EL MESÓN DE SAN ANTONIO

ALFONSO VÁZQUEZ SOTELO

Desapareció por incendio el Museo Nacional de Brasil

La ironía no sólo es una sonrisa inteligente o una puya detractora, sino la coincidencia que cubre espacios de tiempo al cumplir sus vueltas.

200 años pueden ser muchos o pocos, según se vean, pero en ese tiempo los brasileños habían acumulado recuerdos que daban testimonio del paso del hombre por el mundo, piezas invaluables de la Historia de la humanidad en su paso por la faz de la tierra.

Buena parte de la historia brasileña, latinoamericana e incluso internacional, se ha perdido irremediablemente en esta tragedia cultural. Se ha cercenado la memoria histórica, fueron reducidos a cenizas tesoros invaluables que ahora sólo quedan en registros fotográficos… y cuando veas los incendios de tus vecinos ocurrir, ¡pon tus museos, bibliotecas, archivos, documentación y centros culturales a remojar!

¿Cómo está la condición de estos espacios que en Coahuila tienen la inconmensurable labor de resguardar nuestro patrimonio cultural?

No sólo por incendios se terminan los espacios culturales, como ahora reconoce el Ministro de Cultura brasileño, sino también por negligencia.

Siempre relegamos a la última fila los asuntos culturales. Se sigue  pensando que la cultura es fiesta, frivolidad, algo opcional, cuando lo cierto es que existe una rampante ignorancia al respecto.

¿Para qué puede servir un Museo de Historia como el depositario en la Preparatoria Ateneo Fuente, que tiene gran parecido al que se incendió en Brasil?

En estos centros, que se crearon desde inicios del siglo XIX, se encuentran las mejores prácticas científicas de esa época. Las piezas que ahí se encuentran son irreemplazables, especies, objetos, algunos del espacio sideral.

Así,  la clasificación de especies, plantas, colores, cuarzos, aerolitos daban lustre a este episodio de la presentación de  la ciencia. Una ciencia la ciencia se hacía a través del ensayo – error  esos eran los principios básicos para hacer ciencia.

Pocas universidades, iglesias y centros culturales tienen  en nuestro país condiciones de seguridad de sus obras y piezas, todas tienen un inseguro cuidado, una especie de modorra y hartazgo que no hace lucir a estos espacios.

En un tiempo cuando fueron buenas las condiciones de los museos de historia, hacían que uno saliera de estos recintos con una gran inquietud por la ciencia, la antropología o paleontología; pero en últimas fechas, ante la apatía  y la falta de apoyo para atender y mantener las colecciones, uno temía salir infestado de piojos almacenados en los viejos osos que tanto admiramos alguna vez. El descuido era de tal punto que el polvo acumulado empañaba los vidrios, algunos también rotos desde tiempos inmemoriales.

Instituciones en nuestras tierras como la Universidad (recordemos que el Museo de Brasil dependía de la Universidad Federal de Río de Janeiro) y el gobierno del estado deben, por la pérdida que esto significa, reconsiderar las condiciones de los museos, centros culturales, archivos, bibliotecas y colecciones que resguardan nuestra memoria histórica. El Ateneo Fuente, dependiente de la Universidad Autónoma de Coahuila, hace algunos años ya sufrió una quemazón que arrasó con colecciones bibliográficas y algo más.

Se siente la indignación de los brasileños al perder su Museo Nacional de Historia, porque con ello han perdido su memoria histórica.

¿Qué contenía el museo?

            Sus 20 millones de artefactos incluyen fósiles, huesos de dinosaurios y un esqueleto de 12.000 años de una mujer conocida como «Luzia», la persona más antigua descubierta en Sudamérica. Una pieza a destacar para muchos fue el meteorito de Bendegó, que pesaba más de cinco toneladas y se descubrió en la región de Minas Gerais en el siglo XVIII”.

Suena a burla la declaración del Ministro de Cultura de Brasil, Sérgio Sá Leitão en Radio Eldorado, una estación del diario Estadâo, al decir “que buscarán los fondos necesarios para su reconstrucción”. Se anunció que se destinarían 2 millones de dólares, ¿usted piensa que con 2 millones de dólares se puedan reconstruir 20 millones de ejemplares y 200 años de historia?

Por lo pronto todo eso, hoy ya no existe. ¿Usted qué opina estimado lector?

 

Autor

Alfonso Vazquez Sotelo