Los jóvenes deben sentir que son Iglesia, experimentándola como lugar de comunión y participación. D.P. #1184.

 

El Señor Obispo Jesús María Echavarría en su acción pastoral en la Diócesis de Saltillo, puso todo su empeño por ayudar a los jóvenes para que estudiaran; bien en el seminario o en otra carrera profesional. Con el mismo esfuerzo ayudó a los jóvenes en su vida espiritual y a ser hombres íntegros útiles a la sociedad.

Testigos dicen:

Dr. Antonio Omar González García. “De niño conocí al Siervo de Dios, en el año de 1934, en las Escuelas Hogar… se veía que tenía grande interés por los niños, a viento y marea sostuvo las Escuelas Hogar, que se podrían llamar “Catacumbas de la Educación”, su cara era paternal, daba confianza, tenía un gran amor a los pobres. Fue el promotor y cimiento de muchos de los que hoy son profesionistas: médicos, licenciados, maestros, sacerdotes, religiosos, laicos comprometidos. Era modesto y sencillo; yo viéndolo ya como profesionista admiro su grandeza, su educación, su personalidad…”

Marina Valdez Vda. De Ramírez de Saltillo. “Conocí y tuve muchas oportunidades de tratar al Siervo de Dios Jesús María Echavarría, porque fui presidenta de las hijas de María durante cinco años… El día ocho de diciembre día de la Inmaculada y Patrona de las Hijas de María, nos celebrara misa pontifical, llevaba a todos los seminaristas. Se oía decir que nadie salía defraudado del obispado, siempre ayudaba a todos…”

José Alonso Cruz Escobedo. Químico Farmacéutico Biólogo. “El Siervo de Dios se preocupaba grandemente porque la Palabra de Dios fuera conocida por sus fieles, p.e. revisaba nuestros boletines de la ACJM, para que no fuera haber un error en los que se refería a la Palabra de Dios… Su predicación era sencilla, sus sermones muy claros.

El Señor Obispo Echavarría impulsó los grupos apostólicos de su Diócesis; entrevistas con sus dirigentes, Eucaristías solemnes, correcciones en materia de fe y orientaciones; a fin de que el Reino de Dios creciera en el corazón de los jóvenes.

Podemos afirmar de manera contundente que el venerable siervo de Dios Jesús María, ayudó a los jóvenes a descubrir su vocación y a participar con responsabilidad en la construcción de un mundo mejor.

Padre José Salvador Flores, de Allende, Coahuila. “Conocí al Siervo de Dios una vez que fue hacer visita pastoral a mi pueblo en el año de 1918… Le dije al Señor Obispo: quiero entrar al seminario… él me dijo muy bien… Estas listo para el curso que se abrirá en septiembre en el seminario… y el 1° de septiembre de 1923, ingresé al seminario.

El Siervo de Dios fue para mis compañeros un verdadero padre, ya sabemos que en Teología se le da al obispo tres títulos: Padre, Pastor y Maestro y él cumplió admirablemente con los tres títulos, pero sobre todo con el título de Padre; él merece nuestro cariño y nuestro afecto, yo en especial le guardo un cariño muy especial, porque me recibió con mucho afecto, me sostuvo, me alentó…”

El padre Rodrigo Marrero, siendo seminarista en Comillas, España escribe al Señor Obispo Echavarría el 20 de septiembre de 1929 “…En cuanto a las notas que obtuve el pasado año… no son sobresalientes como yo hubiera deseado me esforcé todo lo posible pero debido a las circunstancias, por ser la vez primera en este colegio no pode corregirlas, pero espero confiado en Dios Nuestro Señor que en este nuevo curso podrá hacer más… en cuanto a la disciplina del seminario debo decir que sigo contento como al principio y preparándome de manera tal que si Dios me concede terminar creo poder hacer algo en mi querida Diócesis.

A medida que voy creciendo y conociendo el gran fervor que Ud. Me está haciendo al sostenerme del todo en mu suspirada carrera creo que mis palabras de agradecimiento se han agotado y que quizá nunca pueda corresponderle como es debido a tan benemérito favor…”

El Padre Rector del seminario de Castroville, Texas, escribe al Señor Obispo Echavarría el 20 de septiembre de 1929. “…Doy con esta contestación a su atenta carta del día 14 de los corrientes, correspondo a sus saludos y acuso recibo de los 117.00 Dls., colegiatura de los seminaristas de Saltillo correspondientes a los meses de septiembre y octubre…”

El R.P. Lozano le comunica al Señor Obispo Echavarría, que se fue a España porque las circunstancias lo exigían, que no tenga cuidado de los seminaristas, pero si Ud. Lo determina se los trae.

Ya tiene preparado el lugar donde pasarán las vacaciones sin ser molestados próximamente enviará calificaciones, han sido muy satisfactorias. Libro 6 pág. 52 año 1931.

Firmada por los cinco seminaristas estudiando en España. Le hacen saber que prefieren permanecer allá a pesar de la situación ya que los seminaristas continúan trabajando, pero están dispuestos a hacer lo que Él les ordene. Libro 6 pág. 60-61 año 1931.

El joven Gustavo Vargas desea ingresar al seminario, manifiesta que el Padre Rector no lo pudo recibir porque el año escolar está muy avanzado y no podrá alcanzar de los demás seminaristas, así que se regresa a su casa y vuelve el próximo año a iniciar el nuevo curso. Libro 6 pág. 11 año 1931.

Estos escritos y otros, que existen en el archivo de las Hermanas Catequistas Guadalupanas, dan fe del interés que el venerable siervo de Dios Jesús María Echavarría tenía por la formación académica y espiritual de los seminaristas.

Desde que tomó posesión de la Diócesis el Señor Echavarría vio como uno de los principales deberes que le impusiera el cargo de Pastor, reabrir el Seminario, para poder educar e instruir a los jóvenes que aspiraban al sacerdocio y formar ministros que por su santidad y saber fueran dignos dispensadores de los bienes espirituales.