“TOMB RAIDER; LAS AVENTURAS DE LARA CROFT”

VÍCTOR BÓRQUEZ NÚÑEZ

Periodista y escritor chileno 

Todo de nuevo: se reinicia la saga de Lara Croft con nueva protagonista, varios cambios en su estructura y luces y sombras para una película que tiene el potencial para transformarse en una serie que dé más de un buen momento a los fanáticos de los filmes basados en videojuegos.

Para apreciar adecuadamente esta película, es preferible olvidarse de las dos anteriores protagonizadas por Angelina Jolie, encarnando a Lara Croft (“Tomb Raider” y su secuela “Tomb Raider; la cuna de la vida”). Esto permitirá dimensionar de modo más objetivo el trabajo que realiza Alicia Vikander, considerando que antes estuvo de protagonista en dos filmes no comerciales: “La chica danesa” y “Ex Machina”.

También conviene olvidarse que esta película nació como una franquicia del videojuego que, a propósito del lanzamiento de este filme, oportunamente anunciará el tercer juego: Shadow of the Tomb Raider, porque esto es cine, es una matiné que tiene elementos a su favor y en contra, pero que definitivamente navega por aguas diferentes a las que están acostumbrados los seguidores de este tipo de sagas de videos.

En este sentido es bueno que el director Roar Uthaugse se haya arriesgado a alterar algunos datos esenciales de su historia, planteando un nuevo origen para esta heroína, porque se trata de un reboot (reinicio), lo que permite al realizador organizar los elementos como desee.

Acá se parte presentándonos a una Lara Croft que entrena duramente en el gimnasio, aunque vive al borde de la miseria, aceptando trabajos esporádicos para sobrevivir, sin superar la desaparición de su padre, el que partió siete años antes y nunca más volvió. Ella tiene 21 años y vive al margen de su legado empresarial, dejando de lado el uso de su poderoso apellido.

Toda la secuencia de inicio le permite a los espectadores familiarizarse con esta Lara Croft diferente de la que nos mostró Angelina Jolie. Acá se parte con situaciones urbanas, breves flashbacks en los que se la muestra aprendiendo el manejo del arco, todo ello con el recuerdo de los mejores instantes de su infancia junto a su padre. Gracias a esta suerte de prólogo la heroína se vuelve más creíble.

En pocas palabras, la protagonista se empieza a dar cuenta de que a su alrededor existen piezas que no encajan y así lentamente se va adentrando en el misterio de lo sucedido con su padre. Todo este inicio remata con una secuencia brillante en su montaje: una persecución en bicicleta por las calles de Londres que permiten entender cómo y por qué esta muchacha se convertirá en una heroína hecha y derecha, apoyándose el conjunto con una excelente banda sonora a cargo de Junkie XL.

La segunda parte es una matiné completa, con reminiscencias de “Indiana Jones y el templo de la perdición”, que parte cuando Lara Croft da con una pista que la conduce hasta una remota isla de Japón llamada Yamatai, el último paradero donde se supone podría estar su padre.

Los entendidos plantean que esta segunda parte logra las mayores similitudes con el videojuego: está el naufragio de su barco, el arribo a una isla donde es apresada y debe demostrar que su estado físico es el mejor modo para lograr la “supervivencia extrema”, donde se encuentra además con su peor enemigo, un tipo obsesionado con encontrar la tumba de una antigua emperatriz japonesa que puede significar el descubrimiento de un arma con terribles consecuencias para la Humanidad.

¿Qué le falta a esta película para alcanzar mayor estatura? Humor, mayor sentido de la aventura física y la presencia de personajes secundarios que sean capaces de mantener subtramas que alivian la densidad en que a ratos cae este filme.

Otro detalle que llama la atención es que esta nueva Lara Croft es más joven y asexuada y no se plantea como una mujer descreída del amor, simplemente ella está preocupada de recuperar a su padre y no tiene (ni ha tenido) tiempo para relaciones amorosas.

Planteada directamente como el inicio de una secuela, se sabe que eso depende del éxito que alcance en la taquilla, porque se entiende que se trata de un producto de la industria que aspira recaudaciones, de lo contrario el tema se acaba.

Curiosamente, esta Lara Croft funciona mejor en la ciudad; parece que ella se desenvuelve como pez en el agua en Londres y que las aventuras son mejores en ese contexto se le ve mejor, plena y llena de recursos.

Mención aparte el buen trabajo de la actriz Alicia Vikander, que debió trabajar para sacar masa muscular y dejar de lado roles de mayor profundidad dramática para encarnar a esta heroína de videojuego. Lo que definitivamente se echa de menos son buenos personajes secundarios, donde ni el padre, ni el compañero de viaje en barco ni el antagonista logran papeles dignos de ser recordados más allá de lo anecdótico.

De todos modos es una película entretenida que, a pesar de su metraje que supera las dos horas, se deja ver con interés, muestra una Lara Croft diferente, menos sexual y más intensa en sus decisiones que, de seguir como saga, podría darnos una buena sorpresa en el extenso campo de las adaptaciones de videojuegos transformados en cine. Larga vida a Lara Croft.