La carta de un arzobispo, que puso a temblar a toda la iglesia

         Esta semana el arzobispo Carlo Maria Viganò, quien fuera Nuncio Apostólico en los Estados Unidos, hizo pública el contenido de una carta, en la cual acusa al Papa Francisco de encubrir casos de pederastia, le pide su abdicación, y pone a temblar a la iglesia católica en todo el mundo. Una carta de 14 páginas, de la cual presentamos algunos de sus párrafos más significativos

 

“…Obispos y sacerdotes, abusando de su autoridad, han cometido crímenes horrendos en detrimento de sus fieles, menores, víctimas inocentes, hombres jóvenes deseosos de ofrecer su vida a la Iglesia, o han permitido, con su silencio, que dichos crímenes siguieran siendo perpetrados.

 

“…Para devolver la belleza de la santidad al rostro de la Esposa de Cristo, terriblemente desfigurado por tantos delitos abominables, y si queremos sacar de verdad a la Iglesia de la fétida ciénaga en la que ha caído, tenemos que tener la valentía de derribar esta cultura de omertà (La ley del silencio u omertá​ es el código de honor siciliano que prohíbe informar sobre las actividades delictivas consideradas asuntos que incumben a las personas implicadas. Wikipedia) y confesar públicamente las verdades que hemos mantenido ocultas. Es necesario derribar el muro de omertà con el que los obispos y sacerdotes se han protegido a ellos mismos en detrimento de sus fieles; omertà que, a los ojos del mundo, corre el riesgo de hacer aparecer a la Iglesia como un secta, omertà no muy distinta de la que encontramos vigente en la mafia.

 

“…Siempre he creído y esperado que la jerarquía de la Iglesia pudiera encontrar en sí misma los recursos espirituales y la fuerza para sacar a la luz la verdad, para enmendarse y renovarse. Por esta razón, aunque me lo habían pedido en varias ocasiones, siempre había evitado hacer declaraciones a los medios de comunicación, incluso cuando habría estado en mi derecho hacerlo para defenderme de las calumnias publicadas sobre mi persona por parte de altos prelados de la Curia romana. Pero ahora que la corrupción ha llegado a los vértices de la jerarquía de la Iglesia, mi conciencia me impone revelar esas verdades relacionadas con el tristísimo caso del arzobispo emérito de Washington Theodore McCarrick, de las que tuve conocimiento durante los cargos que me fueron confiados: por san Juan Pablo II como Delegado de las Representaciones Pontificias de 1998 a 2009, y por el Papa Benedicto XVI como Nuncio Apostólico en los Estados Unidos de América del 19 de octubre de 2011 a finales de mayo de 2016.

 

“…Para disipar las sospechas que han sido insinuadas en algunos artículos recientes, diré inmediatamente que los Nuncios Apostólicos en los Estados Unidos Gabriel Montalvo y Pietro Sambi, ambos fallecidos recientemente, informaron inmediatamente a la Santa Sede en cuanto tuvieron conocimiento de los comportamientos gravemente inmorales del arzobispo McCarrick con seminaristas y sacerdotes.

 

“…Asimismo, el Nuncio Sambi transmitió al cardenal Secretario de Estado Tarcisio Bertone un memorándum de acusación contra McCarrick presentado por el sacerdote Gregory Littleton de la diócesis de Charlotte, reducido al estado laico por violación de menores, junto a dos documentos del mismo Littleton en los que relataba su triste historia como víctima de abusos sexuales perpetrados por el entonces arzobispo de Newark y por varios sacerdotes y seminaristas.

 

“…El cardenal Angelo Sodano fue Secretario de Estado hasta septiembre de 2006: a él le llegaba toda la información. En noviembre de 2000, el Nuncio Montalvo le envió su informe transmitiéndole la citada carta del padre Boniface Ramsey en la que denunciaba los graves abusos cometidos por McCarrick.  Es bien sabido que Sodano intentó encubrir hasta el final el escándalo del padre Maciel: incluso destituyó al Nuncio de Ciudad de Méjico, Justo Mullor, que se negaba a ser cómplice de sus maniobras de encubrimiento de Maciel y en su lugar nombró a Sandri, entonces Nuncio en Venezuela, que en cambio estaba muy dispuesto a colaborar. Sodano consiguió incluso que la Sala de Prensa del Vaticano emitiera un comunicado en el que se afirmaba una falsedad, a saber: que el Papa Benedicto había decidido que el caso Maciel tenía que considerarse cerrado. Benedicto reaccionó, a pesar de la infatigable defensa de Sodano, y Maciel fue juzgado culpable e irrevocablemente condenado.

