ALGO QUE VALE LA PENA CONTAR

ALBERTO BOARDMAN 

En México la libertad de expresión posee una azarosa trayectoria. Desde Juárez ya se legislaba sobre el tema. Luego durante la Revolución, no fueron pocos los medios que se vieron involucrados en el proceso que impulsaría el movimiento armado. Baste mencionar a los hermanos Enrique, Ricardo y Jesús Flores Magón, quienes desde la trinchera periodística se convirtieron en los más acérrimos críticos del régimen porfirista.

Sería durante el sexenio de Miguel Alemán, que desde 1951 se estableció el 7 de junio como “Día de la libertad de expresión”; curiosamente a iniciativa de José García Valseca, por aquellos tiempos dueño de la cadena de diarios más grande del país, quien la expuso al presidente en un evento de agradecimiento por su apoyo, cuando ante una inesperada escasez de papel que amenazó la circulación de muchos diarios, Alemán dispuso que Ferrocarriles Mexicanos habilitara sus carros de pasajeros para transportar el valioso recurso.

Ya en 1976 el presidente Echeverría sumaría a esta conmemoración la entrega del “Premio Nacional de Periodismo”, que se realizaría sin interrupción hasta 2001, cuando un grupo de periodistas argumentando el origen espurio y carácter tendencioso de la entrega del premio, solicita a Vicente Fox se establezca un “Consejo Ciudadano del Premio Nacional de Periodismo”, que con absoluta independencia del estado, proceda a una premiación en completa autonomía e imparcialidad. La propuesta y su correspondiente legislación se aceptó durante 2002, cuando se derogaron los artículos correspondientes en la Ley de Premios, Estímulos y Recompensas Civiles, con 382 votos a favor, cinco en contra y una abstención.

En Coahuila nos hemos quedado atrasados en el tema, seguimos celebrando un premio estatal de periodismo prescrito, que bien merecería la pena reconsiderar. Un punto histórico se anotaría Miguel Riquelme si valorara la propuesta de dejar en manos de un consejo ciudadano autónomo, el reconocimiento a la labor periodística estatal. Finalmente, como dice, y dice bien Noam Chomsky: “Si no creemos en la libertad de expresión de quienes no piensan como nosotros, simplemente, no creemos en ella” 

 

Somos lo que hemos leído y esta es palabra de lector.

 

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Alberto Boardman
Alberto Boardman
Columnista