AVATARES

ATILA

 Barbas a remojar

En un claro de la selva, el pavorreal  y el toro charlaban acerca de sus propósitos de año nuevo, y el primero reveló que su sueño guajiro era algún día ser capaz de subir a lo alto de un roble cercano.

-Me gustaría mucho, es mi sueño, pero conozco mis limitaciones y nunca lo voy a cumplir, ¡ni en cien años!, dijo.

-¿Y por qué no pruebas mi estiércol?, me alimento muy bien y está cargado de proteínas, propuso el toro.

Entre animado y dudoso, y con algo de aversión, el pavo comió un poco de mierda y minutos más tarde, pudo alcanzar la primera rama del árbol.

El día siguiente se reunieron de nuevo, el toro volvió a descargar y el pavorreal tras comer otro poco, subió a la segunda rama.

Tras dos semanas de consumo diario, el pavo estaba orgullo de sus logros, y desde la copa del árbol, aleteaba sin parar.

En eso lo divisó un granjero que pasaba por el claro, y sin dificultad lo derribó de un tiro.

La moraleja es que el estiércol puede llevarte a la cumbre, pero difícilmente te mantendrá allí, y eso ahora lo sabe bien el político coahuilense, Alejandro Gutiérrez Gutiérrez.

Encerrado en una cárcel de Chihuahua por una vendetta política, Alejandro pasó navidad y año nuevo tras las rejas.

No hubo caviar, ni champagne, y aunque estrenó vestimenta, seguramente la marca no era de las acostumbradas por el ex secretario adjunto del PRI nacional.

Tampoco recibió llamadas de salutación y de buenos deseos de sus amigos, aquellos a los que atendía a cuerpo de rey, en su elegante departamento de la CDMX.

Pasada la elección presidencial va a recuperar su libertad, pero nadie sale siendo el mismo de la cárcel, y menos si es sometido a vejaciones y tortura psicológica, como lo afirman sus abogados.

La “Coneja”, como también se le conoce, no es el único político coahuilense que ha pisado una prisión.

Tampoco será el último, y por eso todos aquellos coahuilenses en situación de poder, deben poner sus barbas a remojar.

Yo mientras me quedó con las reminiscencias de aquella canción que de niño escuché en un circo.

-Ay que la Coneja tan tonta y…