EL MESÓN DE SAN ANTONIO

ALFONSO VÁZQUEZ  SOTELO

Para Joaquín, mi nieto.

Rumbo a la primavera vamos inexorablemente, se siente, los días se alargan, los horizontes toman distancia y se ven más lejos. Se levanta la cara, camina uno más erguido y, no enconchado como en el invierno; huele la tierra, cambia en ella su color, de un cenizo tristón  a un café ansioso profundo y dispuesto.  Los días se vuelven más sabroso, las sonrisas retornan porque por todos lados brotan nuevas vidas, el pasto ensaya cogollos, los duraznos gozan flores que son un impacto de belleza; las peras dan flores grandes,   suculentas, los manzanos se enjutan, se ve correr la savia en su interior como quien acomoda las fuerzas de un ejército.

Rumbo a la primavera los planes se vuelven promisorios, torna la cordialidad,  la seguridad, el buen sostén; sin duda todo se espera con alegría.

Cuando el crepúsculo en primavera llega se trueca el cielo en colores brillantes  no quieren despedirse del  y provocan que nuestros ojos vayan buscándolos como quien sigue a un compañero dilecto.

Los animales aun no salen; esperan un poco más pues las hembras aún no tienen sus retoños. Entonces se ven los machos nerviosos, corren de un lado a otro como primerizos inquietos e incontrolables,   el ansia les gana.  Los pájaros cantan mejor se levantan desde temprano con su algarabía serena hasta reventar canoros sonidos.

El viento rumbo a la primavera es más noble se alivia  deja de toser y su garganta tiene una ronquera sin igual que dan los buenos días con dejos desafinados pero firmes, pero sobre todo corteses dan el buen día por la mañana y al obscurecer la buenas noches; tórridos los vientos  dan la tonada para la vestimenta  la que aceptamos aun con arrebato.

Rumbo a la primavera tenemos mayor proporción o bien deberíamos tenerlo de las cosas.  El silencio tiene alas perfumadas  las caricias de silencio no tiene sin igual durante el año. Ese silencio equilibra repone fuerzas, camina con nosotros pegadito como quien tiene una sombra que lo cuida. Alguien me ha dicho que son ángeles   que buscan compañía, ángeles de la guarda que custodian nuestra alma. Probablemente por ello nuestras madres nos enseñaron a invocarlos por la noche juntando manos  para que vieran nuestra alharaca de perseverancia.

Rumbo a la primavera mi nieto Joaquín cumple años; esta vez tres años y sus padres y abuela preparan el festejo como si fuera un acontecimiento real.  Él ha escogido un mundo de pelotas para obsequiar a sus amigos y la cara se le cambia de alegría por ese acontecimiento. Ese Juaco saca la   alegría en todos.

Rumbo a la primavera nuestras fuerzas se juntan buscamos un quehacer insatisfecho sentimos peligro; y como aún no hay lluvias fuertes, las   hojas  resecas son pasto de fuego fácil la  hierba que tanto admiró Walt Whitman.

“Yo canto para mí, una simple y aislada persona, Sin embargo  pronuncio la palabra democracia, la palabra Masa. Canto al organismo humano de pies a cabeza, no son la fisonomía sola ni solo el cerebro los motivos únicos de mi Musa, Yo digo que la Forma completa es la digna, y canto a la mujer lo mismo que canto al Macho. La Vida inmensa en pasión, pulso, poder, la vida feliz, formada en la más libre acción, bajo el imperio de las leyes divinas Canto al hombre Moderno”.

La primavera está próxima, estimado lector, disfrute las bellezas que este planeta de estos hombres y mujeres que estamos con usted.  No hay otro hasta la fecha descubierto, por ello disfrutemos el sol, el pasto, las flores, los cerezos, la música, disfrutémonos nosotros mismos,  vivamos pertinentemente y de forma entusiasta eso no cuesta dinero

 

 

Autor

Alfonso Vazquez Sotelo