El informático australiano Julian Assange, refugiado en la embajada de Ecuador en Londres desde 2012, ha dejado la dirección de WikiLeaks, aunque permanecerá en el equipo editorial, ha informado el propio portal en su cuenta oficial de Twitter.
De acuerdo al sitio web del diario digital El Español, Assange, que en 2006 fundó la página web de difusión de información confidencial de gobiernos y empresas, no puede seguir en la dirección debido a que desde hace seis meses está «incomunicado», después de que el Gobierno de Quito le restringiera las comunicaciones.
El australiano, que desde finales del año pasado es naturalizado ecuatoriano, ha nombrado como nuevo «editor jefe» a su estrecho colaborador el periodista de investigación islandés Kristinn Hrafnsson, explica en la red social.
«Debido a las extraordinarias circunstancias en las que Julian Assange, fundador de WikiLeaks, está retenido incomunicado (salvo visitas de sus abogados) desde hace seis meses mientras permanece arbitrariamente detenido en la embajada de Ecuador, Assange ha nombrado a Kristinn Hrafnsson editor jefe de WikiLeaks», señala.
«Condeno el tratamiento de Julian Assange que lleva a mi nuevo cargo, pero acepto la responsabilidad de asegurar la continuidad del importante trabajo basado en los ideales de WikiLeaks», indica.
Assange, de 47 años, no ha abandonado la pequeña legación diplomática desde 2012 por temor a que las autoridades británicas lo deporten a Estados Unidos, donde podría ser juzgado por la difusión desde 2010 de numerosos documentos militares y diplomáticos de carácter confidencial.
El fundador de WikiLeaks obtuvo el asilo de Ecuador después de que fracasara el proceso legal en el Reino Unido para impedir su extradición a Suecia, que desde 2010 le requería por presuntos delitos sexuales, una causa que finalmente fue archivada.
Assange combatió esa extradición porque temía que Suecia le entregara a EEUU, a cuyo Gobierno abochornó al publicar en 2010 miles de cables diplomáticos que pusieron en evidencia a países de todo el mundo.
Las relaciones entre el periodista, que sufre problemas de salud, y el Estado ecuatoriano se han deteriorado en los últimos tiempos, pero el Gobierno de Quito sigue intentando negociar con el de Londres una vía para sacarle de la embajada.
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