CHILE, SU SEGUNDO ÓSCAR Y ‘UNA MUJER FANTÁSTICA’

VÍCTOR BÓRQUEZ NÚÑEZ

Periodista  y escritor chileno

Ganadora del Óscar 2018 como Mejor Película Extranjera, galardonada en la Berlinale 2017 en tres categorías, el sexto largometraje de ficción del director chileno Sebastián Lelio es el gran tema del momento, un fenómeno cinematográfico y mediático que explora en el amor, el doble estándar y la necesidad de dignificar a quienes, como la protagonista, sufren discriminación brutal por ser transgénero.

La ganadora del Óscar a la Mejor Película Extranjera 2018, es una historia de amor que se enfrenta duramente a la hipocresía social de un Chile que está recién preparándose para entender que un hombre puede amar a una mujer que antes fue un hombre. O que nació hombre siendo mujer. Y todo lo que ello implica.

Más allá de su tema –necesario, impactante- en el plano cinematográfico, el director Sebastián Lelio (“La sagrada familia”, “Gloria”), logra emplear de manera fascinante la capacidad que tiene la capital chilena, Santiago, de mezclar una rica plasticidad que mezcla contrastes modernos y arcaicos en su urbanización, haciendo con ellas un correlato respecto de las contradicciones afectivas e identitarias que sufre Marina, una mujer transgénero que a poco de comenzado el filme pierde a su pareja y debe darle la noticia a su ex mujer.

Hay en “Una mujer fantástica” un deseo profundo de recuperar Santiago, como escenario maravilloso donde este nuevo trabajo de Lelio redescubre cuánto provecho visual puede ofrecer esta metrópolis en constante expansión. Así, mientras van pasando las secuencias de este filme, Santiago surge a través de ambientaciones escénicas, de distintos sectores urbanos y diferentes condiciones climáticas. Ése es, apenas uno de los grandes logros de “Una mujer fantástica”.

Esta notable película es, desde luego, un cuento moral, absolutamente indisoluble de su paisaje urbano porque Marina no existe –no podría existir- fuera de las coordenadas geográficas, físicas y espirituales de una ciudad como la capital de Chile.

Todo el periplo de Marina, su revaloración en cuanto sujeto y persona, su tremenda capacidad para exigir lo que le pertenece y su discurso frente a quienes la agreden, hacen de este filme un viaje sensacional por sensaciones, locaciones y temas que en la cinematografía chilena vienen a constituir un nuevo camino por recorrer, un escenario notable que atrapa y congrega.

Así lo entendieron los votantes de la Academia: el segundo Óscar para Chile –antes, en 2016, “Historia de un Oso” recibió el premio como mejor corto de animación- es el entendimiento de cuán necesario es que temas como los de este filme permitan construir puentes y poner en el tapete la necesidad de la diferencia. Eso, en exquisito lenguaje cinematográfico de un realizador que sigue creciendo, madurando y deslumbrando con su discurso fílmico.

La protagonista de “Una mujer fantástica”, Marina Vidal (consagración precoz de la actriz trans Daniela Vega), deberá enfrentar los prejuicios, los condicionamientos, las presiones, las manipulaciones y la violencia cuando su amante Orlando (Francisco Reyes), de 57 años, divorciado y de buen pasar económico que había decidido convivir con ella y viajar juntos al exterior, muere en circunstancias inesperadas. A partir de este suceso surge desde las profundidades la necesidad de cuidar las formas, de mantener las apariencias, porque acá todo está sujeto a las odiosas diferencias sociales y de clase, por la codicia y los abusos del poder.

En ese escenario, Marina, transexual y persona, deberá dar la batalla.