ALGO QUE VALE LA PENA CONTAR

 ALBERTO BOARDMAN

Serindipia es la bendita posibilidad de encontrarnos con aquello que “no” estamos buscando. El lenguaje inglés acuñó de manera oficial el término “Serindipity” y la traducción literal al español quedó entonces como “Serindipia”, aunque dicho concepto aún no ha sido avalado por la Real Academia de la Lengua (RAE), es decir, en castellano no existe, al menos no oficialmente. Aunque como dato curioso, hay un término que se le acerca bastante: “Chiripa” definido por la RAE como una circunstancia de casualidad favorable.

Cuenta la leyenda que Sir Horace Walpole, leía cierto día un antiguo texto llamado: “Peregrinaggio di tre giovani figluoli del re di Serendippo” publicado en Venecia en 1557 por Michele Tramezzino. En éste se hacía referencia a los “Tres príncipes de Serendip”, isla persa conocida también como Ceilán (hoy Sri-Lanka), en la que aquellos personajes poseían el don del descubrimiento fortuito, es decir, realizar los más asombrosos hallazgos por simple accidente. El caso es que Sir Horace, jugando con las palabras, creó el término para definir sus propios descubrimientos accidentales.

Una manzana cae al suelo y Newton descubre la Ley de gravedad; una  espora de hongo cae en una placa de Fleming y nace la penicilina, son ejemplos de la más pura serindipia. Ahora bien, la pureza de la serindipia precisa el factor inesperado, encontrar algo diametralmente opuesto a lo que buscamos. De lo contrario estaríamos hablando de un sub término recientemente acuñado por Royston M. Roberts, al que llamó “Pseudoserindipia”, es decir, un descubrimiento que aunque accidental, remata una búsqueda que en ese mismo sentido realizamos. Por ejemplo, la llegada de Colón al nuevo mundo, es una Pseudoserindipia.

La reflexión nos lleva a considerar una dupla de factores que en la actualidad muy pocos ponen en práctica: Observar e imaginar. Hoy en día todo se entrega digerido o en su defecto desechable, y como consecuencia se desestima potencializar el ingenio. Claro, la única manera de hacer efectiva esta capacidad de nuestro cerebro es leyendo, estudiando, porque tal y como bien dijo Pasteur: “En el campo de la investigación, el azar no favorece más que a los espíritus preparados”.

 

Somos lo que hemos leído y esta es palabra de lector.

 

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Alberto Boardman
Alberto Boardman
Columnista