PND Y SEGURIDAD PÚBLICA

RUBÉN MOREIRA 

Observo poca discusión en torno a la propuesta que en materia de seguridad presentó, en días pasados, el presidente López Obrador dentro del Plan Nacional de Desarrollo (PND). Las críticas y opiniones al documento que subsisten se han orientado, esencialmente, a los aspectos formales. Uno de ellos es el lenguaje poco convencional que se usó en la redacción. Es evidente que las acciones de seguridad de los últimos dos sexenios no frenaron la creciente violencia. La mayoría de los especialistas critican las decisiones y las estrategias adoptadas por ambas administraciones, atribuyéndoles haber sido la causa del ambiente delincuencial que actualmente enfrentamos. A partir de esta premisa se construye, en buena medida, la nueva propuesta del gobierno federal.

Algunos de los elementos de cambio que consigna el PND son los siguientes: justicia transicional, amnistía o indulto como mecanismos de reconciliación, abandono de la política prohibicionista al consumo de drogas y nuevas posturas con relación a su trasiego; destacan, también, la apertura a la cooperación y el escrutinio de comités y organismos internacionales relacionados con el tema.

Más allá de un lenguaje no acostumbrado para un documento que reclama exactitud, al tiempo que en él se aprecian fórmulas que fueron intentadas en el pasado sin éxito, en el PND hay una propuesta de cambio al paradigma de la seguridad que se resume en su abandono como política central del gobierno, esto es, la reacción policial ante el hecho criminal.

El futuro de esa propuesta descansa, por lógica, en dos elementos: la eficacia que por sí misma tenga y su correcta instrumentación. La bondad de lo diseñado, como ha pasado muchas veces, se puede ir al barranco por elementos de mera operación; por ejemplo, falta de coordinación con los otros órdenes de gobierno, carencia de colaboración al interior del gabinete o rechazo de la sociedad al nuevo paradigma; así también, porque fracasen las políticas públicas en educación, desarrollo social o generación de empleo. Dicho sea de paso, y no es cosa menor, estos tres últimos son los rubros sobre los cuales el gobierno ha insistido que se construirá la verdadera paz.

Desde su campaña, el hoy Presidente mostró rechazo a lo realizado por sus antecesores, y si bien es cierto que tuvo que aceptar la participación de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el crimen, en su propuesta descubrimos los elementos a los cuales me he referido y que, de llegar a concretarse, darán a México una nueva ruta para la búsqueda de la paz.

Quedan preguntas en el aire: ¿una comunidad agraviada por la violencia aceptará la justicia transicional? ¿Nuestros vecinos aceptarán que México permita el paso de la droga y cambiarán sus políticas sobre el tráfico de ellas? ¿La sociedad dará el espacio de tiempo que requiere el gobierno para dar resultados? Y la última: ¿tendrá el gobierno el tiempo y la constancia para lograr el éxito en una ruta sin precedentes?

 

 

Columna publicada en EL HERALDO DE MÉXICO: https://heraldodemexico.com.mx/opinion/pnd-y-seguridad-publica/