CAFÉ POLÍTICO

RAMÓN BETANCOURT

«NOS VEMOS EN PUEBLA…»

El próximo titular de la Secretaría de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán dijo la semana pasada: “Nos vemos en Puebla el 1 de diciembre”, en clara alusión de que va a despachar en aquella bella ciudad y no en la calle República Argentina 28 del Centro Histórico de la Ciudad de México. Cabe destacar que la reestructuración del gobierno federal como parte del programa integral del combate a la corrupción, así como la descentralización de la gran mayoría de las secretarías a los estados con el fin de lograr un entorno más dinámico para “reactivar la economía de los estados», traerá sin duda una serie de inconvenientes, trabas y complicaciones que afectará de inmediato la aplicación de programas y acciones de las instituciones del próximo Gobierno de la República. Da la impresión que Andrés Manuel López Obrador ha escuchado a un sinnúmero de asesores (buenos y malísimos) que con el fin de desconcentrar la burocracia y ahorrarse miles de millones de pesos –se supone–, el caldo le saldrá más caro que las albóndigas.

EL ÉXODO DEL INEGI

Cabe señalar que Salvador Camarena publicó en El Financiero su columna (recomendable) “Descentralización, di no al chilazo”, en donde enuncia las vicisitudes que sufrieron tres mil empleados con sus familias –15 mil personas aproximadamente– que soportaron y sobrellevaron el éxodo bíblico, por decir lo menos, cuando el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) se cambió de la Ciudad de México a la ciudad de Aguascalientes. Eso de conseguir casa o departamento en otra ciudad en donde no cubría la totalidad de la demanda; conseguir empleo al esposo o esposa que no trabajaba en la dependencia que cambió de ciudad; escuela a miles de niños y adolescentes; miles de nuevos ingresos al ISSSTE. Vamos, se construyeron mil viviendas; seis escuelas, otras tantas primarias, jardines de niños y guarderías. Se crearon nuevas rutas de autotransporte público y para acabarla de amolar, las personas que no quisieron irse a Aguascalientes no fueron liquidados laboralmente de manera justa y legal. En fin, un galimatías que duro entre 5 y seis años en donde miles de empleados sufrieron las consecuencias de perder mucho –o todo– lo que habían logrado en su ciudad de residencia, en donde habían nacido, en donde siempre tuvieron a la mano a familiares y amigos.

“REACTIVAR LA ECONOMÍA DE LOS ESTADOS”

Ahora bien un ejemplo; si la Secretaría de Turismo se va ubicar en Chetumal, Quintana Roo (esquina con Belice, América Central), y el Instituto Nacional de Migración en Tijuana, Baja California (esquina con San Diego, California, EUA); quiere decir que vecinos de ambas ciudades y regiones que deseen tramitar asuntos de turismo o migración, ¿tendrán que trasladarse a las antípodas de nuestro país? Digo, porque los Coordinadores Generales de la federación en cada estado no van a poder con todo el paquete debido a que es técnicamente imposible, aunque tengan varios segundones. Carajo, no entendemos como los 2.4 millones de servidores públicos que trabajan en el gobierno federal en la CDMX (sin contar a sus familias), enfrentarán enormes problemas logísticos que representa un cambio de esta naturaleza. Es cambiarles todas sus vidas. El pretender «reactivar la economía de los estados», al tiempo que implicaría una reducción de sueldos de funcionarios y de gastos (a ver si se dejan los sindicatos), traerá como costo beneficio que el primero sea carísimo y el segundo nulo debido a las consecuencias que se esperan como miles de separación de matrimonios (incluyendo hijos), por dar solo un ejemplo el cual es sumamente grave y pernicioso.

LA SEP

Por ejemplo, en la capital del país la Secretaría de Educación Pública tiene más de 19 mil empleados –sin contar a sus familias, claro–, que enfrentarán el reto logístico de un traslado que parece imposible. Esos casi 20 mil burócratas laboran en 41 edificios en la CDMX por lo que sería necesario construirlos o rentarlos en la ciudad de Puebla, Cholula, Tehuacán o por ahí cerca. ¿Los habrá? ¿Se construirán 19 mil casas y departamentos; escuelas, hospitales y todo lo que implica el éxodo de cerca de 100 mil personas (familia de 5). ¿Cómo hacerle para sus ingresos al ISSSTE. ¿Habrá cientos de médicos para que los atiendan?

