ULISES SALAS
Nobleza obliga
Eran tiempos de gobierno de Enrique Martínez y Martínez en la administración estatal cuando diversas voces de científicos alertaron del peligro de la sobre explotación acuífera en los mantos cercanos a las pozas de Cuatro Ciénegas.
Sin embargo, el entonces mandatario coahuilense se amparó en un dictamen de la Conagua, para permitir a los dueños de la empresa Lala la instalación de ranchos ganaderos en la región, bajo la premisa de que no habría daño alguno al milenario sistema acuífero.
El tiempo dio la razón a los científicos y ambientalistas, y ahora las pozas y sus especies endémicas, como la Tortuga Bisagra se encuentran casi en peligro de extinción por la falta de agua.
EMM fue titular de la Sagarpa, y luego Embajador de México en Cuba, pero nunca más habló del daño al ecosistema, que ocasionó su deseo de favorecer a la empresa lechera.
Es tiempo de reconocer errores.
¿Pleito mágico?
Ahora que todos los recursos federales pasaran por el filtro del delegado federal, Reyes Flores Hurtado, en el sector turismo de Coahuila, hay cierta inquietud y zozobra.
La preocupación es válida, pues el gobierno federal destina anualmente 24 millones de pesos para la promoción de los seis Pueblos Mágicos, existentes en la entidad.
La Secretaria de Turismo federal, envía a su equivalente en Coahuila un presupuesto establecido para mejoras en los Pueblos Mágicos de Viesca, Arteaga, Cuatro Ciénegas, Candela, Guerrero, y Parras de la Fuente.
La pregunta, aun sin respuesta, es si el gobierno estatal se mantendrá a cargo de los recursos.
Falta que Reyes lo acepte…
¡A darle!
Jorge Alanís, Tesorero de la Universidad Autónoma de Coahuila, se recupera paulatinamente de una afección pulmonar.
El funcionario universitario es un hombre inquieto y emprendedor, por lo que seguramente pronto lo veremos repuesto y con pilas recargadas.
Que así sea…
Celulitis…
Circulaba un servidor el jueves por la tarde por conocido bulevar de Saltillo, cuando de repente un veloz auto compacto, de color rojo, pasa dando dos que tres volteretas hasta detener su carrera en un dique del camellón central.
En el interior del auto semidestrozado, se alcanza a observar a dos jovencitas aturdidas y asustadas, pero sanas, por fortuna, que estallan en llanto.
Junto a otros dos automovilistas, me acerco al vehículo para tratar de calmarlas, mientras otro llama al 911 y pide una ambulancia a la Cruz Roja.
La joven copiloto, es la más asustada, y llora sin parar, en tanto que la conductora, una chica de unos 17 años, al vernos llegar se enjuga el llanto, y tímidamente pregunta:
-¿No vieron un celular tirado ahí afuera?
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