POR UN CONGRESO DE COAHUILA TRASCENDENTE Y EFICAZ

RUBÉN OLVERA MARINES 

A partir del primero de enero en el Congreso de Coahuila se presenta el cuadro político más insólito del que se tenga memoria. En efecto, la 61 Legislatura es, sin duda, la más plural que se recuerde: posiciones de centro, izquierda y derecha, representadas en el Congreso; PRI, UDC, PRD, Morena y PAN, los partidos más importantes de Coahuila, lograron al menos una posición en el Legislativo.  –Un dato curioso es que a pesar de haber obtenido más de 100 mil votos en la elección para gobernador y de constituirse como la cuarta fuerza política, los independientes se quedaron sin representación alguna; un llamativo entretelón de las leyes electorales−. Pero tal vez lo más interesante que suceda en el Congreso, sea ese encanto analítico en donde ninguno de los partidos, de gobierno u oposición, logró la cómoda y práctica mayoría absoluta –fortuna democrática, para algunos; riesgo de parálisis legislativa, para otros−.

Me refiero a “encanto analítico” cuando realmente lo que describo es un rasgo de las democracias modernas, plurales y competidas, en donde los legisladores tendrán que negociar, debatir, ceder, informar, convencer y rendir cuentas frente a sus electores. Veremos de qué están hechos legisladores como Samuel Rodríguez Martínez, que coordinará a los diputados del PRI y que seguro ocupará la presidencia de la Junta de Gobierno. El profesor Samuel se alista para proyectos políticos mayores, tendrá, por lo tanto, que demostrar liderazgo al interior de su partido y dejar en claro sus facultades de negociador y conocedor de los asuntos de gobierno.

O Marcelo Torres Cofiño, que seguro en algunos años más, se le mencionará como un fuerte aspirante panista para la gubernatura de 2023. El de Torreón tendrá la tarea de aglutinar a la oposición en un solo bloque en torno a los asuntos importantes, trascendentes para la vida pública de Coahuila, no para perderse en “infiernillos” o “leyecitas”, como su reciente intervención en contra de la reforma a la Ley Orgánica del Congreso que concretó el PRI, con el propósito circunstancial de tener el control sobre la tesorería y oficialía mayor del Congreso. En su posición deberá tener mayores pretensiones, ya que dadas las circunstancias políticas, podría aspirar a convertirse, guardando las debidas proporciones, en una especie de “gobernador sombra” al estilo de algunas democracias europeas.

Pero más allá de las aspiraciones personales y de los intereses de cada partido, incluyendo a la UDC, Morena y PRD, lo que hoy suceda en el Congreso tendrá un efecto fundamental, como ya lo dije en otra ocasión, en la representación de los intereses de quienes les otorgaron su confianza, al PRI para gobernar y a la oposición para oponerse.

Por lo que, los legisladores de ambos lados, deberán asimilar que gobernar no es imponer, tratando de anular a la oposición; y que oponerse no es destruir, echando abajo todas las propuestas e iniciativas de gobierno.

Los coahuilenses deberán estar atentos para que sus legisladores, principalmente los de oposición, no olviden que, independientemente de haber sido propuestos por sus respectivos partidos, en realidad lo que representan, estén los partidos de acuerdo o no, es a una parte importante, mayoritaria, de los habitantes de Coahuila que demandan un Congreso políticamente relevante, con debates de altura, eficaz para vigilar y corregir los excesos del gobierno.

Para que el Congreso logre reivindicar los intereses de los votantes, de quienes lo hicieron por el PRI para administrar, y por la oposición para vigilar, los legisladores, todos, deberán prestar oídos a la voz del electorado, evitando que el Legislativo local se prorrogue como caja de resonancia del Ejecutivo, o que caiga en una “guerra política” sin sentido, que lo paralice, como lo señaló recientemente, en un gesto político correcto, el gobernador Miguel Riquelme.

 

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