EN EL TINTERO  

En los últimos años, en Coahuila y en el país se impulsa una cultura de sensibilización sobre el cuidado animal, con el endurecimiento de leyes que castiguen hasta con cárcel al responsable de incurrir en un acto de crueldad animal.

Marchas, pronunciamientos, exigencias de organismos nacionales e internacionales y la indignación en redes sociales, surjen por un asunto que compete a esta especie. Así ocurrió con la intención de regresar las corridas de toros a la entidad, Animal Heroes intervino solicitando directamente al Gobierno del estado no aceptar esta posibilidad.

Recordamos también el caso del pequeño Iker de tres años, quien murió por el ataque de un perro Pitbull, entonces se habló de la responsabilidad de la madre por permitirle jugar en la calle, poco de la del dueño, y el animal fue rescatado por el “activista” Raúl Julia Levy, para quien se movilizó toda la estructura estatal a fin de que pudiera llevarse al animal a Estados Unidos para brindarle rehabilitación y cuidado.

Las acciones en favor de la Protección de Derechos de los Animales es un tema que debe seguir avanzando, ¿pero que pasa cuando nos damos cuenta de que se deja en el olvido al humano?

El pasado domingo por las calles de Saltillo, un familiar con diabetes fue mordida por un perro.  Una persona que atestiguó el hecho se bajó a auxiliarla y llamó al 911, para que al menos se canalizara a la Policía Ambiental. La respuesta fue negativa nadie acudiría al llamado porque el afectado no fue el perro sino un humano.

Lo siguiente: el antirrábico. Estaban a punto de cerrar la oficina así que el trámite debía realizarse al día siguiente. El lunes, la primera imagen con la que me encontré al entrar a dicho Centro fue la de un hombre, recostado en una silla con los pies arriba del escritorio.

El servidor público nos habló por 16 minutos y presumía 33 años trabajando en este mismo lugar. “No hay vacuna para la afectada porque es muy cara y ningún hospital esta dispuesto a gastar, solo podría encontrarla en el Hospital General”, dijo, aunque con extrañeza observé los suministros para atender a los animales.

Con un citatorio, cuyo caso marcó con el número 48 se leía la exigencia legal para que la propietaria entregara el perro en observación 10 días; de lo contrario, sería multada y se acudiría al domicilio por el animal. Horas después, el mismo empleado le sugirió a la dueña dejar el perro en casa y observarlo de manera personal. ¿Acaso quería evitar la carga laboral?

Con pésima o nula orientación de qué hacer ante la mordida de un perro, terminamos en el Hospital General cerrando la historia con un dato que indigna y ofende.

En Coahuila, o al menos en la región sureste no hay vacunas para atender la mordida de un animal, por ello los responsables del área de forma superficial atienden los casos y apelen a un toque de suerte para que la paciente no tenga ninguna reacción o le afecte la enfermedad.

Directamente escuché como la enfermera o doctora, por cierto, mal encarada, nos informaba que hay desabasto de este insumo médico, “pero si se ofrece buscaremos cómo conseguirla”, señaló. ¿En qué momento dejó de ser prioridad la salud de los ciudadanos?

No estoy en contra de la protección animal, pero si del acto desigual que deja en el desamparo a los humanos. ¿Dónde están los insumos o el presupuesto destinados para estos casos? La Secretaría de Salud recibe recursos para medicamento de enfermedades que incuso están erradicadas ¿Dónde están? Ya sabemos dónde, y eso, se lo compartiré en una próxima entrega.