8.8 EL MIEDO EN EL ESPEJO

ARIADNE H.

Juan Villoro dice que los mexicanos llevamos un sismógrafo en el alma, como si éste fuese una extensión de nuestro cuerpo y solo reafirmara la familiar cercanía que el mexicano tiene con los sismos. Villoro escribe una crónica alrededor de este concepto y, en específico, se embarca a hacer una nítida descripción de dos terremotos: el de 1985 en México y el de 2010 en Chile.

El autor mexicano describe de manera cercana, valiéndose de recursos como la ironía, el pánico latente al experimentar un terremoto y hace partícipes a los lectores de lo que no es solo un par de terremotos más, sino una prueba de lo ignorante e inculto que es el ser humano frente a la naturaleza.

 

Los cataclismos ya no son como antes. Las desgracias afectan de nueva manera el entorno en el que vivimos. Sin embargo, hemos reflexionado poco al respecto. Un problema nos impide ir de compras; cuando al fin podemos ir ahí, consumimos con voracidad compensatoria, sin pensar que tal vez de ese modo contribuimos a un drama posterior.”

 

Casi acercándose al final, las palabras de Villoro son exigentes, adquiriendo un tono casi imperativo que luego toman forma de ruego para que la sociedad reflexione sobre los cataclismos. Dice que cada tecnología crea su accidente, y esto se ve reflejado a lo largo del libro en donde, el primer objeto que toman las personas que sufren el sismo, es el celular,

En “8.8 El miedo en el espejo” hace una propuesta terrorífica, una que pone en evidencia lo frágil del mundo y una que da por sentado que todo lo que se conoce no está regido por otra cosa más que una fortaleza en apariencia. Villoro nos da la bienvenida a Claustrópolis, el gueto colectivo donde las cosas parecen estar unidas y la verdad es otra, una más difícil de aceptar.

Y sin embargo, cada “falla de origen”, para usar un término caro a la televisión, tiene un impacto remoto. Lo que antes era una catástrofe limitada se trasforma en un fenómeno incalculable[…] ¿Cuál es la verdadera magnitud de lo que ocurre? En la era de la información carecemos de medida. Un desastre natural es el prólogo de otra historia, completamente incierta. Imposible saber cuántas cosas dejarán de funcionar.