AVISO DE CURVA  

 Metrobús en Durango: necesidad, no política 

El Gobernador de Durango, José Rosas Aispuro, presumió con senda fotografía su asistencia a Tijuana para apoyar al Presidente en el evento por la dignidad celebrado el domingo 9 de junio. Por ser día inhábil y acto no oficial, seguramente los gastos del gobernante corrieron por su cuenta; no importaba, en tanto el mandatario federal percibiera una señal de apoyo y se acomodaran las cosas rumbo a la visita que López Obrador realizaría a Durango a la semana siguiente.

Justo siete días después, ambos volvieron a encontrarse, esta vez en Gómez Palacio. Andrés Manuel López Obrador no devolvió la cortesía al mandatario duranguense. Tras una sucinta consulta a los asistentes de un acto de entrega de programas sociales, previa rechifla para Rosas Aispuro, el Presidente tomó la determinación de cancelar la obra del Metrobús con la que se pretendía hacer eficiente y facilitar el traslado de la población de Ciudad Lerdo y Gómez Palacio hacia Torreón y Matamoros.

Lo que se convertiría en el ápice de la competitividad, movilidad y modernización urbana de los municipios pertenecientes a La Laguna Durango, y que sumaba más de seis años de planeación, gestión y diseño, se derrumbó en cosa de minutos.

Los habitantes de La Laguna, Coahuila y Durango, conforman una comunidad que trabaja de sol a sol (¡y vaya sol lagunero el de estas épocas del año!) que se merece un mejor transporte. No se trata de política. Simplemente es que se necesita. Quienes tienen la obligación de trasladarse de un municipio a otro en transporte público conocen y sufren la lentitud, el pésimo servicio y la incomodidad de las unidades actuales. Para quienes utilizan un vehículo particular, los costos de combustible y el tiempo de traslado lo hacen cada vez más ineficiente y, además, contaminante. Y aunque el transporte metropolitano actual se modernizara y mejoren las vialidades, jamás podría llegar a competir con la rentabilidad y eficiencia de un transporte masivo integral como el Metrobús o, por su nombre en inglés, Bus Rapid Transit.

Algo curioso es que el Presidente López Obrador sabe perfectamente la utilidad y el impacto social y económico de un sistema de transporte con estas características. Fue él quien siendo Jefe de Gobierno del Distrito Federal gestionó y materializó el Metrobús en la capital del país inaugurado en junio de 2005, el mismo mes en el que decidió cancelar, trece años después, el Metrobús de La Laguna Durango.

En una comunidad habitada por cerca de 1 millón 300 mil personas, de las cuales al menos 640 mil realizan todos los días más de 2 millones 600 mil viajes entre los distintos municipios de ambas entidades, llamada a convertirse en un polo de desarrollo por sus vocaciones productivas y por encontrarse justo al centro del llamado Corredor Económico del Norte, marcada por un rezago histórico en infraestructura vial y social, una obra como el Metrobús podría significar la diferencia entre mejorar la movilidad social y de mercancías para elevar la calidad de vida y la competitividad de la región, y probablemente condenar a los municipios de Ciudad Lerdo y Gómez Palacio a distanciarse cada vez más del desarrollo y el crecimiento que caracteriza a la ciudad de Torreón.

Lo más sorprendente es que si bien, según recientes sondeos, el 60% de la población de Ciudad Lerdo y Gómez Palacio aprueban la construcción del Metrobús, el Gobernador de Durango, alcaldes y funcionarios de aquella entidad no hayan defendido esta importante obra, como sí lo hizo Coahuila. Incluso, el secretario de Infraestructura de Coahuila, Gerardo Berlanga, anunció que, con recursos estatales, se concluirá la obra en su tramo Torreón – Matamoros, y afirmó: “con estos recursos, Coahuila ya no tiene que pedirle ‘ni un cinco’ a la Federación”.

Tampoco tratemos de culpar a López Obrador. La experiencia nos demuestra que las obras concebidas en el pasado, tendrán muchas dificultades para continuar en la presente administración. La carta de presentación del Presidente en La Laguna Durango se dirige a resolver el problema del agua, no el transporte.

Rosas Aispuro sabe perfectamente que dispone de un margen reducido para revertir la decisión presidencial. Aún con ello, sería un grave error hundirse en la inacción política y condenar la obra al olvido.

En definitiva, si la movilidad se reconoce como la columna vertebral del desarrollo, el de Tamazula tendrá que disponer de recursos estatales o procurar capitales privados para hacer realidad un sistema de transporte superior al sistema de autobuses tradicional.

 

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