PLAZA CÍVICA

Política energética: por el camino equivocado

 La política energética del país no va por buen camino, y no se vislumbra corrección alguna. Si el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) representaba una bandera política de antaño del presidente, si la patente evidencia de sus beneficios no fueron capaces de cambiar su opinión, y si su decisión representó un vil capricho que nos será cobrada con creces, podemos esperar lo mismo, pero a la potencia, de la nueva política energética.

La nueva administración ha decidido vendarse los ojos con el pañuelo de una ideología arcaica para no ver dos grandes realidades del sector energético: todas las empresas estatales exitosas tienen algún tipo de esquema de inversión público-privada, y las deuda totales de PEMEX y CFE son tales (alrededor de 3.6 billones y 1 billón de pesos, respectivamente) que simplemente no pueden con todo.

Sin embargo, porque el debate de ideas lo tienen perdido, la actual administración ha decidido desmantelar la reforma energética con una inteligente estrategia, consistente en no hacer grandes declaraciones públicas, utilizar el poder administrativo del presidente para ponerle un alto silencioso a la reforma, e introducir ciertas iniciativas legislativas que parecen menores pero que realmente contienen cambios sustantivos.

Basta ligar los recientes sucesos para armar el rompecabezas y ver el camino planteado: el director de PEMEX es Octavio Romero Oropeza, ingeniero agrónomo con nula experiencia en el sector y quien fungió como Oficial Mayor de AMLO cuando fue Jefe de gobierno de la CDMX (vaya, el hombre del dinero); Manuel Bartlett Díaz encabeza la CFE; un reciente informe del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) indica que el costo de la refinería de Dos Bocas pasaría de alrededor de 8 a 14 mil millones de dólares y que el lugar de construcción resulta inapropiado, sin mencionar el desastre ecológico provocado; existe un intento por desmantelar los organismos reguladores de energía, cuyo profesionalismo ha sido reconocido internacionalmente; hay una iniciativa de ley para quitarle facultades al consejo de administración de PEMEX y concentrar el poder en el titular de la empresa, haciendo de PEMEX, vaya, menos empresa; no queda clara la efectividad de combatir el huachicol mediante el cierre de ductos, con el consiguiente desabasto de gasolina provocado; hay un latente olvido de las energías renovables, además de que AMLO es incapaz de pronunciar las palabras “calentamiento global”; las reformas a la Ley de Obras Públicas de Tabasco y la falta de licitaciones en diversos proyectos millonarios del sector; y claro, el fracaso de la presentación hecha por altos funcionarios de PEMEX ante inversionistas en Nueva York. Hace unas semanas hablamos acerca de las preocupaciones del Banco de México (BM) respecto de las políticas públicas del nuevo gobierno, entre ellas la política energética (“Entre tecnócratas y populistas”, 08/01/19). En ese mismo sentido, recientemente la calificadora Fitch degradó la calificación crediticia de PEMEX.

Solo dos puntos resaltan positivamente. El primero es lo que parece ser un intento serio por combatir el lavado de dinero derivado del huachicol con un servidor público profesional a la cabeza, Santiago Nieto Castillo. El segundo es la posible democratización al interior del sindicato de PEMEX junto con el reinicio de las investigaciones contra su caudillo, Carlos Romero Deschamps. Sin embargo, faltan resultados más concretos: aprehensiones.

Muchas telarañas mentales conspiran para llevar a cabo una buena política energética: la visión anacrónica entre liberales y conservadores, el ímpetu de destruir lo pasado como requisito para construir el futuro, la cerrazón a las experiencias internacionales, la alergia a la técnica y especialización, y finalmente la política energética como el gran símbolo para recuperar el pasado perdido y bofetear a los supuestos enemigos internos y externos de México. Qué tan profundo será el hoyo en el que nos metamos dependerá de qué tanto llevará a cabo sus planes energéticos la actual administración.

 

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@FernandoNGE

 

Autor

Fernando Nùñez de la Garza Evia
Fernando Nùñez de la Garza Evia
Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
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