POPOTES, EL OTRO LADO DE LA MONEDA

 RD GONZÁLEZ

Conforme continúa la transición de una sociedad completamente consumista hacia una sociedad con conciencia sustentable, no está de más considerar el efecto que estos paradigmas sociales incurren fuera de su claro beneficio ecológico.

Los mecanismos sociales que determinan los valores de la sociedad están en constante movimiento y no siempre se puede predecir qué rumbo tomarán. Por un lado tenemos una industria como la del circo, la cual recibió un golpe durísimo al verse forzados a renunciar el uso de animales para sus funciones. Un cambio extraordinario para los defensores de los animales, pero una problemática para todas las personas que su vida depende de esa industria. Por otro lado se encuentra la industria de las botellas de plástico, la cual se ha predicho por años que sufriría un golpe similar debido a su impacto ecológico, sin embargo en su mayoría esta industria sigue completamente de pie.

Ahora se conoce con total certeza a la nueva “victima” de estos mecanismos sociales, los popotes de plástico. Si bien es un cambio completamente necesario, y tan solo uno de muchos que hacen urgentemente falta en el planeta, las campañas y artículos al respecto rara vez se detienen a pensar en las personas afectadas. La industria del popote pierde continuamente clientes y se ve forzada a tomar uno de dos caminos: Continuar maximizando sus ventas lo más posible hasta un eminente cierre o reinventarse con popotes biodegradables. Ambos caminos tienen un impacto severo en todos los empleados de estas compañías. En un camino, se ven destinados a perder su trabajo, mientras que en el otro viven en la incertidumbre de si su empresa logrará sacar adelante el proyecto con los nuevos costos, sin mencionar el miedo a posibles recortes laborales debido a estos mismos.

Hoy en día se pueden encontrar 58 empresas de popotes en la sección amarilla. En la búsqueda de un mundo con mayor conciencia social, es importante no perder de vista que todo cambio tiene consecuencias, tanto buenas como malas. Idealmente el caso de los popotes le servirá al resto de la industria de plástico para aprender a adaptarse al cambio en los mecanismos sociales, evitando así un efecto negativo en la vida de millones de familias que dependen de sus trabajos en ella, pero eso no impide que como sociedad se tome en cuenta a las miles de familias ya afectadas por estos cambios. Es imprescindible que en la búsqueda de un mejor planeta se busque también maneras de apoyar a las personas afectadas por dichos cambios, después de todo, ellos son parte del planeta también.