Teatro García Carrillo: cultura edificada que sobrevivió a la tragedia

Al imaginar por un momento que los edificios pudieran hablar y contar su historia, seguramente una de las primeras que se quisieran escuchar, sería la del Centro Cultural Teatro García Carrillo, cuya construcción inició en 1906, tras el encargo del gobernador coahuilense Miguel Cárdenas, mismo que pactó con el empresario Antonio Dávila Ramos, la edificación de un nuevo espacio teatral, a raíz de que Saltillo se había quedado sin el famoso Teatro Acuña, a causa de un incendio, en 1902. Todo lo anterior, marcaba su primer momento como icono teatral.

Historiadores relatan que el Carrillo, en su auge, lucía elegante e imponente, y que contaba también con la tecnología más avanzada. Fue pionero en los juegos de luces, su sala era custodiada por una gran cúpula. Sus puertas −como por arte de magia− se abrían en automático, tan sólo con el toque de la mano. No era raro ver como su escenario reproducía incendios, relámpagos y hasta noches adornadas por una luminiscente luna, sin sufrir ningún daño.

El arquitecto franco-canadiense Henri E.M Guidon, fue responsable de su diseño. Sus muros −como reflejo de la tenacidad de los ciudadanos locales− fueron construidos de duradero ladrillo. Sus entrepisos y cúpula, se fabricaron en Bélgica.

La presentación y bienvenida al público del citado espacio, está guardada en la memoria del tiempo: el calendario marcaba el 27 de julio de 1910, año del centenario de la Revolución Mexicana. Una zarzuela y la presencia de la alta sociedad porfirista, marcaron el hecho.

TRAGEDIA INEVITABLE

Bastaron apenas 8 años de su apertura, para que gran parte de la estructura del Teatro Carrillo, que originalmente tenía aforo para 600 personas, se consumiera por un incendio el 3 de septiembre de 1918. A partir de ahí, el halo de misticismo que rodea su espacio nacería, ya que al momento del siniestro, se anunciaba el regreso a la ciudad del montaje El Loco Dios, del nobel literario José Echegaray y Eizaguirre. Trabajo satanizado, en su época, por su contenido que cuestionaba, de algún modo, la existencia de Dios, y que, curiosamente, culminaba con un incendio.

La versión oficial del comentado, señala que el mal funcionamiento del transformador del edificio, originó el trágico acontecimiento.

COMO EL FÉNIX

Años más tarde, en 1999, el inmueble fue rescatado para fungir como centro cultural, bajo la administración del Instituto Municipal de Cultura de Saltillo. Decisión que lo posicionó como uno de los pilares culturales de la capital coahuilense.

Elementos aun conservados, como la taquilla, fachada y sus característicos vitrales, son recuerdos de su original composición.

LA BRUJA DEL GARCÍA

Situado en la calle Aldama 315, en el Centro Histórico, el García Carrillo y su incendio, fue pretexto de múltiples leyendas. Quizá una de las más comentadas, la que involucraba a una bruja, misma que encendiera las llamas dentro de la edificación.

Se cuenta que un telonero que laboraba en el recinto, declaró que él y otros compañeros se encontraban cazando a una bruja en forma de lechuza que se había resguardado en el lugar y que, tras varios intentos, el ave terminó por ser atrapada. Según la experiencia del trabajador, se trataba de una señora con pocos dientes y ojos saltones que gritaba «no me maten», en un eco que quedó atrapado en las paredes del Teatro.

CON PERFORMANCE: VUELVE EL LOCO DIOS

Para conmemorar el centenario del incendio que pausó, en un primer momento, la actividad del Teatro García Carrillo, el Instituto Municipal de Cultura de Saltillo −liderado por Iván Márquez Morales− organizó un performance, dirigido por el maestro teatral Medardo Treviño, en el que se reprodujo la obra El Loco Dios.

Baile, canto, música de orquesta en vivo y actuaciones que regresaron a la vida a los personajes del polémico montaje, deleitaron a los asistentes que se congregaron a las afueras del recinto cultural, en un evento sin precedentes y que, con gran acierto, trazó la historia de uno de los acontecimientos que marcaron la vida cultural de la ciudad. (OMAR SOTO)

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