Por Claudia Rodríguez Acosta, psicoanalista
Todos sabemos que algún día nuestra vida terminará, precisamente eso es uno de los motores para aprovechar el tiempo, acercarnos a quienes amamos y disfrutar. Sin embargo, el panorama cambia cuando hay un diagnóstico de enfermedad como lo es el cáncer. A pesar de tener claros los límites de nuestro cuerpo, saber que se tiene cáncer es un shock no solo para el afectado, sino para su familia, y muchas veces esta situación en lugar de generar un estado de lucha y esperanza, provoca lo contrario, como si la batalla estuviera perdida de inicio.
De entrada se siente angustia, confusión, tristeza y una ganas enormes de que eso no esté pasando, se mira hacia atrás y uno sabe que su vida jamás será igual; la palabra “cáncer” se relaciona con muerte, con pocas esperanzas y con gravedad, aunque no siempre sea así. En esos momentos tan difíciles es vital el apoyo de personas cercanas que, a pesar de estar afectadas, puedan ayudar a tomar decisiones, pensar con claridad, dar contención emocional y brindar fuerzas para luchar. También, hay que tener un acompañamiento médico con personas capacitadas, profesionales y sobre todo en quienes se confíe.
A la par del desgaste físico, está la parte emocional que será fundamental para aferrarse a la vida. Cada quien es diferente y tiene una red de apoyo distinta, sin embargo, se pueden dar recomendaciones generales que puedan ser de ayuda tanto para el paciente, como para su familia:
- La enfermedad tendrá un impacto en la dinámica familiar, las funciones se reorganizarán y probablemente alguien se tenga que hacer cargo de responsabilidades que eran del paciente, por ejemplo, en el ámbito económico.
- Hay un desgaste físico y emocional que es esperado y que requerirá de la contención de aquellos familiares y amigos que puedan brindarla. El paciente necesita de personas que lo acompañen, lo contengan, le den esperanzas, pero que también hagan las funciones que él o ella no pueden hacer, por ejemplo, hacer labores de la casa, cuidar a los hijos, ir por ellos a la escuela, etc.
- Luchar, no significa intentar estar de buen humor todo el tiempo, es importante expresar sentimientos ya sea con alguien de confianza o en privado. Lo esperado es que el enojo, la culpa, el miedo y la tristeza estén presentes. Hay que hablar de eso, pensarlo, o escribirlo.
- Cuando hay un diagnóstico de cáncer, difícilmente el paciente se interesará por actividades recreativas, de pronto, la vida girará en torno a la enfermedad. Por eso, es recomendable intentar mantener algún espacio fuera de la enfermedad, por ejemplo, pintar, ver alguna película, trabajar aunque sea por menos horas, etc.
- No es un buen momento para sentirse culpable, hay que dejarse ayudar y enfocar fuerzas para recuperarse.
- El proceso puede requerir un acompañamiento profesional individual y/o grupal, tanto para el paciente, como para su familia. Hay que saber pedir ayuda cuando uno la requiere.
- Una vez que el paciente ya no tiene cáncer, hay que reorganizar la vida y esa etapa también será un proceso que requerirá acompañamiento de familiares, amigos e incluso de un profesional.
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