UNA TAZA Y DOS DE CULTURA

Cada dos de noviembre era lo mismo. Mamá tenía ya listo el equipo de trabajo: escoba, trapeador, recogedor sin olvidar las bolsas para la basura. Teníamos que llegar temprano para escoger las mejores flores: palma, nube y rosas, esa era la combinación que año con año se pone en la tumba de nuestros seres queridos que se nos adelantaron, ese día en el que nos acordamos más de ellos y que el misticismo del día nos los hace sentir más cerca.

El día de muertos es una de las tradiciones mexicanas más representativas de nuestro país y aunque se celebra los dos primeros días del mes de noviembre desde principios de octubre (hasta un poco de septiembre) podemos ver todo tipo de productos, nacionales o importados, inspirados en esta celebración, no faltará el que diga que desde el año pasado que salió la producción de Disney Pixar “Coco” ahora todos quieren poner el altar de muertos en su casa ¿y por qué no?

En algunas sobremesas después de la comida (para aquellos que no se emboban en todo momento en el celular) se habla de ¿qué le está pasando a la sociedad? Todo parece estar lleno de indignación, rencor, falta de interés por parte de las generaciones, que si la generación X, Y o Z,  sobre todo la millennial no tienen interés  alguno de lo que está pasando en nuestra sociedad (o a ellos les ha tocado ser la excusa de por qué nos pasan cosas), al punto que en algún momento no estaremos haciendo un altar de muertos para los que se nos adelantaron sino para acciones que forman parte de nuestra formación.

El placer de disfrutar lo que nos rodea. En alguna ocasión conocí a una persona que disfrutaba ir al centro histórico de Saltillo simplemente para verlo, ver su catedral, sus calles, su gente. Era tanto su interés que se había puesto investigar estilos arquitectónicos, ir al centro los sábados era parte de un momento de vida que disfrutaba enormemente. ¿Y nosotros? ¿Qué disfrutamos? Según el INEGI un adulto pasa ocho horas y media en su celular, a esto súmale ocho horas de sueño, y 8 de trabajo ¿en qué momento disfrutamos de lo que nos rodea?

Las ganas de leer. Pasan los años y los índices de lectura no suben, ni tantito cerca están por imitar el valor de la gasolina en México, el Rector de la Universidad Autónoma de Coahuila en el 2016 leyó 150 libros mientras que un mexicano promedio lee .5, entonces haciendo ese cálculo debemos de agradecer entonces a Hernández Vélez el haber “echado la mano” a más de 200 mexicanos por leer su parte, parece que el interés por la lectura cada vez está cavando su hoyo más hondo. Y no es de espantarse entonces que cuando los estudiantes entren a la Universidad “sufran” al ver todo lo que tienen que leer para las materias que les darán las herramientas de ser un profesionista el día de mañana.

El gusto de escuchar. Son bichos raros aquellos que platican que en la noche escuchaban la radio ¡en familia! ¿Cómo es posible que no estuvieran cada quien en su cuarto? Parece algo paranormal, escuchaban la radio e imaginaban todo lo que narraba el locutor, para muestra el éxito de “La guerra de los mundos”, donde su lectura provocó un pánico nacional. Pero ¿y ahora? ¿Realmente estamos escuchando? No solamente la radio o la canción de moda, a la gente que nos rodea ¿realmente le estamos dando la atención necesaria?

Las ganas de renovarse. En pasadas fechas se presentó en la plataforma de streaming favorita por todos los amantes de la nieve, nachos y cobija los sábados en la noche, Sabrina la bruja adolescente (como la conocíamos en los noventas) pasó a ser El Mundo Oculto de Sabrina, como dice el nombre una entrega más oscura, y no me refiero solamente a la tonalidad de colores, los temas que aborda lejos están de la trama original, está la esencia de una joven hechicera, pero toca temas “satánicos” y en algunos momentos podrías decir que hasta esta blasfemando (para los católicos de hueso colorado), pero haciendo de lado la trama, es una muestra que una idea no tiene que morir con los años, la renovación  le da más vida. ¿Por qué quedarnos en una zona de confort?  No les digo que no nos volvamos más oscuros y “darks”, pero si busquemos siempre ser una mejor versión de nosotros mismos.

¿Qué obra literaria pondrían en tu altar? ¿Qué canción te gustaría que pusieran en tu velorio? La cultura y las artes son parte de nuestra vida, disfrutemos a lo máximo cada una de ellas, hagamos que en su momento ese altar que nos dediquen este lleno de pequeños grandes tesoros pero sobre todo que para quien lo vea diga “vaya que disfruto la vida”.

Autor

Sergio Arévalo

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