HABLAR, AUNQUE PAREZCA INÚTIL

TERESA GURZA

La buena comunicación ya es de por sí difícil entre personas aparentemente sanas, como lo vimos en el tercer y último debate entre los presidenciables; pródigo en acusaciones que en lugar de a la boleta electoral, los debían llevar a los cuatro, a la cárcel.

Pero se torna imposible, cuando se busca establecer contacto con quienes padecen demencias seniles.

Situación que desgasta y conduce a enormes sufrimientos de los familiares; al darse cuenta que no hay entendimiento con esa persona a la que se amó y formó parte activa de la familia.

Por fortuna, las últimas investigaciones han precisado que la comunicación puede darse, siguiendo algunas recomendaciones.

Me referí hace semanas aquí mismo, a la importancia de la música para activar en los enfermos seniles, recuerdos y sentimientos.

Y voy a citar ahora un texto de Janina Marcano publicado en El Mercurio de Chile, sobre el llamado Enfoque Capacitante; sistema creado por el psiquiatra italiano y profesor de la Universidad de Milán, Pietro Vigorelli, y publicado el año pasado “para romper con la difícil relación diaria de los pacientes desmemoriados y sus cuidadores”.

Vigorelli estuvo hace poco en Chile, invitado por el Centro de Gerociencia, Salud Mental y Metabolismo (GERO), y en sus charlas afirmó que contrariamente a lo que se piensa, es posible hablar y comunicarse con enfermos de alzhéimer.

Y entrevistado por el diario citado, explicó que en la vida diaria hablar y comunicar son procesos prácticamente unidos; pero eso no sucede en el trato con quienes padecen demencia; y que muchas veces ante la falta de comunicación, se renuncia del todo a hablar con ellos.

Advirtió que su experiencia de 35 años con adultos mayores con demencias, y el análisis de 300 diálogos entre algunos de ellos y familiares a los pedía grabaran las conversaciones cotidianas, le permitieron analizar las respuestas de los enfermos y captar las frases que hacían fluir el proceso comunicativo, y aquellas que lo interrumpían.

De lo que nació el enfoque que propone dejar de intentar que los enfermos recuerden, para buscar mantener una conversación que les permita ser felices en su propia realidad; aunque para las personas sanas ésta carezca de sentido.

A ese enfoque lo llama, «el reconocimiento del mundo posible»; y ejemplifica «Si me dice papá y sé que no soy su papá, lo acepto y no lo contradigo».

Y da otros ejemplos, como el de un anciano que en una misma conversación dice que tiene 43 años y luego que tiene 83; ante lo que no hay que rebatirle, sino responderle “que tiene una bonita edad o que es muy bueno vivir esa cantidad de años”.

Pide buscar hablar con el enfermo de su yo sano, para detectar si aún conserva algunos gustos personales, como la música o el cine; y a partir de ahí, generar conversaciones sobre estos temas.

Y sostiene que es importantísimo al tratar pacientes con Alzheimer, comprender sus emociones; para poder entregarles respuestas acordes.

Si el enfermo dice que quiere ir a casa con su papá y su mamá, es que probablemente se siente inseguro; y se le puede responder con frases que le den confianza.

Y cuando la demencia está ya muy avanzada y las frases son tan fragmentadas, que es casi imposible entender lo que dicen, lo recomendable es escuchar y mantener abierta la conversación, sin tomar en cuenta que no hay comunicación; para evitar que la persona se aísle y sienta que no es comprendida.

O sea, para decirlo en lenguaje coloquial común, seguirle la corriente con frases «¡Es cierto!», «¡qué bueno!» o «¿te gustaría contarme algo más?».

Aconseja también “responderles con un resumen de lo que se ha entendido, aunque haya sido poco” para no perder el vínculo.

Vigorelli informó, que en un estudio realizado recientemente en adultos mayores italianos con demencia, pudo observarse que quienes habían sido tratados bajo este enfoque capacitante, conversaron más que el resto y con un mayor uso de sustantivos; capacidad esta que se pierde, a medida que avanza la enfermedad.

Lo que es relevante, porque los sustantivos son las palabras que nos unen a la realidad.

“Muchos dicen palabras sueltas como grande, bonito, feo, pero si logramos que empleen sustantivos, estamos logrando también mantenerlos cerca del mundo real”.

Y pide a los familiares, mantener el coraje y seguir hablando hablar con ellos, “incluso cuando parezca inútil; porque conservar viva la palabra, evita que se aíslen y sufran más».