LA INSENSATEZ

La insensatez se define como la muestra de inmadurez o imprudencia en los actos, implica la falta del buen sentido que debe guiar el comportamiento. Es una virtud humana atribuida a quien toma buenas decisiones, a quien mantiene, mediante las virtudes, el sentido y propósito de lo humano.

Muchos son los hombres y mujeres que han pasado a la historia como sensatos, y su vida ha sido reflejo de un telar de buenas decisiones. Ellos y ellas han sabido pasar de los propósitos a las determinaciones y en su actitud han encargado el impulso para cumplir lo que se esperaba de ellos.

Salomón fue considerado el hombre más sabio del mundo, sus acciones como Rey de Israel han permeado en la historia. Porque la sabiduría es esa facultad que permite andar a las personas con sensatez, prudencia y acierto, es la aplicación práctica del conocimiento, su aportación al mundo de las acciones y no solo al de las ideas.

El Rey Salomón, que conoció riquezas e impresionó al mundo de su época, aun en estos días sigue atrayendo los ojos históricos, plasmó sus andanzas y meditaciones en varios fragmentos bíblicos, entre ellos el libro de proverbios, un compilado de consejos para el bien vivir que describen la naturaleza humana y sus necesidades, aflicciones, pero también fortalezas y virtudes.

En esos proverbios se encuentra uno que describe la naturaleza del ser, su corazón y sus reacciones, describe: “La insensatez del hombre tuerce su camino, y luego contra Jehová se irrita su corazón”. Relata este adagio como es nuestra propia imprudencia la que nos hace cometer acciones contrarias al camino, el de nuestro propósito, y nos hace salirnos. Obvio es que toda acción corresponde una reacción y que de las acciones sembradas se cosechan consecuencias, porque en el presente hilvanamos el futuro. Ante esa consecuencia, la reacción, humana, es irritarnos y culpar, al destino, al tiempo, a otros o cualquiera que podamos enlistar.

Salomón describe en este proverbio el malestar genuino que produce la falta de responsabilidad de cada una de nuestras acciones.  Afrontar el futuro es reconocerlo como resultado de lo que somos y fuimos. El tiempo es el mejor maestro, pero mata a todos sus alumnos, pasando inmune y entregándonos las consecuencias.

El texto no habla de conformarnos o aceptar lo malo, sino de encaminar sabiamente la responsabilidad, no lanzándola contra quien no corresponde, sino contra quien realmente debe ser. El problema es un conformismo mal enfocado, con una irresponsabilidad mal dirigida.

Los cargos y oficios también constituyen por sí mismo una institución construida en el tiempo. Recibir un encargo, como la banda presidencial, implica asumir en el presente los errores y aciertos del pasado. Si bien somos gustosos de los inicios y cada oportunidad festejamos un nuevo comienzo, lo cierto es que cada novedoso arranque conlleva la experiencia del pasado. Encaminemos el juicio a lo malo del pasado, actuemos en consecuencia, pero no carguemos en plurales innecesarios la irritación de nuestro corazón que ni son todos, ni es nadie.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes