AVISO DE CURVA

 RUBÉN OLVERA MARINES 

El PRI de Coahuila, lo que el viento no se llevó

 En un PRI que a nivel nacional sufrió la peor derrota de la que se tenga memoria, que pierde a gran velocidad y de forma inexorable a militantes y simpatizantes, que gobierna el estado en un ambiente de adversidad política y escasez de recursos y siendo el partido con la mayor proporción de opiniones negativas entre el electorado, llama poderosamente la atención que el pasado 1 de julio, el PRI de Coahuila se haya mantenido como la primera fuerza política en el estado.

El Instituto Electoral de Coahuila reporta que en el reciente proceso para elegir alcaldes, el PRI y sus aliados obtuvieron el 37.7% de los votos emitidos en el estado (513,429). El denominado Frente (PAN, UDC y Movimiento) alcanzaron un 31.83% (432,608). Por su parte, Morena y acompañantes se quedaron con un 23.47% (318,967).

El ruido de la catástrofe nacional no debería distraer de un análisis riguroso de los resultados de la elección local. Porque en los hechos, el vendaval no parece haber lastimado de gravedad al PRI de Coahuila. Nada, dicen los priístas, que el reforzamiento de la estructura no pueda remediar. De hecho, en relación a la elección de alcaldes de 2017, el PRI, sin sus aliados, registró un crecimiento del 3.67%, al pasar de 453,373 votos en 2017 a 470,020 sufragios en 2018. El PRI, sin el Verde ni Panal, obtuvo 37 mil votos más que el Frente y 151 mil más que Morena y sus aliados.

La diferencia es que, en 2017, el PRI logró 27 alcaldías. En este año, apenas 18. Perdió con Morena importantes bastiones como Piedras Negras, Matamoros y Francisco I. Madero. También les fue arrebatado San Pedro, en donde ganó el Frente. Sin embargo, la pérdida de algunas de éstas y otras alcaldías dependió, sin duda, del fenómeno Morena y del bajo perfil de los candidatos seleccionados por el PRI, más que de factores atribuibles a una crisis del partido.

Porque incluso en la elección federal, Coahuila fue de los pocos estados en los que el PRI salió relativamente bien librado. De las 14 diputaciones federales que el PRI ganó en todo el país, dos fueron para Coahuila. Respecto a la elección presidencial, mientras que a nivel nacional la Coalición Todos por México logró apenas un 16.4%, en Coahuila alcanzó un 26.11%.

Explico la posición del PRI de Coahuila de la forma más sencilla: Coahuila fue la segunda entidad con el mayor porcentaje de votos para el PRI (26.11%), sólo superada por Yucatán (27.82%). En los hechos, los gobernadores priístas de Coahuila y Yucatán fueron de los pocos que otorgaron buenas cuentas para el PRI, incluso el segundo perdió la gubernatura con el PAN, aunque fue el único que ganó el Senado. Los de Hidalgo, Edomex, Sonora, Campeche, Colima, entre otros, ni siquiera figuraron.

Me atrevo a afirmar que, si los candidatos al Senado del PRI de Coahuila hubieran dedicado un mayor esfuerzo para contrarrestar el voto cruzado, sobre todo en los distritos con cabecera en Torreón, se llevan las dos fórmulas, o al menos se hubieran acercado todavía más a Morena.

La racha de viento electoral apenas le tumbó el sombrero al PRI de Coahuila. Ganar el Senado y tres diputaciones federales no significa nada para las aspiraciones de Morena de pelear por la gubernatura en 2023. Pregunten al PAN que se agenció el Senado durante tres elecciones consecutivas.

¿Se puede hablar de un PRI de Coahuila revestido frente a la tormenta? ¿O es ésta una discusión poco realista y al igual que a nivel nacional, el PRI de Coahuila se encuentra al borde del precipicio? Respondo con una reflexión. Si los temas de la deuda y el supuesto fraude de 2017 están agotados, si en tres ocasiones anteriores el PRI perdió el Senado y aun así ganó la gubernatura, si a pesar de la debacle nacional el PRI de Coahuila creció en votos respecto a 2017, entonces este aviso de curva no es para el PRI, como sí para Morena y el PAN que elevan sus expectativas para las próximas elecciones locales: «la estructura del PRI lo explica todo”.

 

Tu Opinión: olveraruben@hotmail.com