AVISO DE CURVA

 RUBÉN OLVERA MARINES 

La estrategia económica que Miguel Riquelme necesita 

A poco más de nueve meses del inicio de su administración, el gobernador Miguel Riquelme ya recibió una de sus primeras notas reprobatorias en materia de economía. El INEGI reporta que, para el primer trimestre de 2018, el PIB de Coahuila registró una caída del -0.2% con respecto al mismo trimestre de 2017. Cifra en apariencia discreta. Sin embargo, con este retroceso, la entidad rompe una racha de cinco trimestres en fila con un crecimiento económico positivo.

A diferencia de sus antecesores, el Gobernador lagunero inauguró su gestión económica con un retroceso. Durante el primer trimestre de sus respectivas gestiones, los hermanos Humberto y Rubén Moreira lograron atractivas tasas de crecimiento del PIB, 7.1% en 2006 y 6.1% en 2012.

No se trata de comparar, como sí de revelar las tendencias del PIB estatal. Porque, de hecho, ninguna de las dos administraciones anteriores pasará a la historia por haber promovido altas tasas de crecimiento. Durante la gestión del primero de los Moreira (2005-2011), la economía creció en un promedio anual de 2.5%; destacando la crisis de 2009 cuando el PIB estatal se contrajo en un -13.5%. En 2010, el crecimiento se recuperó, al alcanzar una cifra del 9.4%.

Algo similar sucedió en la administración de Rubén Moreira, en donde el PIB creció, sin considerar 2017, en un promedio anual del 2.6%; acentuando el 2013, identificado como un año terrible, ya que, sin la existencia de una crisis como la de 2009, la economía de Coahuila no creció, estancándose el PIB en un 0.0%.

Tampoco se debe especular. Coahuila se encuentra lejos de una crisis todavía. Lo del primer trimestre de este año fue una caída pequeña y coyuntural, asociada, sin duda, a las tensiones comerciales internacionales. Se esperaría que, una vez ratificado el TLCAN, la economía del estado se recupere.

En períodos cortos, las economías estatales crecen, se estancan o se desploman. Con la estrategia económica correcta y con el uso de los instrumentos adecuados, el ritmo de crecimiento negativo se deberá revertir. Razón por la cual, frente al aviso de curva que aparece con la caída en el PIB del primer trimestre, y al percatarnos que durante los últimos doce años el PIB de Coahuila se estancó, vale la pena formularnos la pregunta: ¿la estrategia y los instrumentos descritos en el Plan Estatal de Desarrollo de la presente administración, responden a las coordenadas económicas de la actualidad, o habrá necesidad de ajustar el modelo y la forma de gestión de la política económica local, con el propósito de evitar se rompan las costuras de la economía coahuilense?

Ilustra mucho revisar el Plan Estatal de Desarrollo 2017-2023. En dicho documento, el gobernador Miguel Riquelme detalla una visión en la que la economía de Coahuila «crecerá en forma sostenida”. Establece, además, un sistema de indicadores en los que se considera un ritmo de crecimiento anual del 3.5%. Para lograrlo, se funda lo que, a entender de la actual administración, es una nueva estrategia económica, sostenida en el incremento de la competitividad y la promoción económica del estado.

Lo relevante es que la estrategia de promoción económica de Coahuila, con acentuación en el extranjero, ya la conocemos. Funcionó a medias. La pasada administración centró sus esfuerzos en Asia y Europa; la inversión no fluyó al ritmo que se esperaba, y su impacto en el PIB resultó marginal. Por lo que, considero que el ritmo de crecimiento sostenido al 3.5% anual que se ha propuesto el gobernador Miguel Riquelme, exige una estrategia que sirva y estimule la estructura productiva ya instalada en la entidad. Esto es, un modelo que fomente a la pequeña y mediana empresa, en donde se destinen mayores recursos públicos para la inversión en infraestructura, se diseñen incentivos fiscales y se promuevan esquemas para que la empresa local incorpore tecnologías de vanguardia en sus procesos productivos, genere mayor valor agregado y se encadene productivamente con la industria asentada en las distintas regiones de la entidad.

Dado su potencial industrial y competitivo, parece evidente que Coahuila tiene las condciones para crecer a tasas mayores de lo que ha crecido en los últimos años. Tal vez llegó el momento de un relanzamiento de la estrategia económica estatal.

 

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