INDICADOR POLÍTICO

 CARLOS RAMÍREZ

Restauración priísta (7). Cuarta Trasformación es inexistente 

A pesar de que entre las elites revolucionarias –intelectuales, de liderazgos sociales y militares– había muchos lectores de Marx y su revolución comunista, la Constitución de 1917 como fundadora del sistema político populista y luego priísta eludió la construcción de una república socialista como sería la rusa a finales de ese mismo año.

La propuesta de Cuarta Transformación de López Obrador –que no del babélico Movimiento de Renovación Nacional– es hasta ahora un discurso retórico que se nutre de lugares comunes que se deshace ante los análisis de las ciencias sociales: nuevo proyecto de nación, Cuarta Transformación –el continente como contenido- y asistencialismo social.

El uso del verbo transformar refiere la evolución controlada de lo que ya existe. Por eso la clave en la construcción de la base social del partido-movimiento de AMLO se localiza en la sumatoria de todo aquel que ande en busca de chamba y no en la conformación de una élite intelectual capaz de crear pensamiento crítico sobre la realidad a modificar.

Queden como prueba de que transformar no es revolucionar los tres retratos que presiden las fotos de López Obrador en su casa de campaña: Juárez, Madero y Cárdenas, tres personalidades del viejo régimen.

El objetivo central de la propuesta de gobierno y de discurso del poder de López Obrador es la eficacia de lo que ya se tiene, comenzando con la austeridad que tiene más nociones de acumulación de gasto público para programas asistencialistas que modificación de las relaciones de producción y distribución.

Si Cárdenas delineó el capitalismo monopolista de Estado, López Obrador querría regresar al capitalismo populista de Estado. Y este modelo lopezobradorista parte del supuesto de que se trata del mejor modelo para México y que requiere sólo de algunas reparaciones. Sin embargo, el modelo económico posrevolucionario en sus dos fases –populismo y neoliberalismo– ha fracasado y es el responsable de las cifras de desigualdad estructural en la sociedad.

Una verdadera transformación exige redefinir las interrelaciones que determinan las definiciones del Estado:

– Modelo de desarrollo/política económica/Estado de bienestar.

– Sistema político/régimen de gobierno/ Estado constitucional.

– Rectoría del Estado/ economía mixta/distribución de la riqueza.

Para hacer creíble la Cuarta Transformación el gobierno del partido-movimiento de López Obrador exige grandes líneas de acción en las interrelaciones anteriores. Y la clave principal se localiza en la redefinición del Estado, pero hasta ahora López Obrador sólo habla de reorganizar el gobierno y hacerlo más eficiente. Y se parte del hecho de que el actual Estado es el Estado salinista neoliberal de mercado con crecientes desigualdades sociales.

El problema de México no es moral, aunque esté corroído por la corrupción. En la realidad del sistema, la corrupción es consecuencia del Estado patrimonialista de la clase dirigente y la peor desigualdad no está en los recursos que se roban los funcionarios, sino en la estructura productiva que permite la acumulación privada de la riqueza social. Y mientras no se modifique esta estructura productiva capitalista, la desigualdad será mayor problema que la corrupción.

En este contexto, la Cuarta Transformación es sólo un discurso que carece de correlación de fuerzas sociales, políticas, productivas, intelectuales, críticas e históricas y que descansa en una Babel de funcionarios encaramados en los cargos públicos. Mientras no redefina el Estado y las relaciones sociales de producción, el gobierno de López Obrador será otro más en la crisis histórica provocada por el fin de la Revolución Mexicana como proyecto nacional.

 

Política para dummies: La política es la realidad que se nutre de la demagogia.

 

Sólo para sus ojos:

La crisis de seguridad en la UNAM sigue sin resolverse, a pesar de que ya están metiendo las manos funcionarios públicos. El porrismo es producto del control de los centros de educación superior y no puede existir sin el apoyo de directores.

Famosas últimas palabras: “No hay ninguna prueba en mi contra; se me sigue difamando”: Rosario Robles Berlanga, después de que la Auditoría Superior de la Federación encontró la ruta para perder más de 700 millones de pesos.

 

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