“OPERACIÓN RED SPARROW”

VÍCTOR BÓRQUEZ NÚÑEZ 

Un entretenido thriller de espías que trae de vuelta el esquema de la Guerra Fría, donde los rusos son los grandes villanos y que llama la atención por su inusitada carga de erotismo y violencia, sobre todo porque su protagonista es una estrella de Hollywood, la conocida actriz ganadora de un Óscar, Jennifer Lawrence.

Puede resumirse en dos líneas la interesante trama de esta película: una hermosa bailarina del prestigioso Bolshoi termina convirtiéndose en una espía especializada en seducción para obtener información clave para el Estado ruso. La protagonista es la actriz Jennifer Lawrence -ganadora en 2013 de un Òscar por la película “Los juegos del destino”-, una estrella en ascenso en Hollywood que sorprende a todos porque en este filme interpreta osadas secuencias de sexo y violencia, en el contexto propio del género de espías.

De este modo, esta actriz de 27 años, se puso a las órdenes del realizador austríaco Francis Lawrence (con el cual no tiene ningún parentesco), a quien ya había dirigido en tres de las cuatro películas de la saga “Los juegos del hambre”.

En “Operación Red Sparrow”, todo se inicia con un muy buena secuencia en que se superpone una acción fallida de un agente estadounidense con un informante y una  bailarina del Bolshoi que está interpretando el papel de su vida antes de que sufra un accidente de consecuencias fatales para ella.

El argumento de este filme está directamente basado en el best seller de Jason Matthews, un ex agente de la CIA. Seguramente el hecho de haber conocido en terreno todos las laberintos del poder y las intrigas políticas ha derivado en que esta película tenga una cuota de violencia y morbo inusitado, considerando que se trata de un género que siempre pone el énfasis en las escenas de acción pero no en el sexo explícito.

La clave de este filme se encuentra en el potente inicio, cuando Dominika, la joven bailarina del Bolshoi (Lawrence), conoce a un misterioso individuo calificado como “importante”. A partir de este hecho se desencadenan una serie de sucesos cada cual más violento: la bailarina sufre un atentado brutal -le quiebran una pierna-, situación que la obligará a abandonar su carrera, obligándola a aceptar el ofrecimiento de su tío, un tipo elegante y ambiguo que está relacionado con el aparataje de inteligencia estatal ruso y que, por añadidura, siempre se ha sentido atraído por su joven sobrina .

De este modo, Dominika, ahora con otro nombre, ingresa a un centro de reclutamiento para dejar atrás su vida como bailarina y convertirse en una “Sparrow”, manera elegante de designar a una espía que debe usar sus encantos físicos para seducir y obtener la información que le solicitan sus jefes. La encargada de este curso es la siniestra Matron (papel interpretado por la legendaria Charlotte Rampling), fría, calculadora y capaz de inducir a todos los “sparrows” a la prostitución y al asesinato si la situación lo amerita.

Con un elenco internacional y extenso, sobresalen la ya mencionada Charlotte Rampling, el excelente actor belga Mathias Schoenaerts, como el tío Vanja, el veterano Jeremy Irons en el rol de un militar, y al australiano Joel Edgerton encarnando el rol de un agente estadounidense que escapa de Rusia y regresa porque hay un espía (un topo) en el gobierno soviético.

Como producto fílmico, adscrito a un género específico y con el viejo esquema de la Guerra Fría donde los rusos son los malos, la película cumple cabalmente con la receta. Hay que advertir que el filme tiene una cuota de sexo y violencia que puede molestar a más de un espectador, aunque la cinta sea entretenida y los 140 minutos pasan volando.

En todo caso, la presencia de Jennifer Lawrence, con o sin peluca, es el gran aporte de este filme. Podría ser que ella se convierta en la protagonista de una saga que, de todos modos, tiene asegurado su éxito y con plena justicia.