“HELLBOY”

VÍCTOR BÓRQUEZ NÚÑEZ

Nueva versión (y también nueva presentación) del antihéroe que puede ser vista como una película que acumula efectos, escenas violentas y un humor que no siempre funciona, a la vez que un filme apegado al espíritu irreverente del comic en la que está basado. En todo caso, es una película solo para quienes disfrutan de este mundo caricaturesco en donde todo puede suceder.

Quizás, en términos de guion y aporte, en este filme el protagonista descubre el mayor secreto de su existencia lo cual, al parecer, dará pie para la saga que se expone al final de los créditos, algo que se ha vuelto tan manido como innecesario.

Y una advertencia, esta película no tiene nada que envidiar a la que realizara antes Guillermo del Toro, sobre todo porque se apega a la estética y al espíritu del cómic que le da sustento. Toda la violencia desatada, las constantes alusiones a los personajes clave del mundo de las historietas y el humor (harto irregular) que se despliega en su extenso metraje son, tal vez, la mejor demostración que existe coherencia y seriedad en el reboot de este personaje, es decir su reinicio a partir de los datos que los espectadores ya manejaban de las anteriores entregas.

Hellboy, lo sabemos, es un antihéroe que se caracteriza por un aspecto grotesco, con cuernos limados, un brazo derecho que es prácticamente una masa y un estilo de verdad nada agradable que remata en su piel roja y sus uñas siempre pintadas que contrastan con la descomunal fuerza que posee. Es un tipo desagradable en su presencia que, sin embargo, está siempre defendiendo a los buenos a pesar que -descubriremos- tiene un linaje familiar poco convencional, por decir lo menos.

De este modo, este reflote de Hellboy es indudablemente un tema económico, claro, pero que conserva y amplía el universo creado hace años por Guillermo del Toro, con dos películas a cuesta de este ser, años antes de que se convirtiera en el ganador del Óscar por “La forma del agua”.

En esta nueva película, descubriremos el origen de su nacimiento que involucra al mismísimo demonio, un fanático nazi que lo invoca, a Rasputín (sí, el mismo) y nada menos que al Rey Arturo (sí, el de la mesa redonda) y al Mago Merlín. ¿No será como mucho?

Criado por el profesor Broom (Ian McShane, en el papel que tuviera el desaparecido actor John Hurt), Hellboy no solo parte enfrentando a gigantescos demonios de piedra y madera, sino que además tendrá que lidiar con una bruja perversa conocida como Reina de la Sangre, que fuera despedazada por el Rey Arturo y diseminada en seis cofres para evitar que reviviera, aunque sabemos de antemano que siempre hay ociosos que esperan el retorno de quienes desean el fin de la Humanidad.

La maléfica Reina de la Sangre (una desaprovechada Milla Jovovich) tiene ansias de venganza y ha esperado mil 700 años para regresar a su idea inicial de acabar con la Humanidad e instaurar el reinado de los monstruos, producto de lo cual intenta expandir una plaga sobre Inglaterra.

En medio de todos estos acontecimientos se encuentra Alice, una adolescente con poderes de médium, salvada en su infancia por Hellboy y que constantemente debe soportar dolores de cabeza a la que Hellboy salvó la vida de niña, que sufre de migraña psíquica y que es capaz de adelantarse a los acontecimientos terribles que se avecinan.

Con todo este material se construye un pastiche, elegante en lo visual, apegado a los cánones estéticos del cómic, pero de ninguna manera trascendente en términos de aporte al cine o al género en donde parece encajar mejor: fantasía terrorífica, por el empleo de la iconografía habitual de esta manera de concebir el espectáculo cinematográfico.

Pero como si eso no bastara, el director y su guionista introducen una alambicada relación de Hellboy nada menos que con la espada mágica del Rey Arturo, la inolvidable Excalibur que, como corresponde, yace en una piedra de donde nadie logra sacarla, excepto aquellos que están predestinados a este acto maravilloso.

Como es lógico suponer, la película deja de lado todas las explicaciones y se regocija en brindar un (a ratos tedioso) entretenimiento, muy violento y en donde las batallas contra los monstruos, gigantes y un cerdo (sic) son el alma de la historia.

Es, en síntesis, un tour de forcé para los que no son adictos al mundo de las historietas y un buen filme para los incondicionales de estas fantasías delirantes que se sostienen solo por la fidelidad de los fans.

Pero como se trata de Hollywood, para poner la guinda en la torta, se ofrece una visita nada menos que a la Catedral de San Pedro en donde, como podrá suponer el espectador, ocurrirán situaciones que solamente pueden suceder en el mundo de los cómic.

En resumen, “Hellboy” no es un filme para el gusto de todos, aunque tiene la dignidad de ser una nueva presentación de un personaje que, pese a no tener ningún atributo para identificarse con él, logra mantener a flote una película que solo funciona respecto de los códigos del cómic, sino que además se deja ver como una catarata sin fin de escenas violentas y absurdas que operan por acumulación. Fuera de esto, no existe nada detrás de este reboot que la eleve por encima de otros productos surgidos del inagotable mundo de los cómics.

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación