UNIVERSIDAD INTEGRAL, RESPONSABILIDAD SOCIAL

 CÉSAR FELIPE DE LA ROSA

“Para mi amigo Julio Saucedo Zul, universitario ejemplar”

            Caminar hacia modelos educativos humanistas de desarrollo integral, compromiso y responsabilidad social, requiere transformar no sólo la dinámica del proceso de enseñanza y aprendizaje, implica generar estrategias para que el profesorado se involucre en proyectos académicos con responsabilidad social, como filosofía de crecimiento de la cultura organizacional. La calidad de la educación es un reto para el desarrollo de un país; en ello juega un papel primordial la formación de los estudiantes y la actualización de los académicos. Los planes de desarrollo de las instituciones de educación superior deben contemplar un programa de consolidación de la formación de los futuros egresados para que asuman el liderazgo profesional, fortaleciendo la cultura de responsabilidad social al interior de la comunidad universitaria.

Al transitar por la historia de la humanidad nos encontramos, en ocasiones, con que la educación ha sido utilizada como medio de imposición y poder del hombre sobre el hombre, en lugar de haber sido utilizada como instrumento para estimular y potenciar el desarrollo del pensamiento humano. En algunas instituciones educativas se lleva un curriculum orientado a preparar una élite intelectual para dirigir a las sociedades y naciones del mundo e imponer sus criterios y maneras de gobernar a todos los grupos sociales.

No obstante, la universidad, gracias a su fuerza creadora de conocimiento, ha venido optando por generar nuevas opciones; no puede funcionar sin tener la ilusión de mantener siempre una relación con el saber. La universidad no puede existir sin estar inmersa en la producción de conocimientos (Monereo y Pozo, 1999; Didriksson, 2007), aunque el conflicto entre el poder y el saber nunca dejará de existir ni podrá renunciarse a la idea de que la producción de conocimiento debe permanecer como condición sine qua non, ya que sin éste, la universidad pierde sentido.

Los desafíos que en la actualidad enfrenta la educación superior constituyen un reto para la sociedad civil organizada, la obliga a generar las bases y condiciones para situarla en una mejor posición y dar respuestas satisfactorias a las necesidades presentes y futuras del desarrollo humano.

Para Vallaeys (2008), las características más relevantes de la RSU son:

  1. La universidad debe ser socialmente responsable de su propia organización.
  2. La universidad debe ser responsable de la formación académica de sus estudiantes, bajo criterios de calidad y sensibilidad social.
  3. La universidad debe ser socialmente responsable de la producción y difusión del conocimiento.
  4. La universidad debe ser socialmente responsable de la participación social.

En sintonía con el movimiento de la Responsabilidad Social, la misma universidad ha empezado a concebir conceptos (el qué), diseñar estrategias (el cómo) y orientar su servicio (el para qué); sin embargo, nuestro trabajo consiste en una reflexión que propone (el porqué) de esta nueva dinámica en la universidad. Queremos ver qué fluye por esta organización llamada universidad y hasta qué punto cumple con la finalidad esencial. Partiendo de esta premisa intentamos desarrollar este tema tan en boga en el mundo contemporáneo entendiéndolo no como un apéndice, yuxtaposición o agregado para completar la estructura de marketing que los tiempos requieren, sino como una realidad inherente a la naturaleza y misión de la universidad. En primer lugar conviene distinguir la estructura esencial de la universidad de su figura concreta y evolutiva (su organización). La estructura esencial comprende todo lo que en la universidad proviene de su naturaleza de buscar la verdad universal. Esta estructura está destinada a prolongarse en el tiempo. Sin embargo, esta estructura esencial y permanente reviste siempre una figura concreta y una organización, que son fruto de datos contingentes y evolutivos, históricos, culturales, geográficos, político.

La figura de la universidad está normalmente sujeta a evolución; ella es el lugar en que se manifiestan diferencias legítimas e incluso  necesarias. Sin embargo, esta distinción no significa que haya un quiebre o antagonismo entre ambas (estructura esencial y organización); ya que la primera está implicada en la segunda. Pero lograr una distinción adecuada entre ambas es una tarea muchas veces delicada que implica discernimiento, sobre todo en el plano académico que busca los fundamentos epistemológicos, para no perderse en uno de sus extremos. Así la universidad está frente a dos imperativos que la mantienen en una tensión dinámica insuperable. Por un lado está identificada a la memoria viva, la asimilación teórica, la respuesta histórica del conocimiento como origen y cimiento de su existencia; por otro, está obligada a transmitir el conocimiento a todos los hombres a través del proceso de enseñanza- aprendizaje, la investigación y la responsabilidad social vivida en la comunidad universitaria y proyectada a la sociedad.

Por ello, se insiste de manera perene que la Universidad es el espacio educativo, formal, desde luego, pero sin duda y más allá, es el punto donde confluyen las perspectivas y sobre todo la individualidad que se integra a un todo, de ahí, que se afirme que la responsabilidad de la universidad y los universitarios es la integración total a su ambiente. Universidad integral.