Raúl Vera cumple 74 años; el próximo año deberá presentar su renuncia al Papa

Nacido el 21 de junio de 1945 en Acámbaro, Guanajuato, este viernes el Obispo de la Diócesis de Saltillo, Fray Raúl Vera López, cumple 74 años de edad, lo cual significa que, exactamente dentro de un año, le tendrá que presentar su renuncia al Papa Francisco.

El Código de Derecho Canónico establece: «Al Obispo diocesano que haya cumplido setenta y cinco años de edad se le ruega que presente la renuncia de su oficio al Sumo Pontífice, el cual proveerá teniendo en cuenta todas las circunstancias».

El Papa, a discreción, puede decidir extender su mandato uno, dos o hasta cinco años, como ha sucedido en el pasado, o bien aceptar la renuncia de inmediato y nombrar a un nuevo Obispo.

Raúl Vera López ha sido, desde su llegada a Saltillo, un Obispo que se ha visto envuelto en multitud de casos polémicos, y su proclividad a descuidar los asuntos de la Diócesis para dedicar su tiempo a otro tipo de temas que son más de su interés personal, ha provocado que cada vez haya menos católicos en los municipios que están bajo su jurisdicción, en tanto que otras religiones siguen captando más y más seguidores.

Vera López ha sido acusado de proteger y solapar a curas pederastas; de haber protegido a un migrante que asesinó a una mujer en el centro de Saltillo; de mentir para intentar desacreditar la operación del CIMARI en General Cepeda (existe incluso una denuncia civil en su contra por este motivo, interpuesta por uno de los socios de ese lugar); de efectuar viajes costosos en primera clase a Europa y otros destinos haciéndose acompañar con frecuencia por la vocera de la Diócesis, Jaqueline Campbell; y hasta de haber participado en una escandalosa fiesta de Halloween en la que fue fotografiado disfrazado de doctor, acompañado por la misma vocera quien lucía un sugerente atuendo de enfermera.

Los católicos lo critican por no prestar atención a los asuntos que atañen a la diócesis; por tener en el abandono a iglesias y parroquias; por haber removido a muchos sacerdotes que gozaban de un gran prestigio en la comunidad; y por dedicar su tiempo a atender asuntos que nada tienen que ver con su función, muchos de ellos en otras ciudades que no pertenecen a la diócesis de Saltillo. (EL HERALDO)