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EDUARDO J. DE LA PEÑA

Fantasiosa, por decir lo menos, la versión que los afectos a imaginar conspiraciones repiten respecto a la situación de inseguridad que se ha presentado en Torreón.

Si el gobierno de Miguel Riquelme estuviera indiferente, como dicen, para afectar la imagen de Jorge Zermeño Infante, en los hechos se estaría dando un tiro en un pie.

Y es que el asunto de la seguridad pública trasciende mucho más allá de la imagen de un funcionario o gobierno. Si se pierde en Torreón lo que se consiguió con tanta dificultad en la administración municipal de Riquelme, es decir orden y tranquilidad, las repercusiones serían también en los ámbitos social y económico, se tendría un clima adverso para la atracción de inversiones, la generación de empleos y la recuperación del dinamismo comercial y la productividad.

Antes que todo Riquelme es hombre serio y comprometido, no le haría eso a su ciudad, ni le pondría tampoco esos obstáculos a su propio gobierno.

Claro que no puede volcarse en Torreón con operativos, pues entonces vendrían los reclamos de Zermeño respecto a la autonomía municipal, como de hecho ya se dieron algunos comentarios esta semana.

Entonces Riquelme y su equipo deben trabajar con la precisión de un cirujano, para acotar a los grupos delictivos que se están disputando el control de La Laguna, y llevar, hasta donde sea posible, una buena relación con el alcalde de Torreón.

Ya lo dijo el gobernador, si Zermeño no quiere que el Grupo de Reacción opere como lo venía haciendo, bajo el esquema de mando único, se le respetarán al alcalde sus facultades, pero sin dejar de cumplir con las responsabilidades que competen al Estado, en concreto la seguridad.

Y este miércoles el diputado panista Juan Carlos Guerra al llamar a que se designe al Secretario de Seguridad abundó con un señalamiento muy claro: la necesidad de la coordinación entre el estado y los municipios para que Coahuila salga de la lista de alertas de viaje del gobierno de Estados Unidos.

Atinado el planteamiento, y es que Guerra antes que político es empresario y entiende que la seguridad debe ser una prioridad, no una bandera para entrar en disputas partidistas.

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            Encarriladas ya las cosas en la Universidad Autónoma de Coahuila para que el mes próximo Salvador Hernández Vélez se convierta en Rector por elección.

La llegada de Hernández Vélez marca un hito, pues desde hace más de veinte años, desde la administración que encabezó Alejandro Dávila Flores, la rectoría no estaba en manos de un universitario con carrera en la academia.

Claro que todos los rectores que llegaron después de Dávila Flores cumplieron el requisito de ser maestros frente a grupo, pero tuvieron las horas clase precisamente para cumplir esa exigencia del Estatuto y ya decididos a iniciar una carrera política en la Universidad.

En tal caso estuvieron José María Fraustro, Jesús Ochoa Galindo, Mario Alberto Ochoa y Blas Flores Dávila, tres de los cuales surgieron de la Facultad de Sistemas en la que el Grupo Saltillo centró su base de operaciones.

Hernández Vélez es maestro, investigador y autor de libros que desde hace años se llevan como texto en materias de diferentes carreras.

Tiene el perfil y la carrera más política de todos los que han llegado a la Rectoría, pero también la sensibilidad y la visión para encaminar a la Universidad a una nueva etapa de crecimiento.

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            Mientras en Saltillo empleados municipales que trabajaron en el equipo de Iván Guerra en el DIF Municipal se niegan a dejar sus cargos y bloquean a la nueva administración, en la parte estatal hay versiones encontradas.

Hay quienes aseguran que la permanencia de Sergio Sisbeles al frente del DIF se debe a que trabajó bien y entregó resultados de los meses en que estuvo al frente de la dependencia, por lo que ahí seguirá.

Pero otros afirman que lo de Sisbeles es temporal, que le dieron tiempo para que ponga en orden las cuentas pues tuvo un manejo desaseado.

Pronto sabremos cuál es la realidad.

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            Una vez que pasaron las versiones oficiales que todo pintaron color de rosa, ha trascendido que la visita de José Antonio Meade a Saltillo no fue tan tersa como presumieron.

Se afirma que en un encuentro con empresarios, hubo serios reclamos de parte de comerciantes de Torreón que increparon a Meade por la política fiscal del actual gobierno, pues lo consideran artífice de la misma, ya que antes de salir por la candidatura fungió como Secretario de Hacienda.