MESON DE SAN ANTONIO

ALFONSO VÁZQUEZ SOTELO 

La influenza; peligro superior

Siempre existe una anécdota en el imaginario colectivo que marca a la comunidad cuando ésta se ve amenazada por peligros superiores, como pueden ser los que afectan a la salud.

Mi madre murió en una epidemia algo novedosa en mayo de 2010. Si usted estimado lector siente elevada fiebre, dolores en los oídos, cansancio corporal, diarreas, vómitos esporádicos, dificultades para respirar y hemorragias nasales, debido al fuerte ataque que sufre el sistema respiratorio, corra al médico. Sobre todo cuide su alimentación y extreme sus precauciones de forma tal que aplique todas las medidas de saneamiento posible como es una vacunación oportuna y sobre todo no arriesgue su salud auto medicándose, pues puede salir más caro el caldo que las albóndigas.

El virus H1N1 ha mutado en diversos subtipos que incluyen la gripe española (extinta en la vida silvestre), la gripe porcina, la gripe aviar y la gripe bovina. La anterior influenza de este tipo que produjo  «muertos como moscas” ocurrió en 1918.

Los carretoneros en los pueblos (cuando menos en el mío) ya no querían recoger los cadáveres y les dejaban en la vera de las calles hasta que llenos de moscas y podredumbre, eran encalados para no causar más malestares.

Cuando ya no eran soportables los olores y las imágenes de horror, los llevaban a enterrar en las fosas comunes cavadas para ese efecto. Cuánta pena y castigo ocurrió, cuántos motivos para arrepentirse y pedir socorro divino se elevaron al cielo. Hubo emigraciones en masa, desaparición de familias por completo, hambre, mucha hambre, que llevaba a comer nopales arrancados del bocado a los animales.

En Estados Unidos esta enfermedad se observó por primera vez en Fort Riley, Kansas, el 4 de marzo de 1918, aunque ya en el otoño de 1917 se había producido una primera oleada heraldo en al menos 14 campamentos militares.

Un investigador asegura que la enfermedad apareció en el condado de Haskell, en abril de 1918. Y en algún momento del verano de ese mismo año, este virus sufrió una mutación o grupo de mutaciones que lo transformó en un agente infeccioso letal. El primer caso confirmado de la mutación se dio el 22 de agosto de 1918 en Brest, el puerto francés por el que entraba la mitad de las tropas estadounidenses aliadas en la Primera Guerra Mundial.

Se le llamó gripe española porque la pandemia recibió una mayor atención de la prensa en España que en el resto de Europa, ya que España no se vio involucrada en la guerra y por tanto no censuró la información sobre la enfermedad.

Cuando se comparó el virus de 1918 con el de 2009, el virólogo Jeffrey Taubenberger (estadounidense) descubrió «que únicamente hubo alteraciones en sólo 25 a 30 aminoácidos de los 4,400 que componen el virus. Estos ligeros cambios pueden convertir al virus en una enfermedad que se puede transmitir de persona a persona.

Actualmente existen algunas mutaciones del virus H1N1 en la vida silvestre, que causan al menos la mitad de infecciones de gripe. Este desarrollo y transformación de la enfermedad pone en alerta a los equipos de salud de los distintos países e incluye una alerta sanitaria a nivel mundial.

En temporadas de frío las posibilidades de contagio en las enfermedades respiratorias son más frecuentes, cuidemos todo, no duden en cuidarse apropiadamente.

A cien años de su conmemoración, la influenza española que en aquel momento se llevó a jóvenes, adultos saludables, niños y a ancianos por igual debe ser motivo de cuidado, máxime cuando las olas de frío polar se dan de forma más frecuente. Nuestra sociedad por más cobijas que se empalme no cuenta con una infraestructura apropiada para cuidarse del frío.

En 1918 varios países europeos y americanos entraron en un estado de histeria masiva, y en muchos de éstos se llegó a implementar desde toque de queda hasta la detención de ciudadanos que deambularan por la calle sin protección respiratoria.

No era para menos el susto, pues una cifra cercana a los 100 millones de víctimas cayó en esta epidemia que fue titulada «la peor pandemia de la historia”. (Se considera a la pandemia como la enfermedad infecciosa que afecta a humanos en todo el mundo).

Si usted estimado lector siente elevada fiebre, dolores en los oídos, cansancio corporal, diarreas, vómitos ocasionales, en ocasiones dificultades para respirar y hemorragias nasales, debido al fuerte ataque que sufre el sistema respiratorio no dude un minuto, vaya con su médico, beba mucho agua, coma felizmente pues ese pequeño descuido puede resultar caro…

 

Autor

Alfonso Vazquez Sotelo