PLAZA CÍVICA

El NAIM, las consultas y lo que nos espera

 La cancelación de lo que sería el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) fue un error mayúsculo empaquetado en disparates y envuelto en falsedades. Ya mucho se ha escrito sobre las implicaciones económicas que dicha cancelación tendrá para el país, y no es la intención de esta columna repetirlo. Lo que nos proponemos abordar es el mecanismo por el cual se canceló el que sería el proyecto de infraestructura más grande de los últimos años, mecanismo que mucho nos habla de la idiosincrasia del próximo presidente: la “consulta popular”.

Las consultas populares han sido tema de análisis desde la antigüedad griega, cuna de la democracia. Aristóteles (siglo IV a.C.) les dedicó mucha tinta en su libro Política, específicamente en un capítulo titulado Especies diversas de democracia, del cual vale la pena hacer tres citas. En él, quien fuese maestro de Alejandro Magno nos advierte de los efectos nocivos de una especie particular de democracia: “Una quinta especie tiene las mismas condiciones, pero traspasa la soberanía a la multitud, que reemplaza a la ley; porque entonces la decisión popular, no la ley, lo resuelve todo. Esto es debido a la influencia de los demagogos”. Empieza la crítica a los demagogos, quienes rechazan la ley y deforman la democracia: “Los demagogos sólo aparecen allí donde la ley ha perdido la soberanía… Los demagogos, para sustituir la soberanía de los derechos populares a la de las leyes, someten todos los negocios al pueblo porque su propio poder no puede menos de sacar provecho de la soberanía del pueblo de quien ellos soberanamente disponen, gracias a la confianza que saben inspirarle.” Y nos termina previniendo: “Por otra parte, todos los que creen tener motivo para quejarse de los magistrados, apelan al juicio exclusivo del pueblo; éste acoge de buen grado la reclamación, y todos los poderes legales quedan destruidos… Si la democracia es una de las dos especies principales de gobierno, el Estado donde todo se resuelve de plano mediante decretos populares no es, a decir verdad, una democracia, puesto que tales decretos no pueden nunca dictar resoluciones de carácter general legislativo”.

Parece ser que Aristóteles sigue vivo entre nosotros, y es mexicano. Porque la reciente “consulta popular” realizada por el Presidente-electo no solo atenta contra los intereses económicos del país, sino peor aún atenta contra nuestra democracia constitucional.

La decisión de una obra de esta magnitud se debió de haber dejado a los liderazgos políticos y técnicos, estos últimos aprobándola en su abrumadora mayoría. Pero si quien será el próximo Presidente insistía en realizar una consulta popular, la Constitución nos señala el camino a seguir… y fue totalmente ignorada. Por si fuera poco, la consulta popular no fue representativa de la población, por lo cual no fue democrática. Nuevamente: la transgresión a nuestra democracia constitucional.

Y, ¿qué nos dice lo anterior sobre el carácter de Andrés Manuel López Obrador? Tres rasgos sobresalen: autoritario, demagogo, populista. Autoritario porque, nuevamente, AMLO hizo una consulta popular a modo, haciendo caso omiso de la Constitución. Demagogo porque la consulta popular tiene como fin halagar al pueblo al poner directamente en sus manos los asuntos de mayor relevancia nacional. Populista porque la consulta popular tiene como propósito ganarse a las clases populares, fusionando la voluntad del líder con la del pueblo. El común denominador: la violación a las leyes, el desprecio a las instituciones. Y ya de paso, la locura.

El caso del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) no será la excepción, sino la regla. AMLO ya anunció que reformarán la figura de la consulta popular para que haya más de éstas, y en más temas. La alergia a las instituciones y a la ley nunca augura buenos caminos. Ahí están las palabras de un genio, las lecciones de la historia.

 

www.plaza-civica.com          @FernandoNGE

 

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