CÁPSULAS SARAPERAS

FRANCISCO TOBÍAS H. 

Doña Manuela y Don Gregorio

En esta ocasión te platico una historia de amor, de esos amores verdaderos, como muchos que hay. Pero esta historia de amor, es protagonizada por dos Saltillenses de adopción, doña Manuela Gaytán, quien nació el 27 de octubre de 1927, y don Gregorio Tovar, nacido el 13 de septiembre de 1923, ambos en la comunidad de La Viga en el municipio de Arteaga.

Esta pareja de Saltillenses por adopción cumplirán este año su 74 aniversario de vida matrimonial, de una relación que inicio con un noviazgo, en el cual los sentimientos y las palabras de amor eran transmitidas por medio de cartas, misivas que colocaban debajo de una piedra, ya que mantenían su relación a escondidas, en un principio, ya que el abuelo de Manuela, quien era el Sr. Trinidad Pedroza, no quería que el joven Gregorio estuviera cerca de su nieta amada. Por ello, Gregorio no encontró mejor camino para declararle su amor a Manuela que la carta, la carta debajo de la piedra.

Para el 11 de marzo de 1944, en la Iglesia de San Isidro Labrador, la pareja se juró amor eterno y vaya que lo han cumplido a cabalidad.

Al año siguiente se mudaron a esta hermosa ciudad de Saltillo, ya que Gregorio consiguió empleo en la Forestal, pensionándose de este trabajo en el año de 1984.

Padres de nueve hijos: Santiago, Manuel, María de Jesús, Silvia, Guadalupe, Gregorio, Rosa Elena, mi amigo Alfredo y Olga Lidia. Y cuando les pregunté que si no se confundían con los nombres o estos se les olvidaban, doña Manuel me aseguro que no sólo se sabe el nombre de cada uno de sus hijos, sino hasta la fecha de nacimiento.

Al platicar con ellos, pude ver en doña Manuela una flecha de amor en su mirar al ver a su esposo, diciéndome: “Ya llevó 74 años casada, y con el mismo”.

Nueve hijos, 41 nietos, 86 bisnietos, y 15 tataranietos, una pareja de amor, quienes han sido amorosos, responsables, cariñosos y siempre han predicado con el ejemplo. Un amor, una pareja, una familia Saltillense, como muchas que tenemos y que vale la pena presumir.