INDICADOR POLÍTICO

AMLO: el tiradero heredado y los tres sobres del viejo régimen

En tiempos no tan lejanos del viejo régimen priista, los presidentes que llegaban con nuevas formas estilísticas de ejercer el poder solían culpar a sus antecesores cuando el arranque de la nueva administración se dificultaba. Al emerger de lo profundo del régimen priísta, el presidente López Obrador ha seguido el guion: intensifica el reparto de culpas de su falta de resultados entre sus antecesores y lo ha hecho al más puro estilo priista.

Inclusive, López Obrador va a someter a consulta ciudadana si abre expedientes penales de investigación sobre irregularidades cometidas, como si el cumplimiento de las leyes fuera a contentillo del pueblo.

En el fondo, el nuevo presidente quiere ganar tiempo para que sus programas tengan resultados concretos y para ello ha creado maniobras de distracción. De tener pruebas concretas de violaciones a la ley cometidas por presidentes anteriores, estaría obligado por el Estado de derecho a meterlas a procedimientos penales o ser cómplice. Por tanto, lo más seguro es que no tenga ninguna prueba contra sus antecesores, pero enlodarlos sin pruebas le daría apenas un respiro por la ineficacia de sus principales decisiones en dos meses de gobierno.

El modelo de trato a los antecesores viene del PRI. Todo presidente de la república a punto de entregar la banda presidencial le dejaba a su sucesor tres sobres que debería abrir en situaciones de crisis. El primer sobre decía: échame la culpa a mí de la crisis; si la crisis persistía, entonces tendría que abrir el segundo sobre donde estaba escrita la segunda recomendación: cambia tu gabinete; y si las crisis no se resolvían, el tercer sobre terminaba con un consejo peculiar: escribe tus tres sobres.

El presidente López Obrador quiere explicar el fracaso de muchas de sus medidas a gobiernos anteriores. El caso del huachicoleo es un ejemplo explícito: los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto fueron pasivos ante el crecimiento del robo de combustibles; sin embargo, poco gana el actual presidente lanzándoles dardos inofensivos que ni siquiera generan linchamientos en las redes sociales.

De tener elementos sobre responsabilidades oficiales en casos de corrupción en el caso del huachicoleo, el presidente López Obrador ganaría más puntos si procede legal y penalmente contra sus antecesores, sin estarlos cuchileando con frases superficiales.

La estrategia de enfrentamiento del ducto de Tlahuelilpan debió haber sido mucho más integral. Pero el gobierno actual sólo cerró los ductos, sin tener información de inteligencia de comportamientos violentos, de complicidades sociales y de recursos reales producto del robo de combustibles.

Ante la falta de información sobre el problema del huachicoleo, la ofensiva gubernamental fue atrabancada, irresponsable y sobre todo a ciegas. El caso de Tlahuelilpan debe analizarse como una falla gravísima de la estrategia de seguridad del gobierno lopezobradorista, porque hubo pasividad y negligencia ante la fuga de combustible y falta de previsión sobre el comportamiento de los pobladores del municipio y otros aledaños que durante años han vivido del robo de combustibles.

La ausencia de un protocolo de seguridad no fue culpa de Fox, Calderón y Peña Nieto; los expresidentes probablemente fueron responsables de no haber aplicado la ley y de permitir tomas clandestinas para revender gasolinas, pero el gobierno de López Obrador fue más responsable por no prever una crisis ni reaccionar ante la llegada de cientos de personas con bidones a cagar con la gasolina fugada.

Los señalamientos de que le dejaron un tiradero y que tardará cuando menos seis meses en “echar a andar” el gobierno son una forma de ganar un poco de tiempo. Pero revela la falta de investigación que debió haber emprendido en los cinco meses de interregno entre la victoria y la toma de posesión. Además, un gobernante no puede tomar una decisión sin conocimiento estratégico de las implicaciones, de los costos y de las realidades heredadas.

Así que el gobierno actual debe emprender acciones penales contra sus antecesores o asumir sus propias responsabilidades en decisiones que potenciaron crisis y no las resolvieron.

 

Auto rescatarse. Ante la dimensión de la crisis presupuestal y con un nuevo gobierno federal preocupado por no ahogarse y salvarse primero a sí mismo, gobernadores y presidentes municipales han tenido que moverse para buscar recursos y explotar posibilidades. El alcalde de Cosoleacaque, Veracruz, Cirilo Vázquez, por ejemplo, fue a la Feria Internacional de Turismo de Madrid a vender proyectos de inversión y de exportación. Y encontró un buen mercado para las artesanías de su municipio, sobre todo de productos con técnica prehispánica de telar de cintura. Y de paso, firmó hermandad con Castellón. Si los alcaldes no ayudan a salvar a sus municipios, nadie en el gobierno federa se preocupará por ellos.

Política para dummies: La política es el ejercicio de la responsabilidad propia, no culpar a sus antecesores de sus propias ineficacias.

 

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@carlosramirezh