QUE RECULE AMLO

Huelga decir que el gobierno federal cuenta con 18 secretarías de estado y 300 entidades gubernamentales. En todas las dependencias trabajan 3 millones de personas. 2 millones 400 mil burócratas (el 80 por ciento) labora en la Ciudad de México. Si todas estas personas salieran de la capital con todo y familia, sería un mundo de gente cual inmigrantes que buscan chamba en otros lados. Ya lo dijeron varios gobernadores y alcaldes; que no están preparados para recibir a tantísima gente. Definitivamente, eso de “reactivar la economía de los estados” plasmado en el Proyecto de Nación 2018-2024, no es por ahí aunque se supone, por lógica, que la desconcentración y traslado se daría de manera gradual y paulatina. Entonces, es necesario que AMLO le vuelva a dar una checada a esta descabellada propuesta. Vamos, así como reculó con la cancelación del nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, de la venta del avión presidencial y otras “linduras”, deberá dar marcha atrás a la desconcentración y éxodo de cerca de 10 millones de personas, aunque parezca increíble. Al tiempo.

EL PRIAN PERDIÓ CASI TODO

En otros temas. Es de imperiosa necesidad que el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se refunden, transformen y se conviertan en una verdadera opción política de cambio. El pasado domingo 1 de julio ambos partidos fueron avasallados no por AMLO, sino porque la gente ya no cree en estos partidos, en el PRIAN que es la misma gata pero revolcada. Cabe destacar que los panistas están todavía que no los calienta el sol porque ellos sí creyeron que podían ganar la presidencia. “Murieron” engañados toda vez que Ricardo Anaya en lugar de implementar una campaña de altura, se dedicó a pelearse con Meade y a amenazar al presidente de la república. Y ello no genera votos. “El cerillo” Ricardo generó muchas expectativas, pero finalmente se impuso la lógica ya que Andrés Manuel lo descalabró al atropellarlo con 32 puntos que le sacó de ventaja. Al PRI le fue peor. Perdió por más votos, e incluso no ganó ni una sola gubernatura de las 9 en disputa, y tampoco ganó una sola posición parlamentaria en varios estados de la república al igual que el blanquiazul. Ahora bien, la gran mayoría de los mexicanos nunca pensaron que el PRI pudiese retener el Poder Ejecutivo. De ahí que no fue sorpresa desagradable la derrota. Caso contrario sucedió en el PAN que por tanta labia que desparramó Ricardo Anaya, genero falsas posibilidades y esperanzas de triunfo.

EL PEOR DE LOS CUATRO

Veamos unas comparaciones que aunque son ociosas, en política son aceptables. Mire usted, de las últimas 4 elecciones presidenciales, el que menos votos obtuvo fue Anaya. Vicente Fox ganó con el 42 por ciento de la votación (16 millones en números cerrados). Felipe Calderón ganó la presidencia con el 39 por ciento de los sufragios (15 millones). A Josefina Vázquez Mota la enviaron al tercer lugar al dejarla “morir” FCH cuando negocio con EPN para tener una salida aterciopelada. Josefina obtuvo el 25% de la votación con 12.8 millones de votos. Y Ricardo Anaya, el más bajo de todos, con el 22 por ciento y 12.6 millones de sufragios. En cuanto a la conformación del Congreso de la Unión Fox obtuvo 60 senadores y 224 diputados (efecto Fox); Calderón 52 y 206; Vázquez Mota 38 y 114; y Anaya 24 y 83. Por cierto, Fox ganó en 19 estados de la república; Calderón en 5; Josefina en 4; y Anaya solo en 2.

CON LA MANO DERECHA

Así las cosas; por costumbre todo partido que pierde elecciones, sobre todo la presidencial, debe cambiar de dirigencia cuanto antes. Ya lo hizo el PRI con René Juárez al quedar en su lugar Claudia Ruiz Massieu (sobrina de Carlos Salinas) y Rubén Moreira, lo que causo escozor. Ver a dos políticos de la vieja guardia protestando como el 1-2 del PRI, no generó la confianza y la esperanza deseadas para que las cosas cambien para bien. Por cierto, Rubén ya no protestó levantando el brazo izquierdo como lo hacía antes al mero estilo de la Internacional Comunista. Hoy lo hizo con la derecha. La verdad es que como han cambiado los tiempos… y las formas. En fin.

Autor

Ramón Betancourt
Columnista