Las universidades deben asociarse con MIPyMES: Rodrigo Castañeda 

María de Jesús Medina Arellano, Miguel Ángel Margáin, Teresa de León Zamora, Mónica González Contró, Alma Cristal Hernández Mondragón y Rodrigo Casteñeda Miranda. (Foto: Myriam Vidal Valero).

Es imprescindible formar personas que se ubiquen entre la ciencia y la política, estas dos ramas tienen que ir juntas pues si van cada una por su lado no vamos a llegar muy lejos, dijo Alma Cristal Hernández Mondragón.

Mejorar las prácticas y simplificar el camino hacia la creación de empresas de innovación es crucial en México, particularmente porque actualmente las empresas que dominan el mercado son las tecnológicas.  “En este país, el 99.8 por ciento de las empresas son Micro, Pequeñas y Medianas (MIPyMES). Las grandes generalmente tienen sus centros de desarrollo e innovación, pero las micros y las pequeñas no, y es ahí donde necesitamos y se necesita trabajar muy de la mano con las universidades, porque es la única manera de que se empiecen a hacer competitivas”, afirmó Rodrigo Castañeda Miranda, vicepresidente nacional de innovación de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (CANACINTRA) y presidente de esa agrupación empresarial en Zacatecas.

Durante el “Seminario sobre Innovación, Transferencia de Tecnología y Conocimiento en las Universidades en México”, que se realizó en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el también coordinador adjunto de Innovación del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, dijo que “actualmente las empresas que dominan el mercado son las tecnológicas”, por lo que es importante crear un sistema funcional de cooperación con la academia.

¿Cómo motivar a los investigadores para crear empresas de base tecnológica cuando el camino es difícil y tortuoso? En opinión de Teresa de León Zamora, maestra en ciencias y comercialización de tecnología “a aquellos investigadores que les interesa transitar por ese riesgo se les tiene que recompensar, dar un espacio y todo el apoyo necesario. Las instituciones académicas deben facilitar y apoyar este tipo de actividades al 100 por ciento”.

Porque, continuó Zamora, “lo cierto es que los investigadores no se sienten motivados a llegar hasta allá, es un camino muy tortuoso, muy riesgoso, muy difícil, que implica que se salgan de su esfera académica, que estén platicando con las empresas, con la industria, con la competencia, con los clientes. No es cómodo y además cuando lo hacen les quitan su lugar en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI)”.

Más aún, pasar de hacer ciencia a crear empresas de tecnología e innovación es un camino lleno de otros obstáculos como los prejuicios que señalan a aquellos investigadores que se atreven a comerciar con la ciencia, o la falta de interés de la sociedad civil por sus actividades, ya que no terminan de comprender cómo los afecta positivamente de forma directa.

“No se trata de volver a todos los investigadores empresarios, ni de volver a todos los investigadores emprendedores, se trata de que quien quiera hacerlo y pueda hacerlo, lo haga sin que tenga que estarse escondiendo, sin que tenga que estar peleándose con las instituciones, sin que tenga que estar escondiendo bajo la mesa sus resultados”, explicó la doctora Alma Cristal Hernández Mondragón, coordinadora de asesores en la Comisión de Ciencia y Tecnología de la 63 legislatura de la Cámara de Diputados.

De acuerdo con la doctora Zamora de León, la innovación y las instituciones son los dos factores que están deteniendo a nuestro país en el terreno de la competitividad. Una de las formas para comenzar a modificar los puntos ciegos son las legislaciones, que fomenten el pensamiento emprendedor y promuevan las buenas prácticas éticas.

¿Cómo crear una regulación que fomente innovación y al mismo tiempo buenas prácticas éticas en la transferencia del conocimiento desde las universidades? El ambiente regulatorio es un factor determinante para generar innovación, no obstante, no existe un consenso respecto a “qué políticas regulativas dirigidas a potenciar la innovación son eficaces o eficientes y cuáles no lo son”, afirmó María de Jesús Medina Arellano, integrante del Consejo Consultivo de la Comisión Nacional de Bioética en México.

“Es imprescindible formar gente (como enlace) entre la ciencia y la política, estas dos ramas tienen que ir juntas, y si van cada una por su lado no vamos a llegar muy lejos. Generalmente tenemos la idea de que por un lado están los tomadores de decisiones abajo está la comunidad científica, (…) lo que necesitamos encontrar son mecanismos que nos permitan interactuar en un espacio donde la ciencia sirva a las decisiones políticas y la política sirva al desarrollo científico”, complementó la doctora Hernández Mondragón.

En este contexto, la afirmación de Miguel Ángel Margáin, director general del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPIU), cobra gran sentido: “Toda innovación que no llegue al mercado, que no llegue a la sociedad, no puede considerarse una innovación”. Y la única forma en que el objetivo final se alcance es con la colaboración entre diferentes sectores. (FORO CONSULTIVO CIENTÍFICO Y TECNOLÓGICO, AC)