EL MESÓN DE SAN ANTONIO

ALFONSO VÁZQUEZ SOTELO

Alí Chumacero.  Su centenario.

¿Qué te hubiera gustado ser?

Contesta el con esa razón cansina, cirquero.

En varias entrevistas Alí Chumacero reconoció su torpeza en las actividades físicas. Comentaba, el, que de chico le gustaron muchas de las actividades deportivas como el fut bol o el béisbol; inclusive se probó con los guantes con algunos compañeros de su edad. Sin embargo siempre tuvo esa rara comprensión de que las actividades físicas no eran su fuerte, bueno ni su débil.

Como un personaje de la época, recordemos que en este año celebramos su centenario de nacimiento. Alí amó la fiesta brava, le tocó, en México, la época dorada de esta actividad.  Alguna vez con Manolo Martínez o quizás con Eloy Cavazos, los últimos grandes toreros de la fiesta brava en México, uno de ellos le comentó –“leí un poema que me dicen que es de usted, pero déjeme confesarle que no entendí nada”.

Ali reflexiona ante tal afirmación, y dice “pues él no está para entender poemas, él está para matar toros”.

Alí elabora varias colaboraciones en torno a la fiesta brava y algún poema de lo que fue su afición desde los años 30s.

Decía con certidumbre: “yo soy aficionado a los toros desde la barrera”. Pero aunque no reconoce haber escrito un poema en específico a la fiesta de los toros, si asistía a plaza de toros como quien se prestigiara de ser hombre de mundo y de modernidad. Estaba a la altura de los que se encontraban dentro de los parámetros del nuevo régimen político y que era encabezado por hijos de la revolución mexicana como Lázaro Cárdenas, Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán Valdés. Ello dentro de un ambiente de glamour que provenía del modelo de desarrollo del milagro mexicano: toros, Acapulco y desarrollo.

Para finales de los años 60s, México con su movimiento estudiantil y su Olimpiada dio oportunidad a sus poetas, entre ellos Alí, de participar en una de las recopilaciones poéticas más importantes de esa época (poesía en movimiento).  “Simplemente era la poesía que estaba viva en ese momento, que se movía. Claro, eso fue en el siglo XX.

Ha pasado mucho tiempo y los cambios son notables, muy hondos, decía. Hoy se escribe una poesía que lo deja a uno atónito por violenta o por ser el fruto del desorden. Quienes participamos en esa selección aportamos puntos de vista y nombres de libros y de autores. Eso era lo que había y merecía la pena destacarse” esta obra fue un modelo para la nuevas generaciones de poetas.

Alí nunca se consideró un poeta fácil, ni mucho menos popular o preponderante. El reconocía que su primera obra “Imágenes desterradas” fue poco leída y con cierto humorismo decía que “los 500 ejemplares que se imprimieron se podían encontrar aun sin ser abiertos o comprados, diez años después. Eso no le deprimía y le hacía dedicar más tiempo a su trabajo artesanal de corregir textos y depurar escritos en el Fondo de Cultura Económica, reducto tranquilo y buenas ideas para editar.

Entonces son las obras editadas bajo su gran aliento las que también le dan prestigio.

Decía con gran modestia: “soy un autor   que se integra a la historia de la literatura” como si solo fuera oportuno incorporarse a un desfile.

Ahora probemos uno de estos poemas de este autor que celebra un centenario en 2018:

 

De tiempo a espacio   

 

Naciste desde el fondo de la noche

Del sueño donde el tiempo comienza a ser raíz

La mirada solo tibio aire,

cuando aún no era ojo sino apenas un viento suave,

un aroma erigido sin mano que lo toque.

Eres la flor ahogada flotando sobre el cuerpo

En nuestro amanecer hasta la luz;

Destrozabas la noche con tus ojos,

Hundida en mi desnudo

tal un vivo rumor de brisa que al oído

volcara la virtud de su marea,

y mi aliento en tu savia navegaba,

y tu voz en mi pulso se moría

como sombra de ave agonizante,

transformando mi cuerpo en sueño tuyo

en vivo espejo abandonado

o silencio que cruza los espacios

Autor

Alfonso Vazquez Sotelo