Las lenguas indígenas y el trabajo doméstico merecen respeto

Imagen de Alfonso Cuarón Yalitza Aparicio en una escena de Roma 

Cleo, el personaje principal de la historia que cuenta Roma, es una trabajadora del hogar que habla mixteco, una lengua indígena del estado mexicano de Oaxaca. La nominada al Oscar a la mejor actriz Yalitza Aparicio, quien da vida a Cleo, conoce de primera mano la realidad de esos idiomas y de esa ocupación, esa fue una de sus motivaciones para participar en la multipremiada película.

“Mi mamá es trabajadora del hogar, por eso me nació hacer esta película”, dice Yalitza Aparicio, cuyo nombre empezó a resonar en el mundo del cine luego de que Roma ganara el Leon de Oro del Festival de Venecia en agosto pasado, cobrando cada vez más fuerza y reconocimiento por la naturalidad de su actuación a medida que la película fue llegando a los públicos de los más diversos países.

Su trabajo en la pantalla la ha llevado a las portadas de revistas de gran circulación y prestigio, le ha valido varios premios y distinciones internacionales y la ha convertido en candidata al premio de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas a la mejor actriz.

Yalitza está orgullosa de sus raíces indígenas. Es oriunda de Oaxaca, un estado del sur de México de gran riqueza histórica y cultural, donde una amplia variedad de lenguas indígenas es parte importante del tesoro de los pueblos originarios que lo habitan.

Como Yalitza, Cleo es oaxaqueña y en algunas escenas de Roma habla en mixteco, una de las lenguas originarias del estado. Pero los diálogos en mixteco están restringidos a los espacios compartidos por Cleo y Adela, la otra empleada doméstica de la familia con la que trabaja Cleo. Esa confinación refleja la represión que sufren los derechos de los pueblos indígenas, incluidos sus derechos lingüísticos. Es, asimismo, una de las razones por las que las Naciones Unidas están celebrando el Año Internacional de las Lenguas Indígenas.

Relación ambivalente con las trabajadoras del hogar

Roma también muestra la relación que se establece entre las trabajadoras del hogar y las familias que las emplean, una relación ambivalente en la que surgen lazos afectivos y solidarios que, sin embargo, no son suficientes para borrar la diferencia entre las clases ni los abusos que llegan a padecer esas empleadas.

La película permite ver la nobleza de estas mujeres, que se convierten en madres de los niños de las casas donde trabajan. Son ellas las que los crían y les brindan la paciencia y el amor que necesitan.

Yalitza Aparicio conoce el tema porque su mamá es una de esas trabajadoras, según dijo en una entrevista con Noticias ONU.

“Mi mamá es trabajadora del hogar y fue por ella que me nació, que tuve la intención de hacer la película. Alfonso [Cuarón, director del filme] ya me había dicho que Libo era como su mamá. Él tenía dos mamás, una de ellas era esta mujer, quien lo cuidó”.

Libo es la trabajadora del hogar que inspiró a Alfonso Cuarón a crear esta obra de carácter autobiográfico. Es también a quien el realizador dedicó Roma.

Para la actriz, el de su mamá y Libo es un trabajo loable y merece reconocimiento y respeto.

“Es un trabajo digno, al igual que cualquier otro trabajo. Merece derechos, merece tener una jornada laboral adecuada, que su sueldo sea el justo y, sobre todo, merece mucho respeto”.

Uno de los mayores triunfos de Roma quizá sea haber devenido una plataforma de las organizaciones que defienden los derechos de las trabajadoras domésticas en México y en Estados Unidos, cuya lucha ha empezado ya a rendir frutos. La inclusión de ese gremio en el sistema del Seguro Social mexicano es uno de ellos.

Cleo, Yalitza y las lenguas indígenas

A diferencia de Cleo, Yalitza no habla mixteco, aprendió sus líneas en esa lengua para interpretar al personaje.

México es un país donde se hablan 68 lenguas indígenas y más de 360 variantes de ellas. Los datos del gobierno mexicano indican que cerca del 35% de la población de Oaxaca habla alguna lengua indígena, pero las variantes de cada uno de esos idiomas y la discriminación que llegan a enfrentar sus hablantes han desalentado su aprendizaje y convertido al español en la lengua franca entre las distintas comunidades.

“En Oaxaca se hablan varias lenguas, dependiendo de la región y de la comunidad van cambiando. Hay mixteco alto, mixteco bajo -en el caso de mi región- y lo que sucede es que hay variantes, aunque sea en comunidades que están solo a media hora. Ese es uno de los motivos por los que a veces es complicado. En mi caso, vivo en el centro de Tlaxiaco. Aquí ya se ha perdido el mixteco. Está habitado por diferentes comunidades que hablan triqui, mixteco y algunas otras lenguas porque llegan personas también de otras regiones, pero no es muy común que lo escuches en la calle o que tengas vecinos que lo hablen. Fue una de las razones por las que yo no lo hablaba. Además, en mi casa, mi mamá habla triqui [otra lengua indígena] y mi papá habla mixteco y es difícil que entre ellos tuvieran comunicación con estas lenguas tan diferentes.”

Además, hubo momentos en los que se consideró “sobre todo por lo que sucede en el contexto, que puedes ser objeto de discriminación cuando hablas una lengua y no puedes hablar bien el español. Me ha tocado observar también que muchas personas lo ven mal o, en ocasiones, se llegan a burlar de quienes no pueden pronunciar bien el español. En mi caso, me hubiera encantado hablar alguna de estas dos lenguas, pero cuando no la escuchas en tu casa ni fuera de ella, es complicado que llegues a entenderla y mis papás son originarios de otros lugares a los cuales casi no íbamos porque vivimos en Tlaxiaco y hay que asistir a la escuela y a los trabajos, y pues, el español es con lo que más convives”.

Yalitza es una maestra normalista y como tal, considera que sería positivo integrar las lenguas indígenas a los programas de educación.

“Me interesó mucho estudiar para maestra, es algo que había querido desde pequeña (…) sabía que podía hacer algo bueno por los niños y también porque, como maestra, puedes hacer que los niños amen la escuela o que la lleguen a aborrecer. Y sí, considero que es importante el tener estas lenguas en las escuelas. Yo conozco algunas en las que se enseña en la lengua materna [de los niños] y creo que esto es bonito. Es bueno tener esa oportunidad de hablar ya sea mixteco, triqui, zapoteco o cualquiera de estas lenguas, igual que el español o el inglés, porque hablar más lenguas te facilita la comunicación con las personas.”

Y esa comunicación es uno de los muchos logros de Roma, que ha estimulado la reflexión y discusión de una serie de cuestiones escabrosas presentes en las sociedades.

“Es lo bello de esta película”, dice Yalitza. (ONU NOTICIAS)