ROBIN HOOD: ORÍGENES

 VÍCTOR BÓRQUEZ NÚÑEZ 

Nueva versión del clásico personaje del enmascarado que roba a los poderosos para dárselo a los pobres, en un filme que echa por tierra la potencia que tenía su historia, que llama la atención por su puesta en escena pop, en donde vestuarios, maquillajes y peinados no calzan con el espíritu que su director quiso imprimir a esta película: la de refundar la historia de Robin, el enmascarado. Lo que no se logra en lo más mínimo, por cierto.

Al regresar de la guerra contra los árabes, el joven e impetuoso Robin Hood (Taron Egerton) descubre que su hogar ha sido embargado para apoyar las arcas del gobernador y que Marian, la mujer que ama, se ha emparejado con un representante del pueblo, tras creer que ha fallecido en el campo de batalla.

De esta manera, endurecido por los horrores vividos en los combates de las Cruzadas, pronto descubrirá que el lugar al que ha regresado es ahora un reino decadente, donde campea la corrupción de la corona inglesa.

En ese escenario, se presenta en su camino Little John (Jamie Foxx), quien lo motiva para cambiar esa situación, preparándolo físicamente para formar una banda de bandidos y liderar la ansiada rebelión en contra del siniestro Sheriff de Nottingham (Ben Mendelsohn).

Dirigida por Otto Bathurst (“Black Mirror”), se trata de una película curiosa. Por una parte, se apega al modelo que todos conocemos del vengador del pueblo, enmascarado que roba las arcas reales para dárselo a un pueblo maltratado y hambriento de justicia. Por otra, la puesta en imágenes de este filme llama la atención porque desde los vestuarios a los peinados, a la banda sonora y a los comportamientos son contemporáneos, con un aire pop que recuerda (muy ligeramente, porque acá no es una premeditación estética) esa potente realización de Sofía Coppola, “María Antonieta”.

De esta forma, por esta película de acción y aventuras corre el espíritu del clásico literario que se construyó sobre el héroe y forajido Robin Hood, personaje propio del folclore inglés medieval, aunque predomine ese estilo tan característico del pop, donde los personajes a ratos parecen sacados de un filme como “Matrix”, abrigos y chaquetas de cuero incluidas.

La mayor potencia de “Robin Hood” es su plana de actores, encabezados por Taron Egerton (Kingsman: El círculo de oro, Leyenda), quien interpreta al príncipe de los ladrones, secundado por Eve Hewson, como Lady Marian, Jamie Foxx, en el rol de Little John, Jamie Dornan -famoso por “Cincuenta sombras de Grey”- como Will Scarlet y Ben Mendelsohn encarnando al malvado Sheriff de Nottingham.

No obstante, es una lástima que la puesta en escena y caracterización de los personajes den la sensación de que cada uno es un modelo salido del gimnasio, lo que termina por hundir esta nueva versión de un héroe que no se merecía este tratamiento, lo que nuevamente nos motiva la pregunta: ¿para qué hacer una nueva versión a todas luces innecesaria?

En su afán por modernizar este relato medieval, este filme cae en el tedioso trabajo de repetir situaciones vistas en muchas otras películas, arruina una historia clásica y pierde el tiempo en embellecer en demasía una puesta en escena que en todo instante parece contemporánea. Así, por ejemplo, Bathurst copia deliberadamente el estilo que Guy Ritchie desarrolló en “El Rey Arturo: La Leyenda de la Espada” y muchas de las ideas visuales que nos brindara antes “Batman”.

Al parecer se está convirtiendo en un lugar común la idea de modernizar cuentos antiguos, haciendo que estén llenos de acción y efectos especiales, pero que traicionan la esencia del cuento original, lo que es una verdadera lástima y falta de respeto, considerando que antes hubo otras versiones de este personaje, mucho más interesantes y cautivadoras que esta película, calculada para convertirse en una saga.