PLAZA CÍVICA

FERNANDO NÚÑEZ DE LA GARZA EVIA 

AMLO, Meade, Anaya: tres candidatos, tres discursos

Las palabras pintan a las personas, porque a través de ellas nuestra mente habla. Por ello, los discursos políticos son sumamente importantes, porque reflejan la personalidad, las ideas y aspiraciones de quien los pronuncia. El pasado domingo 18 de febrero tomaron protesta como candidatos los tres aspirantes presidenciales con tres discursos muy distintos, lo que probablemente dará al electorado tres propuestas distinguibles.

Sigamos el orden de las preferencias electorales, de mayor a menor, y empecemos con Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Un discurso de media hora, pronunciado en el Hotel Hilton de la Alameda Central y con un público relativamente chico, consistió en un larguísimo catálogo de propuestas sumamente generales en una diversidad de temas, tanto así que me recordó a un niño de ocho años escribiéndole una carta a Santa Claus. Discurso con una estructura sumamente simple, comenzó con la arenga tradicional: no mentiré, no robaré, y no traicionaré al pueblo (lo que sea que eso signifique). Acto seguido, la larga letanía: venderé el avión presidencial, los servidores públicos no usarán helicópteros ni aviones, recortaré a la mitad el sueldo de altos funcionarios públicos (mucha suerte combate a la corrupción), no viviré en Los Pinos, desapareceré el CISEN, no habrá tortura, se producirá en México lo que consumimos (bienvenido siglo XIX), etc. Aplausos entre cada propuesta al estilo zombi. Si quieres conocer la propuesta lopezobradorista, ahí está, en solo 30 minutos. Calificación: simplismo.

Ricardo Anaya Cortés pronunció un discurso de casi una hora, en el Auditorio Nacional y con un público más grande. Bien estructurado y pensado, comenzó con algunas historias personales, habló de la importancia que las figuras femeninas han tenido en su vida, comentó que la corrupción, inseguridad y desigualdad son los tres principales problemas del país, y posteriormente habló sobre cada uno de ellos (aunque no mencionó el Sistema Nacional Anticorrupción). Posteriormente hizo una interesante presentación sobre los avances de la tecnología, la necesidad de que México forme parte de ellos, y el importante papel que juega la educación. En diversas ocasiones contrastó las propuestas de AMLO con las tendencias del futuro. Una mezcla de discurso con conferencia, con citas de personajes históricos, algunas dosis de humor y un cierre fuerte aunque insuficiente, diría que vale la pena verlo. Calificación: inteligente.

Por último, el candidato con la pesada loza partidista de la inseguridad y corrupción, José Antonio Meade Kuribreña. Un discurso de alrededor de cuarenta minutos, pronunciado en el Foro Sol y con el más grande de los públicos. Si deseas sentir las campañas presidenciales priistas del siglo XX, no es necesario viajar en el tiempo, porque las tienes en pleno S. XXI: las largas mantas de las estructuras corporativistas que se niegan a morir (“CROC presente”); la toma de protesta que hace Enrique Ochoa al candidato diciéndole que si jura estar “apegado a los principios de la Revolución…”; un tipo invisible gritando antes, durante, y después del discurso con el fin de entusiasmar a los acarreados y con un timbre de voz sumamente irritante. Un evento celebrado con un candidato sonriente, asistentes apagados, y en medio de una población enojada. En éste discurso, no hay ni ideas, ni emoción, y solo tres mini-menciones de la palabra “corrupción”. Calificación: desalmado.

Andrés Manuel López Obrador con muchas propuestas, muy generales, muy del pasado. Ricardo Anaya Cortés con diversas propuestas, algo generales, y ubicado en el futuro. José Antonio Meade Kuribreña con nulas propuestas, cortejando el voto corporativista. Estos discursos eran de toma de protesta, dirigidos a las bases partidistas, y no podían ser sumamente específicos. Vienen 90 días de campaña, y muchos discursos. Después del domingo, no hay pretexto ante la penuria de ideas específicas y la escasez de carácter, porque México y nuestra democracia necesita de ambas.

 

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