Una taza y dos de cultura

Caldo de tanga

Sergio Arévalo

Comiendo con amigos me contaron que uno de ellos se encontraba completamente enamorado, -seguro te dieron caldo de tanga- comentó una de ellos, y vaya que debió de haberse comido todo el plato al ser un ex casa nova difícil de pescar, dirían por allí. Hablar de caldos y no tanto de tangas, abrió el apetito para estas líneas.

¿Qué sugieres cuando te piden sugieras alguna comida del norte? Rápidamente seguramente dirás carne asada y todo lo que conlleva: salchicha, papa, cebolla asada, chilindrinas, guacamole, frituras, quesadillas etc. Pero ¿será eso solamente? Algunos otros mencionaran el cabrito, titubeando si la capital del estado de Coahuila es el principal cocinero o los regiomontanos se llevan la corona.

A muchos les ha pasado que todo parece estar bien con la pareja hasta el momento donde toca elegir a donde se irá a comer. Por un lado está la persona que tiene mucha hambre y cualquier cosa le sienta bien y por el otro lado aquella que quiere aprovechar para visitar el lugar de moda, o ver algo rico en Pinterest y buscar donde pueden vender algo similar, lo peor que le pueden hacer a un estomago hambriento y posiblemente ninguna de las dos partes piense en alimentarse de comida típica mexicana.

Al ir al extranjero, dicen los que lo ha vivido tal experiencia, al paso de los tiempos extrañan el chile y las tortillas. Por más ricos manjares que puedan probar en tierras lejanas, su corazón mexicano late al ritmo de su gastronomía, algo que en momentos pareciera ya no valoramos, por darle preferencia a la comida rápida como hamburguesas y pizzas, por un lado por su rapidez de compra y por otro su sabor.

Cuando hablamos de la gastronomía mexicana es realizar un viaje en el tiempo para aprender acerca de los elementos culturales más importantes no solo en la historia de América Latina, sino de todo el mundo. Con el nombramiento por parte de la UNESCO como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad, esta cocina ha destacado en el mundo en tiempos modernos, pero lo ha logrado respetando sus tradiciones y honrando sus más de mil años de historia. Caminar por esta misma historia donde cada platillo sea único no solo en términos de sabores y aromas, sino en espíritu e identidad.

En ocasiones pareciera que nos queremos comer al mundo, pero nos negamos a comer nuestras propias raíces, nos alimentamos de manera rápida y económica sin pensar en el costo que después podrá traernos este ritmo de vida, además del daño que le podemos estar haciendo a nuestra identidad como mexicanos, negándonos apoyar a nuestros propios platillos.

Si la gastronomía mexicana se fuera la guerra, seguramente Ivone Orozco les sería la Generala del batallón. En su cocina se encuentra el espíritu donde nuestros ancestros cocinaban con devoción y pasión. Otro protector de las tradiciones y la comida mexicana es Jesús Salas, un promotor cultural que ha demostrado en más de una ocasión que la cultura y el arte también pueden ser deliciosos y no se diga la escritora Arcelia Ayup que defiende nuestras raíces a capa y espada.

La gastronomía mexicana es sin dudarlo una estrella en el mundo. Podemos considerar que nuestras tradiciones son lo suficientemente fuertes para defenderse de un mundo moderno que busca desesperadamente simplificar todos los procesos, pero no debemos por eso confiarnos. Disfrutemos de esos moles, panuchos, tamales y otros platillos, observan desde la orilla del camino esperando que esta velocidad detenga un poco su dinámica y se pregunte de dónde viene ese aroma mágico…ese olor a México.

La cocina mexicana es más que tortillas y carne asada, en cada estado, en cada región se encontrarán platillos únicos, que llenarán de sensaciones nuestros paladares. Ya lo demostraba Tita de “Como agua para chocolate”, que se desvivía en la cocina para complacer a sus comensales, ella sin duda sabía hacer algo más que un caldo de tanga