la película aparecen dos de los personajes principales charlando sobre una manifestación política en las instalaciones del antiguo palacio de San Ildefonso de nuestra Máxima Casa de Estudios, donde Rifka y Saavedra charlan sobre el futuro político del país.

El filme fue protagonizado por Claudette Maillé, Maya Mishalska, Angélica Aragón, Ernesto Laguardia y Mercedes Pascual, entre otros.

Finalmente, en «El brasiere de Emma» (2007) dirigida por Marisa Sistach, existe una secuencia casi emblemática en donde la familia (padre, madre e hija), se están despidiendo de su visita en el Aeropuerto, aunque en realidad se encuentran en una locación construida dentro del Centro Cultural Jaime Torres Bodet, en la Unidad Profesional Zacatenco del Instituto Politécnico Nacional.

 

Autor

Héctor Trejo
Periodista, escritor y catedrático. Lic. en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM y actualmente maestrante en Comunicación por la UACH.
Titular de columna "Cinematógrafo 04". Imparto Taller de Micrometrajes Documentales, así como el Diplomado en Cine y Cultura Popular Mexicana.
Ganador del premio a la investigación Ana María Agüero Melnyczuk 2016, que otorga la Editorial argentina Limaclara
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Periodista, escritor y catedrático. Lic. en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM y actualmente maestrante en Comunicación por la UACH. Titular de columna "Cinematógrafo 04". Imparto Taller de Micrometrajes Documentales, así como el Diplomado en Cine y Cultura Popular Mexicana. Ganador del premio a la investigación Ana María Agüero Melnyczuk 2016, que otorga la Editorial argentina Limaclara