RAMPAGE, DEVASTACIÓN

 

VÍCTOR BÓRQUEZ NÚÑEZ 

Una excelente gran película tonta que, sin complejo alguno, cumple con las expectativas del público adicto a los filmes comerciales, seduce a los admiradores de La Roca y eleva el habitual nivel mediocre de los videojuegos llevados a la pantalla grande. 

Al parecer, se está haciendo moda la aparición de películas basadas en antiguos videojuegos que fueron populares en los años ochenta. Luego del éxito de taquilla alcanzado por la energética “Ready Player One: Comienza el Juego”, del siempre efectivo Steven Spielberg, actualmente en cartelera, parece que el abanico se expande para las adaptaciones de estos juegos en la pantalla grande. Y prueba de ello es la aparición de “Rampage, Devastación”, encabezada por el actor Dwayne Johnson, especialista en el género de aventuras y acción donde luce su físico por sobre su histrionismo.

Y hay que reconocer que la cinta cuenta con excelentes elementos para lograr una entretención de principio a fin, entendiendo que solo se trata de una película hecha para complacer a quienes consideran al cine solo como un vehículo para el entretenimiento masivo.

El actor conocido también como “La Roca” tuvo una mala racha con la pésima versión de “Guardianes de la Bahía”, pero parece que se recupera de manera total con este filme, dirigido a los nostálgicos de aquellos videojuegos que marcaron la adolescencia de muchos espectadores de hoy.

El mismo Johnson dio la sorpresa el año pasado con “Jumanji en la Selva”, que tenía su cuota de humor y buenos efectos especiales. De hecho, la secuela de la película de Robin Williams, partió generando muy malas expectativas y, sin embargo, resultó del gusto de la crítica y las audiencias.

“Rampage, Devastación” está basada en el videojuego del mismo nombre, y tiene un inicio muy en la onda de “2001, Odisea del Espacio”: una gigantesca estación espacial se encuentra en pleno colapso, debido a que algo falló en un experimento y la investigadora a bordo intenta escapar de ese caos sin lograrlo y parte de su cargamento va a dar en tres puntos del planeta, provocando una fabulosa mutación en tres animales: un gorila albino llamado George, un lobo y un reptil.

Luego de esa interesante introducción, la película se centra en un estudioso de los primates que descubre que el gorila blanco al que salvó años antes de una matanza ha sido víctima de un experimento siniestro: el producto de ese material caído desde el espacio provocó que se transformara en un agresivo y gigantesco animal. Pronto, los tres animales emprenderán una alocada carrera porque los inescrupulosos dueños del laboratorio donde se generó el experimento los han condicionado para que devasten la ciudad, de tal manera de poder enriquecerse con la fórmula que los tranquiliza y les devuelve a su tamaño original.

Desde luego que todo el argumento no resiste un mayor análisis, pero se perdona porque el filme está planteado conservando la frescura y la ingenuidad de los videojuegos: acá todo está realizado para mayor gloria de Dwayne Johnson que es simpático pero actúa mal y del gigantesco simio que acapara las simpatías del público por razones que no se pueden revelar.

“Rampage, Devastación” es un filme divertido, que aparentemente rompe la maldición de las películas de videojuegos, las cuales  casi siempre terminan por resultar adaptaciones muy pobres en la pantalla grande. Por cierto que se trata de una película que puede resultar exagerada y demasiado irreal –incluso tratándose de un videojuego adaptado al cine-, en especial en el tramo final que acumula hasta la saturación todos los lugares comunes de este tipo de productos que hacen de la destrucción de ciudades una suerte de pornografía del cine comercial.

Sí, puede pensarse con plena justicia que se trata de un filme muy tonto y básico. Pero en su esquema cumple con todas las expectativas de los espectadores: es entretenido, está bien armado como producto comercial y saca mucho provecho del carisma de Dwayne Johnson y Jeffrey Dean Morgan, con quien hace muy buena e hilarante dupla.

En síntesis, “Rampage, Devastación” es, a no dudarlo, un placer culpable, con una adecuada dirección de Brad Peyton, ha creado una película del estilo denominado como “cine B” pero con un gran presupuesto y, ojo, que el casi siempre familiar Dwayne Johnson se permite la licencia y entrega su actuación más “fuerte” de los últimos tiempos. Es una montaña rusa de efectos, ruidos, monstruos y “La Roca”, salvando al mundo sin sentir ninguna vergüenza ajena.