INDICADOR POLÍTICO

CARLOS RAMÍREZ

Niños enjaulados: culpa es de países que expulsan a pobres

Todas las razones para criticar al gobierno de Donald Trump son ciertas y censurables desde todos los puntos de vista. Sin embargo, la culpa originaria es de los países y gobiernos que han sido incapaces de dar bienestar y seguridad a sus ciudadanos y que los ha obligado a cruzar la frontera de los EE. UU. de manera ilegal en busca de salarios.

México tiene once millones de mexicanos ilegales en los EE. UU., con documentos falsos que violan las leyes y sin ninguna voluntad ni deseo de regresar a México. Esos mexicanos se encuentran en el limbo: el gobierno estadunidense no quiere legalizarlos y el gobierno mexicano tampoco puede defenderlos porque salieron del país huyendo de la miseria.

La equidistancia entre los migrantes mexicanos y centroamericanos y los africanos que suben a las lanchas para buscar algún refugio en Europa tienen las mismas raíces motivacionales del autoexilio: la catástrofe de desarrollo, bienestar y seguridad. El asunto ha llegado a dramas sin paralelo: en el 2015 un niño apareció ahogado en una playa de Turquía y su fotografía sacudió al mundo; esta semana, lanchas llenas de africanos pululan en el Mediterráneo sin que nadie les quiera otorgar asilo permanente.

Todos los migrantes que cruzaron ilegalmente la frontera sur de los EE. UU. pasaron por México y las autoridades mexicanas fueron incapaces de hacer algo para evitar su tragedia. El drama de los niños enjaulados y separados de sus padres debe ser prorrateada con los gobernantes de México y Centroamérica. De nada sirve que el canciller mexicano Luis Videgaray Caso –heredero de la aplicación del neoliberalismo mexicano en el gobierno de Peña Nieto– exija la intervención de la ONU si los mexicanos no encontraron bienestar en México.

Sí hay que culpar a Trump del abuso autoritario de las leyes migratorias a migrantes hispanos –que por cierto también aplicó Barack Obama, el ídolo de muchos mexicanos–, pero de la misma manera debe haber un reclamo a los gobiernos de México y Centroamérica por permitir y a veces hasta alentar a ciudadanos que se vayan con sus quejas y sus expectativas de bienestar a los EE. UU.

México ha tenido una tasa promedio de PIB 2.2% de 1983 a 2018 y se va a extender a 2024, el salario mínimo es de poco más de 4 dólares diarios y la falta de empleo tiene al 60% de la fuerza laboral en el subempleo mínimo. La migración hacia los EE. UU. ha sido una llave de fuga de presión, sólo que México y Centroamérica no contaban con el racismo del gobierno de Trump para apretar sus leyes migratorias contra la llegada de masas de migrantes no sólo sin permiso legal, sino con papeles falsos que constituyen delitos.

¿Qué ofrecen los candidatos? Meade: más crisis social por su neoliberalismo y más exiliados, López Obrador: asistencialismo selectivo que tampoco responde a las expectativas de trabajos alternativos con mayores ingresos en el crimen organizado y Anaya: sin proyecto socioeconómico que atienda a marginación social.

El endurecimiento de la política migratoria de Trump va a aumentar sin que los candidatos tengan capacidad o decisión para atender ese conflicto.

Política para dummies: La política es un espejo de dos caras y las dos tienen igual valor.

Si yo fuera Maquiavelo: “Un príncipe prudente no debe observar la fe jurada cuando semejante observancia vaya en contra de sus intereses y cuando hayan desaparecido las razones que le hicieron prometer”.

 

Sólo para sus ojos:

El colapso social de la política migratoria le pega a México, pero más a los migrantes centroamericanos: sólo 21 casos de niños enjaulados de un total de casi dos mil. De todos modos, el problema es global y no de ahora sino desde tiempos de Clinton y Obama; por cierto, el mayor número de deportados a México fue con Obama.

La crisis por desapariciones en México al calor de la violencia crimina va a crecer por la movilización creciente de familiares. La estrategia de seguridad gubernamental 2007-2018 se “olvidó” del asunto de los desaparecidos y hoy es crisis de violación de derechos humanos por presión internacional.

Famosas últimas palabras: “Si no tienes fronteras, no tienes país”: Donald Trump al justificar la reclusión de niños en albergues de prisioneros.

 

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