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            Dos coahuilenses jalaron reflectores durante la semana que termina por su participación en cuestiones de justicia electoral.

El primero de ellos José Guadalupe Martínez Valero, que llevó el juicio que promovió la panista Rebeca Clouthier buscando anular la elección de alcalde en San Pedro Garza García.

Martínez Valero y su representada estuvieron cerca de triunfar en los tribunales con el argumento de los actos anticipados de campaña en que incurrió el candidato independiente, y ganador de la elección, Miguel Treviño De Hoyos.

…Pero perdieron cuando el litigio fue llevado por algún astuto interesado a las canchas mediática, política y social.

El Magistrado Electoral que conoció el caso resolvió que la demanda de nulidad procedía, pero su proyecto de sentencia fue filtrado a medios de comunicación y antes de que el asunto fuera votado se generó una corriente de que el sentir de los electores no sería respetado por una decisión judicial.

Incluso el PAN se deslindó y dejó sola a su candidata en la pelea, lo mismo que personajes destacados de ese partido, como el polémico alcalde saliente Mauricio Fernández, y en el Tribunal optaron por no anular la elección, aunque admitieron que Treviño realizó los actos anticipados de campaña.

Al final lo relevante no es la derrota de Martínez Valero y Clouthier, sino que una vez más el Tribunal Electoral resuelve en un sentido con un mensaje clarísimo: se puede violar la ley y no pasa nada.

Y el otro coahuilense al que nos referimos es a Gerardo Triana, quien hace años fuera responsable de Comunicación en la Procuraduría de Justicia, e inició después una carrera en la defensa jurídica del voto dentro del PRI, que ahora lo ha llevado a representante suplente de ese partido ante el Consejo General del INE, donde la propietaria es la neolonesa Marcela Guerra.

Triana es hoy en día el único coahuilense con algún cargo en la dirigencia nacional del PRI.

 

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Y en círculos empresariales y políticos quien sigue en las altas esferas es Eduardo Tricio, presidente de LALA y Aeroméxico, convocado el fin de semana anterior a un evento social en que compartió mesa nada menos que con Carlos Salinas De Gortari.

Según ha trascendido, políticos y prominentes miembros del sector privado pusieron sobre la mesa su preocupación por el escenario que se vislumbra para el país ante la falta de contrapesos para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Y ahí se le habría hecho ver precisamente a Tricio que ese, el de los contrapesos, es el espacio o rol que les corresponde en esta nueva realidad a los grandes empresarios.

 

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A propósito de López Obrador siguen los ecos de su visita de la semana anterior a Saltillo.

Y es que si la especulación es el hobby favorito de muchos, hoy se han concentrado, como en cada etapa de transición, a la búsqueda de señales para identificar a los cercanos al presidente electo que pudieran recibir una oportunidad.

Lo que más han encontrado hasta ahora es a oportunistas que aspiran a encontrar un espacio en la conformación de esa nueva clase política que anda tan escasa de perfiles.

La lista la encabeza desde luego Isidro López Villarreal, que ahí navega con su banderita pero sabe bien su juego, no le importa que lo exhiban dando trato de sirvientes a los escoltas que le paga el erario público o tener que presenciar el mitin marginado en una esquina alejada, con que lo mencionen le es suficiente, pues requiere estar vigente para cuando sea el momento de dar el salto de partido.

Y de ahí para abajo…

El que se apareció en el evento, con el pretexto de que iba a misa, fue el delegado del INSEN Ramiro Dávila Fuentes, que anda buscando cómo seguir en la ubre presupuestal. Y así como él, varios funcionarios de la Procuraduría Agraria que no quieren soltar la nómina.

Sobre el que hay versiones encontradas es Juan Pablo Rodríguez Delgado. Algunos aseguran haberlo visto frío y hasta nervioso, dando vueltas ansioso de una esquina a otra en la calle de Juárez, y que nunca lo acercaron a López Obrador.

Pero también hay quienes dicen que Calo ya trae la dirección general de la CONAZA en la bolsa.

Y aunque Rodríguez Delgado tiene  más de veinte años en la brega política con la izquierda, desde que en 1996 fue candidato del PRD a la alcaldía de Saltillo tras renunciar al PRI, no se podrá decir que no tiene experiencia en cuestiones relacionadas con el campo, y en específico con las zonas áridas.

En los ochenta experimentó con un criadero de nutrias en un rancho de su padre en Zacatecas, y confirmó que esos roedores no pueden vivir en el semidesierto. Y años después constató lo difícil que es la ganadería, sobre todo la crianza de toros bravos, en la árida zona rural de Ramos Arizpe.

Con todo, Calo es un personaje singular y con una capacidad mental privilegiada, si llega efectivamente a CONAZA es de esperarse que aporte buenos resultados.

 

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