EL RASCACIELOS: PELIGRO EN LAS ALTURAS

VÍCTOR BÓRQUEZ NÚÑEZ

Imposible que no se venga a la memoria “Infierno en la Torre”, el clásico setentero de desastres o “Duro de Matar”. Y si bien este filme resulta menor en la comparación, es un modelo perfecto de lucimiento para su actor (que también aparece como productor) y la película ideal para público adicto a las recetas que funcionan como reloj inglés. Inofensivo entretenimiento para que la familia permanezca siempre unida.

Es cierto, parece que con los años transcurridos, evocar hoy un filme como “Infierno en la torre”, ese clásico del cine de desastres de los años setenta de John Guillermin, hace sombra a este estreno comercial que, con la fórmula del mega edificio en llamas pone en jaque a sus protagonistas.

También es imposible no evocar “Duro de matar” (también conocido como “La jungla de cristal”, donde Bruce Willis hacía lo mismo que el protagonista en este filme: arriesgar el pellejo con tal de salvar a su familia no solo de las llamas sino también de un grupo de asesinos que pretende a toda costa apoderarse de un artefacto incriminador.

En todo caso, siendo justos, “Rascacielos, peligro en las alturas” no alcanza ni remotamente el encanto de aquéllas, aun cuando sí funciona como un excelente vehículo de lucimiento para mayor gloria de Dwayne “La Roca” Johnson que, era que no, acá ataca solo a un ejército y logra trepar más de 200 pisos en plenas llamas, teniendo incluso una pierna ortopédica.

Como es habitual en este tipo de filmes, el protagonista, Will Sawyer, tiene un pasado adecuado; fue encargado de seguridad y ex-marine de los Estados Unidos, el cual perdió una pierna en una misión de la Unidad de Rescate de Rehenes del FBI.

Luego de este doloroso accidente, se traslada con su familia a la exótica Hong Kong, alojándose en un departamento en el nuevo rascacielos más alto del planeta, en donde deberá vivir y trabajar como supervisor del edificio. Pero, apenas ingresa a su cargo y es presentado al poderoso dueño del lugar, se desata un feroz complot terrorista que amenaza con incendiar el edificio y así destruir el rascacielos, aunque las razones de este hecho son bastante distintas de querer reducir este sitio a cenizas.

El responsable de este producto de entretenimiento y golpes de efectos es Rawson Marshall Thurber, un director casi desconocido, con algunas comedias sin muchas pretensiones como lo son “Un espía y medio” (2016), donde ya dirigió al ex luchador de wrestling profesional, “Somos los Miller” (2013) y “Cuestión de pelotas” (2004), considerada por muchos como su mejor película.

Desde luego que no se puede pretender buscar profundidad, riesgo estético o una nueva fórmula dentro de los convencionalismos de un filme que se recibe como la nueva película de acción veraniega de Dwayne Johnson, quien ya se acostumbró a filmar dos o tres del mismo tipo de películas, en donde él siempre repite el modelo de héroe a pesar de todos los obstáculos. De hecho, no hace ni tres meses estaba en la cartelera con “Rampage”, donde lógicamente el personaje estaba hecho como traje a su medida.

El reparto lo completan actores secundarios de la talla de Neve Campbell o Noah Taylor, pero son tan superficiales, ya sea por el propio tiempo en pantalla o el mismo uso de los actores en ella, que su paso por la película se vuelve intrascendente y Dwayne se convierte en el epicentro de todo.

Es una lástima que “Rascacielos, peligro en las alturas” sea solo un entretenimiento sin mayores alcances, donde todo lo que espera el espectador se cumple, porque podía haber sido un estupendo thriller o cinta de desastres, sobre todo por la atractiva puesta en escena del edificio más alto del mundo, La Perla, que a decir verdad no alcanza a ser apreciado en toda su magnitud, porque el incendio comienza antes de los 30 minutos del inicio.

De este modo, este filme es solo un título que entretiene, entrega su cuota de acción trepidante y deja contentos a todos, especialmente a los fans de “La Roca” que, por fortuna, todavía desliza cierta simpatía dentro de los esquemáticos roles que asume.

Curiosamente, la película -salvo por la acción y los muy notables efectos especiales del incendio- no tiene brillo ni alcanza carisma suficiente, debido a un pobre desarrollo narrativo, perjudicado especialmente porque ni siquiera se alcanza a presentar bien a los personajes cuando ya ha comenzado la acción. Esto hace, por ejemplo, que todos sean meras caricaturas y que no haya ni un solo vínculo o motivos de valor como para que uno se trague el cuento.

Con títulos como éste, Hollywood nos vuelve a dar la razón respecto de su total falta de creatividad, haciendo solo lo que viene entregando desde hace décadas: películas veraniegas y funcionales que no aportan nada al cine y que a la vuelta de los meses son olvidadas y reemplazadas por nuevas aventuras y nuevos blockbuster de moda.