 

“En lo que respecta a la Curia romana, por ahora me detengo, aunque son bien conocidos los nombres de otros prelados del Vaticano, también muy cercanos al Papa Francisco, como el cardenal Francesco Coccopalmerio y el arzobispo Vincenzo Paglia, que pertenecen a la corriente filohomosexual favorable a subvertir la doctrina católica respecto a la homosexualidad; corriente que ya fue denunciada en 1986 por el cardenal Joseph Ratzinger, entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales. A la misma corriente, aunque con una ideología distinta, pertenecen también los cardenales Edwin Frederick O’Brien y Renato Raffaele Martino. Otros, pertenecientes a dicha corriente, residen incluso en la Domus Sanctae Marthae.

 

“…El Papa Francisco ha pedido en numerosas ocasiones total transparencia en la Iglesia, y a los obispos y fieles que actúen con parresía. Los fieles de todo el mundo se la exigen también a él de manera ejemplar. Que diga desde cuándo tenía conocimiento de los crímenes cometidos por McCarrick abusando de su autoridad con seminaristas y sacerdotes. En cualquier caso, el Papa tuvo conocimiento de ellos por mí el 23 de junio de 2013 y siguió encubriendo a McCarrick, sin tener en cuenta las sanciones que le había impuesto el Papa Benedicto y haciendo de él su fiel consejero junto con Maradiaga.

 

“…El comportamiento del Papa tampoco ha sido distinto en el triste caso de McCarrick. Sabía, por lo menos desde el 23 de junio de 2013, que McCarrick era un depredador en serie. Y aunque sabía que era un corrupto, lo ha encubierto a ultranza; es más, ha hecho suyos los consejos que McCarrick le daba, y que no estaban ciertamente inspirados por sanas intenciones y por su amor a la Iglesia. Sólo cuando se ha visto obligado por la denuncia de un menor, y siempre en función del aplauso de los medios de comunicación, ha tomado medidas para, así, salvaguardar su imagen mediática.

 

“…El Papa Francisco, en el Angelus del domingo 12 de agosto de 2018 ha pronunciado estas palabras: “Cada uno es culpable del bien que podía hacer y no ha hecho… Si no nos oponemos al mal, lo alimentamos de manera tácita. Es necesario intervenir donde el mal se difunde; porque el mal se difunde donde faltan cristianos valientes que se opongan con el bien”. Si esta, justamente, hay que considerarla una grave responsabilidad moral para cada fiel, es aún más grave para el supremo pastor de la Iglesia que, en el caso de McCarrick, no sólo no se ha opuesto al mal, sino que se ha asociado para llevar a cabo el mal con quien sabía que estaba profundamente corrompido, ha seguido los consejos de quien sabía que era un perverso, multiplicando así de manera exponencial, con su autoridad suprema, el mal actuado por McCarrick. ¡Y a cuántos malos pastores Francisco sigue apoyando en su acción de destrucción de la Iglesia!  Francisco está abdicando del mandato que Cristo dio a Pedro de confirmar a sus hermanos. Es más, con acción los ha dividido, los induce en error, anima a los lobos a seguir destrozando a las ovejas de la grey de Cristo.

 

“…En este momento extremamente dramático para la Iglesia universal tiene que reconocer sus errores y, en coherencia con el proclamado principio de tolerancia cero, el Papa Francisco tiene que ser el primero en dar ejemplo a los cardenales y obispos que han encubierto los abusos de McCarrick y tiene que dimitir con todos ellos.  ¡Aun en el desconcierto y en la tristeza por la gravedad de todo lo que está sucediendo, no perdamos la esperanza! Sabemos bien que la gran mayoría de nuestros pastores viven con fidelidad y dedicación su vocación sacerdotal. En los momentos de grandes pruebas es cuando la gracia del Señor se revela con sobreabundancia y pone su ilimitada misericordia a disposición de todos; pero esta es concedida sólo a quien esté verdaderamente arrepentido y se proponga sinceramente enmendarse. Este es el tiempo oportuno para que la Iglesia confiese sus pecados, se convierta y haga penitencia.

 

LA RESPUESTA DE FRANCISCO

Ante la consulta de un periodista de CBS en el vuelo papal al finalizar el Encuentro Mundial de las Familias Dublín 2018, el Papa Francisco dijo: “he leído esta mañana ese comunicado. Lo he leído y diré sinceramente que debo decirles esto, a usted y a todos los que están interesados: lean ustedes atentamente el comunicado y hagan ustedes su propio juicio”.

“Yo no diré una palabra sobre esto, creo que el comunicado habla por sí mismo y ustedes tienen la capacidad periodística suficiente para sacar sus conclusiones”, añadió.

El Papa señaló que se trata de “un acto de confianza. Cuando pase algo de tiempo y ustedes tengan las conclusiones tal vez hablaré… pero yo quisiera que vuestra madurez profesional haga este trabajo. Hablamos luego, ¿está bien?”.