En su auto y sin escolta: ¿Quién protege a López Obrador? 

Foto: José Pazos/NOTIMEX/dpa

Por Andrea Sosa Cabrios

Ciudad de México.- Un repartidor de comida aceleró su moto cuando vio que, metros más adelante, iba el auto Jetta blanco de Andrés Manuel López Obrador, ganador de las elecciones de México. Era sólo cuestión de alcanzarlo en la esquina.

Es fácil tomarse una selfie con el próximo presidente o saludarlo en el semáforo. Como siempre López Obrador circulaba con la ventanilla abierta, sentado en el asiento del copiloto, con su chofer y sin escolta.

Dice que lo cuida la gente. Pero así como es fácil acercarse a él, podría ser fácil atentar contra su vida. Su seguridad se ha vuelto tema de discusión en un país con más de 29.000 asesinatos anuales y cárteles de las drogas.

López Obrador no quiere que lo proteja el Estado Mayor Presidencial. Ni ahora ni cuando asuma el poder el 1 de diciembre.

El presidente Enrique Peña Nieto y miembros del equipo de López Obrador están tratando de hacer que cambie de idea y que acepte algún tipo de protección.

«Yo coincido en que tiene que tener seguridad», dijo a la televisión Olga Sánchez Cordero, designada por López Obrador para ser su ministra del Interior. «No sólo es Andrés Manuel. Es el presidente. Y es un tema de Estado».

Cuando fue alcalde de la capital (2000-2005) López Obrador prescindió de escoltas fornidos que lo protegieran o abrieran paso, pero ideó otra estrategia.

Su cuerpo de seguridad eran «Las gacelas», un grupo especial de mujeres, vestidas de civil, que recibieron entrenamiento en Israel en manejo de armas y situaciones de alto riesgo.

López Obrador afirma que quiere estar cerca de la gente. Así recorrió todo el país durante la campaña, incluso en zonas con fuerte presencia del crimen organizado como el estado de Tamaulipas, en el noreste.

En enero, cuando iba a San Cristóbal de las Casas en el estado turístico de Chiapas, pobladores de una comunidad indígena que habían bloqueado la ruta para cobrar derecho de paso a los automovilistas le pincharon dos neumáticos.

Era de noche, cerca del poblado de Xotxotja. Después de pagar 50 pesos (unos 2,5 dólares), López Obrador y sus acompañantes tuvieron que hacer cambiar las llantas.

«No hay otras opciones. Es buscarse la vida como pueden. Cuando se está en la pobreza no es para buenos modales», dijo entonces al justificar la acción de los pobladores.

Dos días después de su victoria del domingo, Peña Nieto lo recibió en el Palacio Nacional y le planteó las preocupaciones de seguridad. «Quedé en resolver sobre este tema», dijo después López Obrador.

«Le dije que voy a analizarlo. Fue un buen gesto de su parte. Además, él actúa en el interés de que se proteja a quien va a ser el jefe del Estado Mexicano», indicó.

Al salir, había tanta gente esperando de manera espontánea que el auto tardó en abrirse paso. Los policías de tránsito estaban desbordados.

López Obrador vive en el sur de Ciudad de México y todos los días se desplaza en su Jetta blanco hasta su sede de campaña en la colonia Roma o a reuniones.

Camarógrafos y periodistas lo rodean a empujones. Él le pidió que también ellos lo cuiden, «Ya quedamos que no me van a apachurrar (aplastar)».

Cuando el Jetta avanza entre el tránsito, reporteros en moto aprovechan la primera oportunidad para acercarse a la ventanilla y entrevistarlo.

La periodista y escritora Lydia Cacho («Los demonios del Edén») celebró que López Obrador quiera bajarse el sueldo, vivir en una casa sencilla y hacer un Gobierno austero al estilo del ex presidente uruguayo José Mujica.

«Pero la renuncia a su seguridad personal es una locura», dijo. «Esto no es Uruguay y la delincuencia organizada es un peligro vivo y concreto».

López Obrador manifestó que amigos y asesores también le han recomendado tener escolta. «Estoy escuchando puntos de vista», concedió el jueves.

Además, quiere tener un poco de espacio sin que los periodistas lo persigan: «Nos queremos mucho, pero también quiero tener un poco de intimidad». (DPA)